El fuel empieza a extenderse en los ricos fondos marinos de las C¨ªes
Nuevas manchas amenazan con agravar los da?os en la isla de Ons
La sospecha inicial se va confirmando poco a poco. El fuel del Prestige, al contacto con la arena y sustancias disueltas en el agua del mar, se sumerge hasta el fondo y multiplica los efectos devastadores de la contaminaci¨®n. Tres submarinistas, reclutados por Greenpeace, inspeccionaron ayer las inmediaciones de una de las playas del archipi¨¦lago de la C¨ªes y corroboraron lo que ya se tem¨ªan los propios responsables del Parque Nacional de las Islas Atl¨¢nticas: bolas de chapapote empiezan a sembrar el fondo marino y a envolver con su manto venenoso la fauna y la flora de la zona.
Lamparones negros surcaban ayer el rostro de Sebasti¨¢n Losada, responsable del programa marino de Greenpeace, cuando se quitaba su traje de submarinista tras haberse sumergido, junto a otros dos buzos, en las aguas de la playa de Nosa Se?ora, en la isla de Faro, una de las tres que integran el archipi¨¦lago de las C¨ªes. "La superficie estaba aparentemente limpia", relat¨® Losada, "pero en el fondo encontramos muchas bolas de chapapote. Incluso vimos alg¨²n cangrejo intentando escapar del fuel".
La desmoralizaci¨®n cunde inevitable entre los encargados de la limpieza
Las im¨¢genes grabadas por uno de los buzos que lo acompa?aban verifican su relato. "Est¨¢ todav¨ªa peor de lo que me esperaba", concluy¨® Pablo Pita, miembro de la Federaci¨®n Gallega de Submarinismo, que colabor¨® con Greenpeace en la expedici¨®n. Los submarinistas enviaron de inmediato un escrito a la Xunta para ofrecerse a limpiar ese rosario de excrementos que ha sembrado el Prestige en las entra?as del mar. No ser¨¢ f¨¢cil. "Necesitar¨ªamos un ej¨¦rcito de submarinistas", advierte Losada. "Tal vez se podr¨ªa intentar un dragado", aventura Pita.
En la Costa da Morte, la primera zona de Galicia que sufri¨® la marea negra, los pescadores ya hab¨ªan advertido desde hace tiempo que los aparejos lanzados a profundidades de hasta 40 metros se alzaban moteados de chapapote. En el caso de las C¨ªes, el destrozo ecol¨®gico es m¨¢s preocupante. Si este archipi¨¦lago, junto a las islas de Ons y S¨¢lvora, fue declarado Parque Nacional se debi¨® en buena parte a su riqueza submarina. "Aqu¨ª est¨¢n clasificadas m¨¢s de un centenar de especies de algas", explica Emilio Rodr¨ªguez, director en funciones del parque. "Eso, sin contar la gran variedad de mariscos".
Rodr¨ªguez, que acompa?¨® a los miembros de Greenpeace en su visita a las C¨ªes, no llevaba m¨¢s de dos meses en el cargo cuando sobrevino una cat¨¢strofe que, seg¨²n sus c¨¢lculos, ha afectado ya a casi el 80% del per¨ªmetro costero del parque. Las playas de Cantareira y Figueiras, en Monteagudo, una de las tres islas C¨ªes, son el testigo m¨¢s dram¨¢tico del desastre. Las rocas est¨¢n devastadas por una especie de lava negra que se adhiere tenazmente. Junto a las playas se ha instalado un campamento que es un traj¨ªn constante de soldados, voluntarios y t¨¦cnicos de Medio Ambiente, una parte de las 600 personas que est¨¢n trabajando en todas las islas del parque para hacer frente a la marea negra. Pero despegar el chapapote de las pe?as es "un trabajo de chinos", dice Rodr¨ªguez.
De momento, se est¨¢n limitando a raspar con paletas. Los responsables del parque estudian otros m¨¦todos, ninguno de eficacia garantizada. Se podr¨ªa atacar la pasta de hidrocarburo con agua a presi¨®n, pero el fuel puede meterse debajo de las piedras y acabar aflorando de todos modos. La t¨¦cnica de aplicarle chorros de arena se considera demasiado agresiva. Una empresa israel¨ª ha ofrecido microbacterias que devoran el petr¨®leo, pero tambi¨¦n hay dudas sobre su efectividad.
La desmoralizaci¨®n cunde de forma inevitable entre los encargados de la limpieza. Despu¨¦s de horas y horas raspando las piedras, llega el mar con una nueva avalancha y vuelve a ennegrecerlo todo. "Gran parte de mi trabajo", afirma el director del parque, "consiste en levantar los ¨¢nimos y en convencer a la gente de que no es est¨¦ril lo que est¨¢n haciendo. ?sta es una guerra a largo plazo".
Pero el personal de limpieza acaba tan deslomado que hay que renovarlo semana a semana. Y el oc¨¦ano no cesa de vomitar basura industrial: ayer tuvieron que hacerse al mar 60 pesqueros de Bueu (Pontevedra) para hacer frente a otra mancha que estaba asediando la ya arruinada isla de Ons. Cuando cay¨® la noche, todav¨ªa quedaba fuel en el mar.
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