Tres semanas que desnudan al Gobierno
Las tres semanas transcurridas desde que el petrolero Prestige cargado con 77. 000 toneladas de fuel sufriese una grave aver¨ªa en el casco a 28 millas del litoral gallego han mostrado la desnudez del Gobierno de Aznar (acompa?ado en su inermidad por la Xunta de Fraga) como gestor de un Estado democr¨¢tico encargado de proteger a los ciudadanos frente a las incertidumbres -utilizando el concepto de Ulrich Beck- de la sociedad del riesgo. La cerraz¨®n defensiva del presidente y de sus ministros ha sido mas propia de un ni?o temeroso de ver descubiertas y castigadas sus faltas que de un adulto dispuesto a encarar y resolver los problemas; la autocompasiva protesta lanzada por Aznar contra los inexistentes cr¨ªticos que le acusan supuestamente de ser el responsable del hundimiento del buque roza las fronteras del delirio de persecuci¨®n. La utilizaci¨®n como eximente de las adversas condiciones climatol¨®gicas que posibilitaron primero el naufragio del petrolero y dificultaron despu¨¦s las tareas para evitar sus desastrosos efectos sobre las costas gallegas es otra muestra de inmadurez. Dada la fiebre mon¨¢rquico-conmemorativa del Gobierno del PP, falta todav¨ªa un gui?o c¨®mplice a Felipe II, cuya escuadra para invadir Inglaterra fue derrotada s¨®lo por los elementos; nadie puede reprochar ni al Rey Prudente ni a Aznar la falta de poderes taumat¨²rgicos capaces de calmar las aguas del Oc¨¦ano.
La cat¨¢strofe del Prestige aflora tambi¨¦n la incapacidad del PP para entender los papeles que les corresponden al Gobierno y a la oposici¨®n en un sistema democr¨¢tico. De un lado, Aznar y sus ministros presentan de forma propagand¨ªstica las ayudas del Estado a los damnificados por la marea negra, no como tarea de unos administradores temporales de recursos presupuestarios allegados por los contribuyentes, sino como merced de unos sultanes de cuento oriental dispuestos a aliviar las desgracias de los s¨²bditos con su munificencia. De otro lado, la descompuesta irritaci¨®n de los ministros y dirigentes populares siempre que la oposici¨®n pretende cumplir sus deberes parlamentarios de control del Ejecutivo denuncia igualmente su preocupante carencia de sensibilidad democr¨¢tica.
El PP sostiene la paranoica doctrina de que las iniciativas de la oposici¨®n para investigar el naufragio del Prestige no son el leg¨ªtimo ejercicio de sus derechos de vigilancia sobre el Ejecutivo sino el producto subalterno de los instintos "carro?eros" de los socialistas (seg¨²n el portavoz Luis de Grandes) o de su avieso prop¨®sito de utilizar las "desgracias ajenas" s¨®lo para "desgastar al Gobierno" (tesis del ministro-secretario general del PP, Javier Arenas). El origen de esa maliciosa sospecha tal vez sea que los populares est¨¢n proyectando sobre el presente las motivaciones de su estrategia desestabilizadora contra Felipe Gonz¨¢lez entre 1993 y 1996. El combativo Cascos, tras representar el papel de ministro invitado a una cacer¨ªa del marqu¨¦s de Leguineche mientras la marea negra alcanzaba el litoral gallego, no ha encontrado mejor forma de justificar su deserci¨®n de fin de semana que el lanzamiento de una rociada infantil de insultos (al estilo del caca, pedo, culo, pis tradicional) contra la cadena SER -descubridora de sus novillos cineg¨¦ticos- y la etapa de gobierno socialista.
Aznar acusa a Zapatero de haber viajado a Galicia para "mercadear" con el dolor de las v¨ªctimas; la visita del Rey a la Costa de la Muerte y la gigantesca manifestaci¨®n del domingo en Santiago han arrebatado al Gobierno la pretensi¨®n de monopolizar los sentimientos de solidaridad con los damnificados. El contradictorio programa del PP, que reclama la gesti¨®n en solitario de la cat¨¢strofe y a la vez se niega a rendir cuentas de sus actuaciones, desemboca en la grotesca exigencia de que se le demuestre el car¨¢cter err¨®neo de las decisiones adoptadas sobre el Prestige y la existencia de una alternativa mejor: la oposici¨®n, sin embargo, no tiene la obligaci¨®n de imaginar escenarios contrafactuales sino el derecho a controlar al Gobierno.
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