El desprestigio
Un soci¨®logo de la literatura muy le¨ªdo en los a?os sesenta, Lucien Goldmann, introdujo en el an¨¢lisis ideol¨®gico del relato lo que ¨¦l llamaba "la estructura significativa". Designaba con ello a un episodio espec¨ªfico, incluso a una frase, a trav¨¦s del cual era posible intuir un aspecto relevante de la ideolog¨ªa del autor. As¨ª, al definir Moli¨¨re el significado de las conquistas logradas por su protagonista advirtiendo que "don Juan se casaba todos los d¨ªas", proced¨ªa a incluir al seductor en el orden y en el sistema de valores de su sociedad; en forma desmesurada, cierto, pero respetando ambos en la cadena de "casamientos" cotidianos. Estructuras significativas ser¨ªan tambi¨¦n las conversaciones entre el pr¨ªncipe de Salina y su organista, o entre el primero y el chevalier llegado de Piamonte en El gatopardo, as¨ª como la mutaci¨®n experimentada por el canto del campesino adolescente que en Cabaret sintetiza en una sola secuencia el proceso de formaci¨®n del nazismo. En este sentido, y vistas ya las cosas con suficiente perspectiva, cabe asignar al triste episodio del Prestige la etiqueta acu?ada por Goldmann. Sin olvidar en momento alguno la entidad de la cat¨¢strofe en s¨ª misma, la aventura del Prestige constituye una estructura significativa que ilumina dos aspectos fundamentales de la actuaci¨®n del poder en nuestros d¨ªas: el enorme coste que puede representar la concepci¨®n neoliberal del poder en cuanto a la conservaci¨®n del medio y, en segundo plano y por lo que nos toca m¨¢s de cerca, la pavorosa incapacidad mostrada en todos los ¨®rdenes por el Gobierno de Aznar al tener que afrontar una grave crisis.
Sobre lo primero se est¨¢ pasando de puntillas, cuando es el n¨²cleo del problema. Nadie puede pensar razonablemente que las instancias internacionales desconocen los enormes riesgos que entra?an las condiciones t¨¦cnicas en que se realiza el transporte de petr¨®leo a nivel mundial. Una sucesi¨®n de cat¨¢strofes ecol¨®gicas provocadas por petroleros jalona el fin de siglo. Pero hasta ahora ha prevalecido el inter¨¦s de unas compa?¨ªas fraudulentas que operan con banderas de conveniencia y desde aut¨¦nticos refugios de bandidos para evitar inspecciones rigurosas. As¨ª los productos petrol¨ªferos se abarataban unos c¨¦ntimos. La mano invisible ya lo arreglar¨ªa todo. Se han visto las consecuencias de la miope prioridad otorgada al beneficio a corto plazo.
En cuanto al Gobierno de Aznar, lo suyo ha sido y todav¨ªa es un recital de desprop¨®sitos. El caso Prestige ilustra el efecto domin¨® que se puede producir al conjugarse un sentido del poder autoritario hasta la m¨¦dula con la incompetencia t¨¦cnica en aspectos sensibles. El autoritarismo impregn¨® desde un primer momento al diagn¨®stico gubernamental del desastre y a su comunicaci¨®n a la sociedad. Como si su palabra tuviera efectos m¨¢gicos, Aznar pontific¨® de entrada que lo importante era que el barco se dirig¨ªa a Gibraltar, dato secundario, dejando a sus peones la tarea de dar las directrices para que con el remolque del petrolero pareciese conjurado el peligro. Nada en las cadenas al servicio del Gobierno daba cuenta de los zigzags antes del hundimiento, ni de lo que era indispensable hacer si lo previsible ocurr¨ªa. Claro que la naturaleza ignor¨® la palabra oficial y llegaron dispersas las mareas negras habiendo desperdiciado el tiempo precioso transcurrido. La Marina de Guerra deb¨ªa estar preparando una operaci¨®n secreta y la movilizaci¨®n del Ej¨¦rcito tuvo y tiene dimensiones m¨ªnimas. Los medios t¨¦cnicos reunidos para frenar la marea fueron dignos de un pa¨ªs tercermundista y han sido ciudadanos de a pie los obligados a afrontarla con sus barcas y sus palas. Eso s¨ª, el No-Do de TVE-1 lo presenta todo como una gesta heroica, ocultando en lo posible las manchas de las playas, como si antes las im¨¢genes de Tele-5 no hubiesen ya dado cumplida cuenta de las mismas y de la mezcla de esfuerzo y desesperaci¨®n que caracteriza a la acci¨®n de los gallegos. Y entre tanto, Aznar y Fraga actuando como dictadores lejanos, primero insensibles ante la tragedia que se aproximaba, cacer¨ªa incluida, y luego temerosos de afrontar las bien ganadas muestras de disgusto. La bronca, a la oposici¨®n, con Cascos en papel estelar. Rara vez un Gobierno democr¨¢tico ha sido merecedor de tal dosis de desprestigio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.