El nuevo secretario del Tesoro de EE UU tendr¨¢ que doblegar una econom¨ªa en crisis
John Snow, empresario de ferrocarriles, trabaj¨® en los a?os setenta en el Gobierno de Ford
George W. Bush cerr¨® ayer su primera crisis de Gobierno. John Snow, un semidesconocido empresario de ferrocarriles, fue nombrado secretario del Tesoro para reemplazar a Paul O'Neill, que proclam¨® su enfado no asistiendo al acto de presentaci¨®n de su sucesor. El ¨¦xito o el fracaso de Bush en su carrera hacia la reelecci¨®n, en 2004, depender¨¢ en gran medida del trabajo de Snow, cuya misi¨®n ser¨¢ la de hacer despegar una econom¨ªa que capota o, al menos, convencer al p¨²blico de que el Gobierno presta tanta atenci¨®n a la ca¨ªda del crecimiento como a la guerra contra el terrorismo.
La figura de Snow, de 63 a?os, no parec¨ªa en un primer momento lo bastante poderosa como para enfrentarse a una tarea crucial para Bush, obsesionado con la experiencia de su padre, que gan¨® la guerra del Golfo, pero perdi¨® las elecciones por no haber sabido gestionar la econom¨ªa. Como Paul O'Neill, Snow hab¨ªa trabajado en el Gobierno de Gerald Ford (1974-77). Fue en esa ¨¦poca (1974), en la que ejerc¨ªa como subsecretario de Transportes, cuando conoci¨® a Dick Cheney, hoy vicepresidente y entonces jefe de gabinete de la Casa Blanca. Cheney ha dirigido el proceso de selecci¨®n del nuevo secretario del Tesoro y, como hizo con O'Neill, ha optado por un t¨¦cnico sin peso pol¨ªtico, de escaso renombre en Wall Street y sin experiencia en temas monetarios.
En principio, Snow parece m¨¢s d¨®cil y diplom¨¢tico que O'Neill, pero se enfrentar¨¢ al mismo problema: deber¨¢ poner en pr¨¢ctica un programa econ¨®mico elaborado en la Casa Blanca bajo criterios m¨¢s pol¨ªticos que t¨¦cnicos. Tambi¨¦n heredar¨¢ la dificultad de simular que el Gobierno tiene una estrategia definida respecto a la paridad del d¨®lar, cuando, en realidad, Bush nunca ha sabido qu¨¦ hacer con la divisa estadounidense. La disyuntiva entre mantener un d¨®lar fuerte o, como aconsejan los elevados d¨¦ficit externos, dejarlo caer nunca ha sido despejada.
El presidente present¨® a Snow como "un excelente dirigente empresarial, un experto en pol¨ªtica econ¨®mica, un acad¨¦mico y un servidor del Estado". Snow era, hasta ahora, presidente de CSX, una empresa de transporte de mercanc¨ªas por ferrocarril; fue presidente de una asociaci¨®n nacional de ejecutivos, y formaba parte del Augusta National, el club de golf que organiza el m¨¢s conocido torneo de este deporte, actualmente muy criticado por no admitir a mujeres. Para evitar pol¨¦mica, Snow abandon¨® el club ayer mismo. Al nuevo secretario del Tesoro se le atribuyen un buen trato personal y una gran capacidad de convicci¨®n, probablemente las virtudes que m¨¢s pesaron en su nombramiento.
Wall Street, que aplaudi¨® el despido de O'Neill, acogi¨® a Snow con indiferencia. O'Neill, por su parte, rehus¨® acudir a la presentaci¨®n de Snow, a¨²n furioso por el hecho de haber sido obligado a dimitir con una llamada de Cheney.
El nuevo secretario del Tesoro, que deber¨¢ ser confirmado por el Senado en enero, afirm¨® que Bush hab¨ªa logrado que la recesi¨®n de la primavera de 2001 fuera "una de las m¨¢s breves y suaves" de la historia. Pero admiti¨® que el desempleo, que la semana pasada subi¨® del 5,7% al 6% de la poblaci¨®n activa, se hab¨ªa convertido en un problema grave: "No podemos estar satisfechos hasta que cada persona desempleada y en busca de un empleo tenga la oportunidad de trabajar". Bush aprovech¨® para insistir en que los impuestos son el nudo de las dificultades econ¨®micas: "A muchos americanos apenas les queda dinero despu¨¦s de pagar sus impuestos", dijo.
A Snow le corresponder¨¢ defender la segunda ronda de reducciones de impuestos decidida por la Casa Blanca. Karl Rove, el omnipotente guru de Bush, ha bautizado la ronda como "plan de crecimiento", y ha prohibido que se utilice la palabra "est¨ªmulo" para referirse al proyecto, porque de ello se deducir¨ªa que la econom¨ªa necesita precisamente eso, est¨ªmulo, y que, por tanto, va mal. Bush quiere, adem¨¢s de hacer permanente la rebaja de 1,3 billones aprobada el pasado a?o con vigencia para una d¨¦cada, reducir la presi¨®n fiscal en unos 300.000 millones de d¨®lares en 10 a?os. Los principales beneficiarios ser¨¢n las empresas, los inversores y las rentas m¨¢s altas.
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