"No quiero dejarme arrastrar por el v¨¦rtigo del tiempo"
![Jos¨¦ Andr¨¦s Rojo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F01e0d048-88fa-4aec-b8d2-c37f2d3e0864.jpg?auth=877a80e54029894c6873416ac43945f6f57c34b86884e948aa8bdd03fc509ca0&width=100&height=100&smart=true)
Un escritor colombiano, ya mayor, llega a Barcelona a participar en una feria del libro. Desde el primer momento, La Rambla paralela (Alfaguara), la ¨²ltima novela de Fernando Vallejo, te sumerge en un mundo irreal. Una conversaci¨®n telef¨®nica, con la que arranca el relato, revela que los que hablan lo hacen desde tiempos distintos, desde mundos diferentes. La presencia de la muerte impregna as¨ª cada uno de los p¨¢rrafos, el aliento completo de una narraci¨®n que salta de un lado a otro, que discurre a su aire, que se arrebata con frecuencia tachando la vida con una sarta incontenible de insultos. Las azafatas de Air France, el hueco que ha dejado el Liceo destruido, una paloma muerta, la impunidad que asola Colombia, el recuerdo de una perra, las referencias a Jos¨¦ Cuervo...: as¨ª va la historia, gobernada por el desorden de la memoria, por los reclamos de ese presente con el que lidia un escritor que se busca a s¨ª mismo en el barullo de una ciudad que hab¨ªa visitado hace ya muchos a?os.
"Lo que me gusta es aprenderlo todo como un aficionado, por puro placer"
"La m¨²sica es el arte m¨¢s grande de todos. La literatura no es nada a su lado"
Pregunta. El insomnio que padece el personaje de la novela contagia a la narraci¨®n de un clima irreal, de una atm¨®sfera alucinatoria. ?Qu¨¦ papel juega en el libro esa tensi¨®n extrema que produce la falta de sue?o?
Respuesta. Cuando se tiene un juguete que funciona, no tiene sentido ponerse a desarmarlo, como hacen los ni?os, para conocer los secretos de sus mecanismos. No me gusta analizar lo que escribo. Yo ten¨ªa en este libro una tarea muy sencilla. Ya me mor¨ª, as¨ª que c¨®mo lo cuento. ?se era el problema, y para hacerlo tuve que trabajar con esa especie de primera-tercera persona que es el hilo conductor de libro. Y eso que no me gusta la tercera persona. No entiendo a esos narradores que hablan de sus personajes desde fuera, como si conocieran lo que pasa en un mont¨®n de vidas cuando a veces no puedes ni siquiera saber lo que pasa por tu propia mente.
Fernando Vallejo naci¨® en Medell¨ªn en 1942, y lleva ya m¨¢s de treinta a?os viviendo en M¨¦xico. Vino a hacer pel¨ªculas, las hizo y renunci¨® al cine porque le pareci¨® un lenguaje limitado. Es una apasionado de la biolog¨ªa, en la que se sumergi¨®, "primero sin entender nada", hasta que le fue conociendo los secretos. "No quer¨ªa ver los ¨¢rboles, quer¨ªa ver el bosque", cuenta. Lo hizo, pues, y lo ha contado en un libro como La tautolog¨ªa darwinista (Taurus, 2002). "Lo que me gusta es aprender, aprenderlo todo como un aficionado, por puro placer". Ahora se ha metido en los berenjenales de la f¨ªsica.
P. ?C¨®mo surge ese personaje y por qu¨¦ sit¨²a la historia en Barcelona?
R. Ese personaje tiene un poco de loco, ?no le parece? S¨ª, lo puedes entender, pero hay cosas que hace que no forman parte de los patrones normales. Los locos no tienen pierde en la literatura. Ah¨ª est¨¢ el Quijote, sin ir m¨¢s lejos. Y la historia sucede en Barcelona porque se me ocurri¨® en Barcelona. Yo fui all¨ª a una feria del libro. Llevaba mucho tiempo encerrado en mi casa de M¨¦xico, unos quince a?os, y me toc¨® viajar a Barcelona. Me di cuenta al salir que el mundo hab¨ªa cambiado, que ya no ten¨ªa nada que ver con el que yo conoc¨ªa. As¨ª que empec¨¦ a convertirme un poco en fantasma y me di cuenta, en Barcelona, de que ten¨ªa que contar mi muerte. La idea me acompa?¨® cuatro a?os hasta que me puse a escribirla.
