Valenciano y catal¨¢n
En un art¨ªculo reciente, Jordi Busquets indica que el ISBN distingue entre valenciano y catal¨¢n a la hora de catalogar libros seg¨²n la lengua en que est¨¢n escritos. La direcci¨®n del ISBN en Espa?a aduce razones de reconocimiento constitucional para esta distinci¨®n, lo que no es cierto. La Constituci¨®n no indica nada al respecto. S¨ª lo hace el art¨ªculo s¨¦ptimo del Estatuto al reconocer que las dos lenguas oficiales de la comunidad son el valenciano y el castellano. Pero este art¨ªculo no ha impedido al tribunal constitucional (21 de abril de 1997) sentenciar que denominar catal¨¢n a lo que se habla en Valencia ni va contra la Constituci¨®n ni atenta contra el Estatuto, ya que existe un consenso cient¨ªfico respecto de la unidad de la lengua.
La mayor¨ªa de la ¨¦lite valenciana cree que valenciano y catal¨¢n son una misma lengua
El problema que advierte Busquets es que el ISBN y la Biblioteca Nacional, precisamente las entidades que catalogan y atesoran la cultura de nuestro pa¨ªs, rompen con este consenso cient¨ªfico y parecen adoptar las tesis del secesionismo ling¨¹¨ªstico. Desde Catalu?a esta posici¨®n es vista con recelo y alarma. Tambi¨¦n entre algunos grupos en Valencia. Se trata de grupos minoritarios, aunque muy influyentes por ilustrados y pol¨ªticos.
La filolog¨ªa seria que se produce en la mayor parte de universidades reconoce que lo que se habla en Catalu?a, Valencia y Baleares es una misma lengua. As¨ª lo cree tambi¨¦n una buena parte de la ¨¦lite pol¨ªtica valenciana, exactamente el 66% seg¨²n mis datos, incluyendo representantes de derechas y de izquierdas. Sin embargo, en la poblaci¨®n ocurre exactamente lo contrario. Dos tercios de los valencianos (68%) creen que su lengua es distinta de la que se habla en Catalu?a y Baleares, seg¨²n los datos de la encuesta 2413 del CIS. Sin lugar a dudas, el secesionismo ling¨¹¨ªstico est¨¢ bastante extendido entre la poblaci¨®n, tanto en la derecha como en la izquierda. Por el contrario, los defensores de la unidad ling¨¹¨ªstica son una minor¨ªa que apenas llega al tercio de valencianos. Aunque los votantes de izquierda tienden a inclinarse por la unidad ling¨¹¨ªstica (66%), tambi¨¦n algunos votantes conservadores (36%) abogan por esta postura.
Desde Catalu?a se suele entender mal esta situaci¨®n. Existe entre los valencianos una cierta resistencia a llamar catal¨¢n a la lengua que hablan habitualmente. Las causas se remontan a las disputas entre librecambistas y proteccionistas en el siglo XIX y han ido trenz¨¢ndose con otros argumentos durante el siglo XX hasta convertirse en un asunto de identidad colectiva. Me tomar¨ªa mucho tiempo y espacio explicar aqu¨ª este fen¨®meno. Pero lo cierto es que lo que hacen el ISBN y la Biblioteca Nacional es lo que piensa la mayor parte de valencianos. Claro que tambi¨¦n la mayor parte de individuos cre¨ªa que el universo giraba alrededor de la Tierra y una minor¨ªa (uno, de hecho, Galileo) pensaba lo contrario.
Revertir este orden de cosas es una cuesti¨®n de pedagog¨ªa pol¨ªtica, aunque es costoso y arriesgado. ?Qu¨¦ partido con opciones claras de gobierno se atrever¨¢ expl¨ªcitamente a manifestar la unidad de la lengua y denominar catal¨¢n al valenciano sabiendo que tiene en contra al 66% de ciudadanos? Ya respondo yo: ninguno. La soluci¨®n s¨®lo puede venir de la derecha pol¨ªtica valenciana. Se ha dicho, con cierta raz¨®n, que este conflicto fue creado y avivado por segmentos conservadores del tardofranquismo, aunque tambi¨¦n la izquierda har¨ªa bien en analizar sus posturas culturales durante la transici¨®n. Parece que si alguien puede enderezar este entuerto es quien politiz¨® el conflicto ling¨¹¨ªstico e identitario y lo ha utilizado como baza electoral repetidamente.
Sin embargo, la postura del PP contin¨²a siendo ambigua por la interferencia del juego electoral en el consenso cient¨ªfico. Por una parte, el PP apoya la unidad ling¨¹¨ªstica: en el programa electoral de 1991 as¨ª lo reconoc¨ªa impl¨ªcitamente y recientemente ha firmado el pacto de la lengua. Pero, por otra parte, azuza el secesionismo desde m¨²ltiples flancos: medios de comunicaci¨®n, asociaciones c¨ªvicas, Cortes. No olvidemos que Eduardo Zaplana, el 29 de abril de 1997, llega a sugerir en las Cortes valencianas nada menos que una filolog¨ªa democr¨¢tica a prop¨®sito de la sentencia del Tribunal Constitucional: "La cuesti¨®n", dec¨ªa el presidente valenciano, "es si la autoridad cient¨ªfica, que se atribuye a la Universidad, puede imponerse a la voluntad democr¨¢tica de un pueblo sobre sus s¨ªmbolos de identidad. La cuesti¨®n es si los criterios cient¨ªficos se pueden priorizar contra la legitimidad democr¨¢tica". La clave del comportamiento conservador en Valencia respecto de la lengua radica en la tensi¨®n que produce el consenso cient¨ªfico y el poder de los votos que da el juego democr¨¢tico.
La soluci¨®n a este problema no es f¨¢cil precisamente por la interferencia electoral. Se trata de un problema complejo que s¨®lo parece solucionable con una mayor educaci¨®n. Los datos de la encuesta del CIS indican claramente que a medida que aumenta el nivel de estudios crece tambi¨¦n la proporci¨®n de personas que creen que lo que se habla en Valencia, Catalu?a y Baleares es lo mismo. O esto o realmente tendremos que construir una filolog¨ªa democr¨¢tica como quieren los posmodernos y a lo mejor nos toca volver a o¨ªr que el Sol gira alrededor de la Tierra. Eppur si muove.
Xavier Coller es profesor titular del Departamento de Sociolog¨ªa, Universidad de Barcelona.
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