Guerra urban¨ªstica en el 'marge calent'
El Ayuntamiento de Barcelona cede ante unos propietarios de Sarri¨¤ y acepta abrir un paso de peatones donde hab¨ªa proyectado una calle
Donde se hab¨ªa previsto una calle amplia y abierta, se construye estos d¨ªas un simple paso de peatones, angosto y cerrado a ratos. Y donde se hab¨ªa previsto un jard¨ªn p¨²blico, una tapia de inusitada altura oculta un jard¨ªn privado. Todo se hace, naturalmente, con la aquiescencia de la autoridad municipal: "Cualquier otra soluci¨®n nos habr¨ªa llevado a una guerra", justifica Carles Mart¨ª, concejal del distrito de Sarri¨¤-Sant Gervasi de Barcelona.
Esa guerra, pese a todo, existe: se libra en un paraje que los viejos t¨ªtulos de propiedad identifican como el marge calent y que sit¨²an en lo que hoy es la parte alta de la calle del Doctor Roux, justo en el punto en que esa v¨ªa pierde su car¨¢cter p¨²blico y deviene propiedad privada, impidiendo de esta forma el acceso directo al cementerio de Sarri¨¤ por el sur que prev¨¦ el Plan General Metropolitano (PGM). Ya es sabido que las previsiones del PGM son s¨®lo eso, previsiones, y que en ocasiones su desarrollo est¨¢ sujeto a m¨²ltiples circunstancias: las prioridades de la pol¨ªtica municipal, por ejemplo, o los intereses de los propietarios del terreno.
Curiosamente, esa guerra surge de un pacto que las partes sellaron con un efusivo apret¨®n de manos
Los propietarios tienen sus pisos, pero la ciudad no tiene la calle ni el jard¨ªn previstos en el pacto
Curiosamente, la guerra del marge calent surge de un pacto que las partes seguramente sellaron con un efusivo apret¨®n de manos, al que antecedi¨®, como exige cualquier documento p¨²blico, la firma aut¨®grafa de las 10 personas intervinientes. Por una parte, Antoni Lucchetti Farr¨¦, en su calidad de concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona; por otra, los propietarios Emilia, Lourdes, Manuel, Arola y Bego?a Farr¨¦ Torras; Isabel y Javier Farr¨¦ Fern¨¢ndez-Urrutia, Ramon Tic¨® Vilarrasa y Montserrat Farr¨¦ Ravent¨®s. Era el 3 de octubre de 1994, lunes, y esas nueve personas se declararon "titulares registrales", en distintas proporciones, de las tres fincas (A, B y C, v¨¦ase gr¨¢fico) afectadas por el "convenio urban¨ªstico" que acababan de firmar.
Lo que ven¨ªa a decir -y dice- el convenio es que los propietarios podr¨ªan construir los dos bloques de viviendas que pretend¨ªan levantar a cambio de ceder al Ayuntamiento la porci¨®n de las fincas A y C a las que el Plan General Metropolitano otorgaba la calificaci¨®n "6b" -zona verde de nueva creaci¨®n- y "5" -vial. En total, 2.440 metros cuadrados para zona verde de car¨¢cter p¨²blico y otros 199,2 para vial, que los propietarios declaraban ceder "gratuitamente, libres de cargas, grav¨¢menes, arrendatarios y ocupantes". Con una sola condici¨®n: "La obtenci¨®n de las licencias de edificaci¨®n" de los dos bloques aludidos.
La prolongaci¨®n hasta el cementerio de la calle del Doctor Roux exig¨ªa contar, adem¨¢s, con un terreno (222 metros cuadrados, calificados como vial) perteneciente a la finca B, en el que hab¨ªa -y hay a¨²n- una esplendida piscina particular que, l¨®gicamente, habr¨ªa que sacrificar. Para la transmisi¨®n al Ayuntamiento de esos 222 metros cuadrados -y de otros 120 afectados como zona verde- se opt¨® por la expropiaci¨®n, aceptando los propietarios las contrapartidas ofrecidas por la autoridad municipal.
