La paradoja de Robson
El entrenador del Newcastle examina a quien le ech¨® del banquillo azulgrana
Iron¨ªas del destino. La Liga de Campeones vuelve a cruzar los caminos de Louis van Gaal, el t¨¦cnico del Barcelona, y sir Bobby Robson, ex entrenador azulgrana y actualmente en el Newcastle, en circunstancias nada banales. Tres a?os despu¨¦s, el azar parece haber reservado a Robson una oportunidad ¨²nica para tomar cumplida venganza de la humillaci¨®n que sufri¨® en la temporada 1997-98. Entonces, para sorpresa del propio afectado, fue apartado del banquillo del Bar?a para ceder su puesto a Van Gaal.
A las ¨®rdenes del ingl¨¦s, el Barcelona hab¨ªa ganado la Supercopa espa?ola; la Recopa europea, ante el Par¨ªs Saint Germain y con un gol de Ronaldo, y la Copa del Rey, tras dos a?os de sequ¨ªa con Johan Cruyff. Sin embargo, de nada le sirvieron a Robson los t¨ªtulos ni su segundo puesto en la Liga. No pudo cumplir el bienio para el que el club le hab¨ªa contratado.
El presidente de entonces, Josep Llu¨ªs N¨²?ez, tan s¨®lo hab¨ªa pensado en Robson como una soluci¨®n transitoria tras el desgarro causado por la traum¨¢tica salida de Cruyff. Robson incluso estuvo a punto de ser destituido y sustituido por el croata Tomislav Ivic tras perder un derby contra el Espa-nyol. Pero, despu¨¦s de cerrar el ejercicio con tres t¨ªtulos, N¨²?ez se plante¨® mantenerle en el cargo mientras Van Gaal, ya contratado, ejerc¨ªa de director t¨¦cnico y se adaptaba a la entidad antes de sentarse en el banquillo.
No obstante, ante la presi¨®n de una parte de la hinchada y de la cr¨ªtica, la directiva adelant¨® los acontecimientos y Robson fue recluido en los despachos mientras Van Gaal era presentado como el nuevo mes¨ªas azulgrana. Caballero y elegante como es, Robson nunca profiri¨® una queja ni reproch¨® nada a nadie pese a la sorpresa que le caus¨® su cese como t¨¦cnico. As¨ª, cumpli¨® el a?o de contrato que le quedaba y regres¨® a Inglaterra. Para s¨ª guardaba la sensaci¨®n de que ni la junta ni la afici¨®n le hab¨ªan tratado bien.
En cualquier caso, pese a los triunfos, Robson no se hab¨ªa salvado de unas cuantas pa?oladas en el Camp Nou. El equipo ganaba los partidos, pero se le reprochaba el juego poco espectacular que desplegaba. Incluso su imagen fue ridiculizada. Se le consideraba un abuelo, superado por las estrellas del vestuario, que practicaban la autogesti¨®n. Ahora vuelve como juez de su sucesor, aunque sin intenci¨®n de causar da?o.
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