El coleccionista de amigos
Poca gente sab¨ªa que Carlos Casares, novelista, editor, quiz¨¢ el mejor narrador oral de Espa?a despu¨¦s de su paisano ?lvaro Cunqueiro, era un coleccionista de juguetes, y tambi¨¦n un coleccionista de trenes el¨¦ctricos y de cuentos en miniatura, adem¨¢s de un h¨¢bil trabajador manual; todo el mundo, sin embargo, sab¨ªa que en realidad era un coleccionista de amigos. As¨ª lo record¨® su hermano, Javier Casares, m¨¦dico, el ¨²ltimo viernes en Ourense, cuando el Liceo de esta ciudad gallega tan querida por el escritor le dedic¨® la decimotercera edici¨®n de sus Encuentros Literarios. Era sereno ante las complicaciones y sensato en la vida cotidiana, aunque fue un joven rebelde; ni absolv¨ªa ni condenaba, comprend¨ªa. Se le recuerda ahora como una ausencia sin fondo.
Carlos Casares muri¨® repentinamente, a los sesenta a?os, el pasado mes de marzo. Como dijo su amigo el traductor y profesor gallego Basilio Losada en ese homenaje orensano, no fue un coleccionista de cargos de responsabilidad, sino que era un ciudadano consciente de sus responsabilidades, y por eso particip¨® tan activamente, como un agitador cultural y como un punto de referencia -un punto de encuentro, as¨ª se llama el libro con el que ahora le rinden homenaje-, en la vida gallega de los ¨²ltimos cuarenta a?os. Como editor -lo record¨® Dami¨¢n Villala¨ªn, que fue su mano derecha en la editorial Galaxia y que ahora dirige la naciente Fundaci¨®n Carlos Casares-, hizo un trabajo formidable: mezcl¨® su sabidur¨ªa de gentes con su pasi¨®n literaria, e hizo de esa editorial tradicional gallega un nav¨ªo de profundas ra¨ªces cosmopolitas; ese trabajo, al que se dedic¨® con vocaci¨®n de aglutinante, le dio oportunidad para mostrar otras virtudes suyas, como la humildad y la paciencia en relaci¨®n con su propia obra literaria, que dej¨® en segundo plano por los libros de los otros.
El homenaje de Ourense sirvi¨® para que los orensanos del Liceo, una instituci¨®n liberal benem¨¦rita e irreductible en su pasi¨®n cultural, recordaran la dedicaci¨®n que Casares les prest¨®; hasta ese rinc¨®n gallego, ahora conturbado como toda Galicia por las desgracias que nunca vienen solas, llev¨® durante doce a?os (los doce a?os de los Encuentros Literarios) a escritores de todas partes. Los que conocieron a Casares saben de esa capacidad suya para convencer, casi en silencio, a los otros, y es legendaria su capacidad de encantamiento oral. Algunas an¨¦cdotas que ¨¦l cont¨® en vida -de Cunqueiro, de Torrente, de otros personajes que se sab¨ªa de memoria- fueron contadas en el curso de este homenaje, pero pocos ser¨¢n capaces de superar o igualar su habilidad para el perfil. Aunque en las habilidades manuales, que le permitieron desde ni?o hacer sus propios juguetes, le naci¨® un competidor muy aventajado en su propio hijo Hakam.
Hakam (pron¨²nciese Jokam) es socioling¨¹ista; tiene la misma pinta del padre, incluso lo confundieron, at¨®nitos, en los pasillos del Liceo de Ourense, y cuenta las an¨¦cdotas con la habilidad legendaria del progenitor. Dijo Basilio Losada que Carlos era capaz de decir cosas tan fant¨¢sticas y desmedidas de la gente que luego no hab¨ªa m¨¢s remedio que aceptar que su fantas¨ªa era m¨¢s real que la verdad. "Como ped¨ªa Nietzsche, hizo belleza de la realidad, que es tan fea". Hakam es miembro de la fundaci¨®n que lleva el nombre de su padre; esa fundaci¨®n empez¨® a funcionar muy poco despu¨¦s del fallecimiento, y no ha dejado de hacer cosas para recordar al escritor y editor, para prolongarle. Villala¨ªn, su director, traz¨® un panorama de su futuro ante sus paisanos y amigos, asustados a¨²n de una ausencia que a todos tom¨® de improviso y que sigue manteniendo perplejos a los que viv¨ªan a su sombra humilde y en verdad generos¨ªsima. Los que estuvimos en el Liceo percibimos un aire de orfandad que no s¨®lo estaba en el semblante de su viuda, Kristina, y de sus otros parientes, sino que estaba en el aire desamparado de una gente y una cultura por la que Casares dio su tiempo e incluso la vanidad que no alcanz¨® a tener. Dijo Casares de su gran amigo Torrente Ballester que mezclaba como pocos la dificil¨ªsima uni¨®n de la bondad con la inteligencia. Ahora -dijo Villala¨ªn en el homenaje- puede decirse que hablando de Torrente en realidad Casares estaba trazando un retrato de s¨ª mismo.
Babelia
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