Hegel clandestino
El g¨¦nero de la biograf¨ªa culta, que sin demasiados detalles ni period¨ªsticos ni te¨®ricos describe decentemente, sin embargo, tanto la vida como la obra de un personaje, implicadas una en otra, cuando de verdad es sensible y sagaz en sus an¨¢lisis -como creo que es el caso de ¨¦sta, aunque s¨®lo en un aspecto-, se va imponiendo cada vez m¨¢s para el gran p¨²blico culto interesado, frente a la monograf¨ªa somnolienta, en la que la vida no es m¨¢s que un cap¨ªtulo obligado o un anecdotario a la carta para adornar de vez en cuando una p¨¢gina. Tampoco los especialistas saben tanto de un autor si ignoran que, y c¨®mo, las palabras y el pensar pertenecen a la vida como una acci¨®n o una manifestaci¨®n suya m¨¢s. Libros como el de Ray Monk (sobre Wittgenstein, 1990), el de R¨¹diger Safranski (sobre Heidegger, 1994) o el de Louis Breger (sobre Freud, 2000), por poner ejemplos ¨²ltimos de biograf¨ªas cultas de los tres pensadores m¨¢s grandes del siglo XX, son mod¨¦licos en esto.
HEGEL
Jacques d'Hont Traducci¨®n de Carlos Pujol Tusquets. Madrid, 2002 408 p¨¢ginas. 22 euros
Parcialmente, como deci
mos, en el aspecto religioso-pol¨ªtico, tambi¨¦n lo es esta biograf¨ªa que rese?amos, aparecida en franc¨¦s en 1998, que, junto con la alemana de Horst Althaus (1992), debe de ser la ¨²ltima que se ha publicado sobre Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831) y que en el mundo de habla castellana, desde luego, viene a llenar un vac¨ªo flagrante. La de Althaus insiste m¨¢s en el detalle period¨ªstico y menos en el an¨¢lisis de las obras de Hegel que la de D'Hont. Aunque tampoco ¨¦sta aborda sus grandes obras m¨¢s que de pasada: la Fenomenolog¨ªa del periodo de Jena (1806), la L¨®gica del de N¨¹remberg (1812, 1816), la Enciclopedia del de Heidelberg (1817); le interesan m¨¢s los escritos teol¨®gico-pol¨ªticos de juventud de Gotinga, Berna, Francfort, y la gran Filosof¨ªa del Derecho y del Estado de Berl¨ªn, junto con alg¨²n otro panfleto pol¨ªtico-religioso de esta ¨²ltima ¨¦poca. Los intereses "detectivescos" de D'Hont, que ya manifest¨® siete lustros antes en Hegel secreto (Corregidor, Buenos Aires, 1976), van en el sentido contrario de los "prejuicios" tradicionales que aparecen en la mayor¨ªa de las biograf¨ªas de Hegel, de los que tambi¨¦n participa la de Althaus: hacer de ¨¦l un fil¨®sofo conservador, adversario del liberalismo, servidor e ide¨®logo de la restauraci¨®n prusiana, etc¨¦tera.