P. ?C¨®mo se encuentra ahora?
R. Bueno, todo se vuelve muy dif¨ªcil. Todo el ajetreo de los aeropuertos y las autopistas. Es un ir y venir de gente que parece que va a alg¨²n sitio cuando en realidad van todos a ninguna parte, se mueven sin objeto, se van a morir. Est¨¢n metidos en una inutilidad apurada. El mundo va demasiado deprisa y yo no quiero dejarme arrastrar por el v¨¦rtigo del tiempo.
"El viejo hab¨ªa nacido en Antioquia, una tierra de arca¨ªsmos; y le hab¨ªa tocado vivir en un mundo de neologismos en que las llaves son tarjetas", escribe Fernando Vallejo en La Rambla paralela. Y tambi¨¦n: "El viejo detestaba a los pobres, a los defensores de los derechos humanos, a los m¨¦dicos, los abogados, los blancos, los negros, los curas, las putas, y las parturientas le sacaban rayos y centellas. Seg¨²n ¨¦l, el ¨²nico derecho que ten¨ªa el hombre era el de no existir. Como quien dice, cuatro mil millones de a?os que se necesitaron para producir el milagro del Homo sapiens tirados a la basura".
Habida cuenta la carga autobiogr¨¢fica de los libros del escritor colombiano -esa virulencia contra la falta de sentido de todo-, es sorprendente descubrir la amabilidad y generosidad de Fernando Vallejo. Tiene una fragilidad que parece que va a romperse. Empez¨® amando por encima de todo la gram¨¢tica, y a ella le dedic¨® sus primeros estudios. Fruto de aquel esfuerzo fue Logoi, su primer libro. Luego se meti¨® a hacer biograf¨ªas. "Quer¨ªa convertir la biograf¨ªa en un g¨¦nero mayor, renovarla por completo, pero luego me di cuenta que no se puede. Como su objetivo es la m¨¢s estricta verdad, est¨¢ amarrada a muchos nombres, fechas, datos". Vallejo escribi¨® las biograf¨ªas de los poetas colombianos Barba Jacob, "uno de esos malditos que ha dado la literatura de mi pa¨ªs", y Jos¨¦ Agust¨ªn Silva, "uno de los m¨¢s grandes de la lengua espa?ola de todos los tiempos, que se suicid¨® a los treinta a?os". Luego vinieron las novelas, las que reuni¨® en El r¨ªo del tiempo, y las ¨²ltimas: La virgen de los sicarios (1994), El desbarrancadero (2001) y La Rambla paralela (2002), todas publicadas en Alfaguara.
P. Gluck, el Liceo de Barcelona... la m¨²sica est¨¢ presente en su novela, ?c¨®mo se lleva con las otras artes?
R. La m¨²sica es el arte m¨¢s grande de todos. La literatura no es nada a su lado. Yo empec¨¦ a estudiar piano, y lo toco. Pero descubr¨ª que no ten¨ªa m¨²sica en mi alma. Y eso que me llega profundamente. La literatura me llega m¨ªnimamente, si es que me llega. Pero termin¨¦ escribiendo, no s¨¦ por qu¨¦. Tambi¨¦n hab¨ªa hecho cine, pero es un arte muy limitado. Eternidad, rabia, odio, ayer pens¨¦, hace doce d¨ªas que: ?c¨®mo cuentas todo eso en el cine? Te hacen falta un mont¨®n de secuencias, cuando en la literatura tienes las palabras. Y aunque las palabras son ef¨ªmeras y cambiantes, yo creo que es mejor darle la vuelta a la vieja frase y decir que "una palabra vale m¨¢s que mil im¨¢genes".
P. Rulfo resuena, de alguna manera, en las p¨¢ginas de su ¨²ltimo libro.
R. No lo s¨¦, en Pedro P¨¢ramo hay un mont¨®n de muertos que hablan. En este caso, el muerto es el que escribe la novela.
![Fernando Vallejo, en la Feria de Guadalajara.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2VAHSM3P5DYSLIMJWFMIVWS3NA.jpg?auth=db61fc3502eb9a8f1d1930e74f860f99d3aadf8b743a485d559c4969aefb74de&width=414)
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