La nueva estrategia
Despu¨¦s de tres guerras mundiales, dos calientes y una fr¨ªa, la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn abri¨® un horizonte de esperanza para los pa¨ªses del centro y el este de Europa. Algunos analistas dudaban de su capacidad de democratizaci¨®n, y hasta se lleg¨® a decir que los nacionalismos, de extrema derecha o de extrema izquierda, se acabar¨ªan apoderando de ellos. Algunas de las nuevas democracias dudaron entonces de la utilidad y eficacia del "partenariado para la paz" que hab¨ªa lanzado la OTAN, con intenci¨®n de impulsar las reformas necesarias que les permitiese el eventual ingreso en la Alianza. A muchos dirigentes pol¨ªticos de estos pa¨ªses les sab¨ªa a poco y pensaban que no era m¨¢s que una maniobra para diferir indefinidamente su ingreso en la OTAN y que esto tendr¨ªa, adem¨¢s, un reflejo negativo en su plena integraci¨®n europea.
Uno de los logros de la Cumbre de Praga ha sido la puesta en marcha de una fuerza de intervenci¨®n r¨¢pida
A este respecto se produjo un debate en el seno de algunos pa¨ªses miembros de la Alianza sobre cu¨¢les deber¨ªan ser los criterios de la ampliaci¨®n y si ¨¦stos deb¨ªan o no relajarse para acelerar el proceso, aun a riesgo de menoscabar las impecables credenciales democr¨¢ticas de la OTAN. Sin embargo, muchos argumentaron, con raz¨®n, que hab¨ªa que acelerar el proceso sin merma de las exigencias democr¨¢ticas, pero con mayor laxitud en el ¨¢mbito operativo y militar. Se dec¨ªa, acertadamente, que la Alianza contribuir¨ªa a consolidar y a reactivar la democracia en muchos pa¨ªses que, durante tanto tiempo, hab¨ªan estado sometidos a dur¨ªsimas dictaduras.
La OTAN es hoy, y debe seguir siendo siempre, una Alianza de democracias, que constituye un sistema de seguridad colectivo, pero es, adem¨¢s, una de las garant¨ªas m¨¢s importantes para el impulso y fortalecimiento de la democracia y la libertad en el centro y el este de Europa. Algunos analistas creen que la Uni¨®n Europea es el futuro, y la OTAN, el pasado. Y con un an¨¢lisis hist¨®rico acertado llegan a conclusiones err¨®neas. La Uni¨®n Europea y la Alianza Atl¨¢ntica sirven a muchos prop¨®sitos bien distintos, pero tambi¨¦n a muchos coincidentes, siendo uno de los m¨¢s claros el fortalecimiento y consolidaci¨®n de las nuevas democracias europeas.
Los criterios de una y otra ampliaci¨®n son distintos, como lo demuestra el hecho de que Bulgaria entrase en la primera ampliaci¨®n de la OTAN y no vaya a ingresar en la Uni¨®n Europea hasta la segunda. O que Rumania haya sido admitida en esta segunda ampliaci¨®n de la Alianza y no vaya a ingresar en la UE en la ampliaci¨®n prevista para el 2004. Ambos pa¨ªses fueron elogiados por los importantes esfuerzos realizados para ponerse al d¨ªa en materia estrat¨¦gica, lo que hizo posible que uno lleve siendo miembro tres a?os y el otro haya sido admitido en Praga.
La importancia de la nueva OTAN pudo comprobarse en el conflicto de Kosovo, tuvo la agilidad y el acierto de reaccionar invocando el art¨ªculo 5 del Tratado del Atl¨¢ntico Norte al d¨ªa siguiente de los atentados del 11 de septiembre y est¨¢ en un profundo proceso de transformaci¨®n para tratar de convertirse en un instrumento eficaz y flexible que sea capaz de dar cumplida respuesta a los nuevos riesgos y nuevas amenazas, o quiz¨¢s deber¨ªamos decir con mayor propiedad, responder al rostro cambiante de viejas amenazas.
La doctrina de la respuesta flexible, tan debatida y en ocasiones controvertida en el pasado, adquiere ahora una nueva dimensi¨®n. Frente a la respuesta en "cascada" o en "escalada" del pasado, nos encontramos hoy ante la necesidad de responder de manera flexible y adaptada al terrorismo y al crimen organizado. Zbigniew Brzezinski record¨® recientemente que la guerra fr¨ªa supuso un riesgo infinitamente mayor para la humanidad que el terrorismo internacional, puesto que de haberse producido una guerra nuclear habr¨ªan muerto un m¨ªnimo de 180 millones de personas en el primer ataque. No obstante lo anterior, no debemos olvidar que el terrorismo tiene una inmensa capacidad de desestabilizaci¨®n, que podr¨ªa afectar seriamente a la paz y a la libertad en el siglo XXI.
El lenguaje en pol¨ªtica es extraordinariamente importante, y en pol¨ªtica exterior, a¨²n m¨¢s si cabe. Por eso mismo es necesario subrayar que los aparentes desencuentros entre Europa y Estados Unidos se producen m¨¢s por diferencias en el lenguaje que por razones de fondo. Muchos europeos consideramos que hablar de guerra contra el terrorismo es contraproducente, puesto que no hace sino legitimar a los terroristas, cuando en realidad se trata de una lucha contra el terrorismo y no una guerra contra un enemigo leg¨ªtimo y legalmente constituido. Tampoco conviene hablar de guerra preventiva en lo que a Irak se refiere, puesto que en realidad se tratar¨ªa, de producirse, de una "intervenci¨®n militar reactiva" frente al reiterado incumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas aprobadas bajo el cap¨ªtulo VII de la Carta de la ONU.
Otro de los logros m¨¢s importantes de la Cumbre de Praga, adem¨¢s de la ampliaci¨®n, ha sido la puesta en marcha de una fuerza de intervenci¨®n r¨¢pida, que debe ser el principal instrumento de la respuesta flexible que la Alianza ha adoptado como uno de los elementos principales de su nueva estrategia.
Desconocer todos estos extremos, especialmente el de la trascendencia y peso pol¨ªtico que, adem¨¢s del estrat¨¦gico, tiene la Alianza, supondr¨ªa olvidar todos los logros de la vieja OTAN y no reconocer el gran potencial de la nueva, aun siendo conscientes de las indudables limitaciones operativas de algunos de sus miembros. La OTAN es un instrumento pol¨ªtico esencial y un elemento central de la relaci¨®n transatl¨¢ntica, pero eso merece un an¨¢lisis aparte.
Gustavo de Ar¨ªstegui es diplom¨¢tico, portavoz del PP en la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados.
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