Ocho a?os despu¨¦s, los propietarios han levantado los inmuebles que pretend¨ªan, pero la ciudad carece de la calle y del jard¨ªn p¨²blico previstos en el convenio. Y no parece que vaya a tenerlos, cuando menos a corto ni a medio plazo. Excepto en lo concerniente a las mencionadas licencias de edificaci¨®n (otorgadas con escrupulosa puntualidad), el Ayuntamiento no ha cumplido ninguna de las condiciones que el convenio le exig¨ªa para ocupar los terrenos destinados a vial y zona verde: ni ha elaborado y aprobado el preceptivo proyecto de urbanizaci¨®n ni, mucho menos, ha aprobado la indispensable dotaci¨®n econ¨®mica para llevarlo a cabo. En su lugar, representado en esta ocasi¨®n por Carles Mart¨ª, concejal del distrito de Sarri¨¤-Sant Gervasi, ha suscrito un segundo convenio con los propietarios por el que ¨¦stos "otorgan una servitud de paso peatonal perpetua y p¨²blica a favor del Ayuntamiento". De "5 metros de ancho y 46 de largo", este paso de peatones enlazar¨¢ la calle del Doctor Roux con la puerta sur del cementerio de Sarri¨¤ a trav¨¦s de un trazado en diagonal que salva la piscina particular que la prolongaci¨®n de la calle prevista en el primer convenio -y en el PGM- habr¨ªa hecho desaparecer. Nada se dice, en este nuevo acuerdo, sobre el terreno destinado al jard¨ªn p¨²blico previsto en 1994, que seguir¨¢, por tanto, en manos privadas.
Ese segundo convenio se firm¨® el 13 de diciembre de 2001, un hecho cuando menos sorprendente si se tiene en cuenta que entonces el Ayuntamiento no s¨®lo hab¨ªa decidido prolongar la calle del Doctor Roux hasta el cementerio y ordenar la repetida zona verde, sino que incluso hab¨ªa fijado una fecha para el inicio de las obras: "Antes del 31 de diciembre de 2001". As¨ª consta en un tercer convenio, suscrito ¨¦ste por el concejal Mart¨ª con los propietarios de los inmuebles situados al norte del cementerio, despu¨¦s que ¨¦stos denunciaran las presuntas irregularidades urban¨ªsticas cometidas por el propio Ayuntamiento con la apertura de una segunda puerta de acceso al recinto funerario.
Atrapado entre dos fuegos, el concejal Mart¨ª busc¨® una soluci¨®n de compromiso con el prop¨®sito de que "todo el mundo" quedara contento. De ah¨ª ese sorpresivo convenio que prev¨¦ la apertura de un simple paso de peatones all¨¢ donde se hab¨ªa dibujado una calle. "Es un convenio para gestionar la provisionalidad. Cualquier otra decisi¨®n habr¨ªa ocasionado una guerra; y en lugar de tener solucionado el problema de los accesos al cementerio de Sarri¨¤ habr¨ªamos tenido un fant¨¢stico contencioso. Est¨¢ claro que los propietarios del lado sur iban a oponerse a la apertura de la calle. Y adem¨¢s de tener ganas, los medios para hacerlo no les faltan".
No parece que Mart¨ª se equivoque. Obtenidas las licencias y construidos los pisos, Montserrat Farr¨¦ Ravent¨®s dice ahora que el convenio que ella y otros ocho propietarios firmaron en 1994 "no es v¨¢lido, no es oficial". Y, a rega?adientes, acepta el que, tambi¨¦n con su firma, se formaliz¨® en 2001 y que obliga a los actuales propietarios a abrir a su costa aquel paso de peatones oblicuo que salva la piscina y, adem¨¢s, a pagar el asfaltado del camino del cementerio, un viejo sendero que ten¨ªa que desaparecer en el mismo instante que se abriera la prolongaci¨®n de la calle del Doctor Roux y que ahora, vuelto a la vida, absorber¨¢ el tr¨¢fico rodado que se dirija al cementerio.
Todo este embrollo le produce enorme "tristeza" a la se?ora Farr¨¦ Ravent¨®s porque lo que la ha obligado -a ella y al resto de propietarios, claro- a construir el paso de peatones -a su juicio "totalmente innecesario"- y a asfaltar el viejo camino -una "chapuza", dice- es la "cobard¨ªa" de los pol¨ªticos. "La gente empieza a gritar y los pol¨ªticos se acobardan, y eso me produce mucha tristeza", concluye la se?ora Montserrat. Lo que ella percibe como gritos no son m¨¢s que las denuncias por supuesta infracci¨®n urban¨ªstica de quienes se oponen a la apertura de la puerta norte. Son esas denuncias las que han desempolvado aquel convenio de 1994 del que nadie parec¨ªa acordarse.
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