Felicity Lott canta al d¨ªa y a la quietud de la noche a trav¨¦s de 24 autores
La soprano ofreci¨® un recital en Madrid emulando cada hora del d¨ªa
Es una diva humilde, de las que van pidiendo perd¨®n por las cosas que no han hecho. Felicity Lott ha vuelto a Madrid, donde cuenta con un aut¨¦ntico club de fans desde que cant¨® El caballero de la rosa, de Richard Strauss, en el Teatro Real, para dar un nuevo recital con Graham Johnson al piano. Fue ayer, en el teatro de la Zarzuela, y represent¨® toda una exhibici¨®n: 24 piezas de otros tantos autores para emular cada hora del d¨ªa. "Es un reto bello y dif¨ªcil porque no te puedes acomodar a ning¨²n estilo", dice la soprano.
"El secreto de la canci¨®n est¨¢ en amar lo que cantas y mostrarlo as¨ª al p¨²blico"
No ha aprendido espa?ol: "Estoy avergonzada", dice cruzando las manos largas, haciendo exhibici¨®n de los brazos extensos, los mismos de los que colgaba un cigarro humeante de mariscala en su aparici¨®n inmensa ante el p¨²blico de Madrid hace cuatro a?os en el Teatro Real. "Estaba muy preocupada porque todo se acomodara a la m¨²sica, al escenario y que el humo saliera del pitillo como ten¨ªa que salir. Estaba muy desentrenada, hab¨ªa dejado de fumar en 1991", dice.
Tambi¨¦n pide disculpas por no haber abordado el repertorio hispano. "Lo siento, pero es que si no hablas la lengua no merece la pena que lo cantes", se excusa. Y es que Felicity Lott va por el mundo pidiendo perd¨®n, por un lado, pero m¨¢s a menudo sonriendo porque es feliz cuando canta. "Es lo que mejor se me da. Salgo y me olvido de todo, es lo ¨²nico en lo que estoy segura de m¨ª misma", afirma.
Lo est¨¢ y lo sabe porque fuera del escenario, lejos del arte, se encuentra ante un mundo que no le gusta y que le asusta, y del que forma parte. "Hay tanta fealdad, tantas cosas horribles que se te meten en tu casa y aparecen en la puerta de tu habitaci¨®n por culpa de Internet...", se queja. "Bueno, por culpa y gracias a Internet", dice, para no parecer demasiado catastrofista.
Y hace esta reflexi¨®n sobre todo por su hija Emily Woolf, una chica de 18 a?os que quiere dedicarse a cantar. "Esas cosas que ve, esos bares y discotecas a los que acude, esas pel¨ªculas que le gustan, esos Hannibal Lecter, me dan terror", confiesa esta artista larga, amable, amante de su vida tranquila en la costa sureste de Inglaterra, tan alejada de la vor¨¢gine londinense, donde ahora vive su ni?a, que es lo que m¨¢s le preocupa: "Ser cantante es f¨¢cil, pero, madre... ?Dios m¨ªo! ?D¨®nde est¨¢ la escuela de padres? ?D¨®nde ense?an?", se pregunta.
Por ahora aplica un ant¨ªdoto contra esa est¨¦tica g¨®tica y fe¨ªsta que tanto le aterra: "Le damos m¨²sica", cuenta. Y m¨²sica grande y variada, como la que acometi¨® Lott ayer en la Zarzuela. En total, 24 autores para describir un d¨ªa. Uno para cada hora, entre los que destacaban Ravel, Mahler, Bizet, Berlioz, Richard Strauss, Schumann, Satie, Brahms, Faur¨¦, Saint-Sa?ns, Wolf o Cole Porter... "La primera parte del recital son canciones para el d¨ªa, para estar despiertos. La segunda es para la noche, para el descanso", dice Lott.
Podr¨ªa fardar y lucirse, pero se empe?a en ser humilde y eso la agranda a¨²n m¨¢s. "La verdad es que hacer este programa fue idea de Graham y elegimos las canciones que mejor fueran para mi voz. Podr¨ªa contarle otra cosa, pero es as¨ª", dice esta cantante que ofrece cerca de 70 actuaciones al a?o con un repertorio que oscila entre la ¨®pera francesa y alemana.
S¨®lo canta en idiomas que domina. El alem¨¢n, porque es f¨¢cil para los ingleses, pero el franc¨¦s, por puro vicio. "Hablar franc¨¦s fue mi primera pasi¨®n. Era ex¨®tico, te hac¨ªa sentirte diferente, para nosotros era otro mundo", asegura.
Ahora canta m¨¢s recitales que ¨®peras. "El secreto de los recitales es el amor por lo que cantas y transmitirlo con ese mismo amor, compartir con el p¨²blico las canciones", afirma. Tambi¨¦n hacer volar al p¨²blico. Por eso, Lott reivindica el romanticismo y todas sus armas. "Lo que nos rodea es tan espantoso que necesitamos escaparnos. Nuestro tiempo necesita m¨¢s que nunca romanticismo, aunque creo que vivimos una ¨¦poca barroca y eso, para la m¨²sica, no est¨¢ mal tampoco", dice.
Ella propone la huida con autores como Schumann. "Por eso, porque es muy rom¨¢ntico", o Richard Strauss, a quien ayuda a inmortalizar a¨²n m¨¢s con papeles como la condesa Madeleine, de Capriccio; Christine, de Intermezzo, o la mariscala de El caballero de la rosa. "?l tambi¨¦n me gusta por rom¨¢ntico, por ser el ¨²ltimo de los rom¨¢nticos, es decir, el ¨²ltimo de los compositores que hizo cosas que a los cantantes nos da placer cantar", afirma.
Pero tampoco zanja ah¨ª su disertaci¨®n sobre Strauss. Habla de su relaci¨®n art¨ªsticamente explosiva con el poeta Hofmannsthal: "Esa reflexi¨®n sobre el paso del tiempo que hacen los dos, uno con palabras y el otro con m¨²sica, a trav¨¦s de la mariscala, es ¨²nica, llena de profundidad y sencillez, pasa el tiempo, nos hacemos viejos, pero tenemos el mismo coraz¨®n, creo que est¨¢ lejos del alcance de Andrew Lloyd Weber y Tim Rice, a quienes respeto mucho, por otra parte, aunque no deber¨ªa haberlo dicho".
Vuelve a pedir perd¨®n para terminar. "Deber¨ªa hacer m¨¢s Schubert tambi¨¦n, lo siento". ?Y por qu¨¦? "Porque adoro su sencillez. Muchos le han considerado un blando, tambi¨¦n a Strauss, pero yo creo que conseguir la sencillez e interpretarlo de manera cristalina es algo verdadero y profundo", concluye.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.