Al Qaeda
Por fin los norteamericanos han podido reorganizar su visi¨®n del mundo y, de paso, la visi¨®n de los dem¨¢s. La ca¨ªda del muro de Berl¨ªn trajo como efecto una celebraci¨®n, pero, simult¨¢neamente, una importante confusi¨®n para el entendimiento planetario norteamericano. Si tras ese derrumbe de mamposter¨ªa el enemigo no se hallaba detr¨¢s, ?d¨®nde encontrarlo? ?C¨®mo recomponer la identidad sin el Otro? ?C¨®mo erigirse en la encarnaci¨®n del Bien sin la alternativa del Mal? El dise?o del Eje del Mal en la Administraci¨®n de Bush ha venido a devolver sentido a un eje ben¨¦fico, pero, por si faltaba poco, Al Qaeda, sin lugar fijo en el mundo, otorga la legitimaci¨®n mundial que iba busc¨¢ndose. La guerra preventiva repugna, pero ?y si se trata no de prevenir, sino de exterminar un virus que acecha a la humanidad? Al Qaeda cumple escrupulosamente los requisitos para mostrarse como el maligno microbio de nuestros d¨ªas. Al Qaeda posee la naturaleza insidiosa de los virus misteriosos, es tambi¨¦n impredecible y puede llegar a ser tan diminuta como las unidades de una infecci¨®n. ?D¨®nde est¨¢ Al Qaeda? En todas partes, amagada en cualquier pliegue. Como consecuencia, pues, del combate necesario, el superministerio de Seguridad y las coaliciones con los aliados, la alerta constante contra su posible acoso, llenan de contenido la pol¨ªtica internacional norteamericana. De nuevo Estados Unidos empieza a entender el mundo y a sentirse c¨®modo. Cualquier pa¨ªs le reconoce su supremac¨ªa militar y cualquiera, adem¨¢s, puede reconocerle legitimaci¨®n justiciera tras el 11-S, lo que no es poco para quien se propone presentar su historia ante el Dios b¨ªblico. Finalmente, Estados Unidos, que pasaba por un periodo de crisis cultural en relaci¨®n a Londres, ha recobrado para Nueva York la capitalidad m¨¢s importante en nuestros tiempos. Manhattan no pod¨ªa seguir en esta ¨¦poca de miedo universal siendo tan s¨®lo el centro de la moda, de la publicidad o de las empresas de telecomunicaciones. La verdadera contienda hoy entre las ciudades del mundo tiene como objeto ser declarada "la capital del terror", y ?qui¨¦n ha podido en estos meses disputarle a Nueva York la autoridad de haber sido el blanco m¨¢ximo de Al Qaeda?
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