La mayor¨ªa de las biograf¨ªas tradicionales de Hegel, en efecto, dan rienda suelta a esos prejuicios (hay que decir, que fundados, si se consideran aisladas muchas manifestaciones suyas) o s¨®lo transmiten, como confesaba su primer bi¨®grafo Rosenkranz, "lo que pertenece al mundo", o sea, lo que se cree conveniente decir. As¨ª se han perdido ya irremisiblemente muchos datos sobre la vida de Hegel, por culpa de los escr¨²pulos de su viuda, de su hijo Karl, y de la mayor¨ªa de sus bi¨®grafos. Como sucede por desgracia tantas veces. De ah¨ª la labor detectivesca de Jacques d'Hont, un reconocido especialista franc¨¦s en Hegel, que persigue datos, hechos y escritos que muestren la doble vida, secreta o clandestina, la doble filosof¨ªa, exot¨¦rica y esot¨¦rica, de Hegel: aspectos que escapan, y que ¨¦l quiso que escaparan, al p¨²blico, pero que no ocult¨® a los amigos, disc¨ªpulos e iniciados. Entre perecer bajo la censura y el castigo oficiales y conformarse servilmente al poder, Hegel eligi¨® un camino medio de clandestinidad y secreto, de ocultamiento parcial y orientado, a lo largo de toda su vida. La pobre y dura vida del siervo -del becario del Stift de Tubinga, del preceptor de Berna y de Francfort, de la permanente condici¨®n de siervo del intelectual, sobre todo con m¨¢ximas aspiraciones acad¨¦micas y de prestigio hist¨®rico como Hegel- le fue ense?ando progresivamente la conveniencia de mostrar buenas maneras ante el se?or de turno, aunque, a pesar de todo, quiz¨¢ sea menos exageraci¨®n llamarle "el introductor de las ideas subversivas en Alemania", como hace D'Hont, que "el fil¨®sofo de la monarqu¨ªa absoluta prusiana", como se le ha considerado tantas veces.
No es que los ¨ªmpetus revo
lucionarios, girondinos, anarquistas, pante¨ªstas, iconoclastas, las afinidades con la francmasoner¨ªa y el iluminismo b¨¢varo, compartidos en la juventud con H?lderlin y Schelling, se hubieran perdido en el viejo Hegel berlin¨¦s, asentado, burgu¨¦s, aparentemente comedido, pol¨ªtica y religiosamente correcto, ferviente incluso, hasta bien visto en la Corte. Tambi¨¦n el Hegel de Berl¨ªn (como el de Jena, Bamberg, N¨¹remberg y Heidelberg), triunfante y reconocido por fin a sus 50 a?os, fue un fil¨®sofo comprometido religiosa y pol¨ªticamente en contra del dogmatismo y la tiran¨ªa. El precio fue su vida y obra clandestinas. Hay aspectos de ellas que todav¨ªa se nos escapan, a pesar de la labor de D'Hont, que parece querer traspasar ya a otros su empe?o cuando, un tanto alejado de su propio escrito, dice casi al final del libro: "Una buena novela policiaca necesita tambi¨¦n un detective de una excepcional lucidez". Algo as¨ª es tambi¨¦n esta obra y su autor.
D'Hont es capaz de comentar los detalles tanto de la vida como de ciertas obras de Hegel con esa sensibilidad y sagacidad que da, desde luego, la inteligencia y la sabidur¨ªa, pero tambi¨¦n la enorme erudici¨®n y la familiaridad con un autor por cuya boca parece hablar a veces, sobre todo cuando imagina sus estados de ¨¢nimo. Dialoga tambi¨¦n con las biograf¨ªas o apuntes biogr¨¢ficos sobre Hegel m¨¢s famosos (Karl Rosenkranz, 1844; Rudolf Haym, 1857; Kuno Fischer, 1901; Wilhelm Dilthey, 1905; Paul Roques, 1912; Willy Moog, 1930; Robert Legros, 1980, etc¨¦tera), critic¨¢ndolos casi siempre porque s¨®lo tratan de los "aspectos positivos y agradables" y no han sabido o no se han atrevido a hablar del Hegel m¨¢s real: del "t¨¢ctico que echa mano de estratagemas para burlar las maniobras de la censura, de la polic¨ªa, de las autoridades, de la parte hostil de la opini¨®n p¨²blica". Quiz¨¢ el aspecto m¨¢s interesante es que esto se manifiesta tambi¨¦n en la propia filosof¨ªa de Hegel en una t¨¢ctica de oscurecimiento, de ambig¨¹edad, medias verdades, cambios flagrantes de opini¨®n, de modo que la proverbial dificultad de su escritura tendr¨ªa, adem¨¢s de su reconocida poca elocuencia y pericia literaria, adem¨¢s de la esencial oscuridad obligada de la filosof¨ªa, una raz¨®n tambi¨¦n oscura: la de la clandestinidad. D'Hont insiste tantas veces en la necesidad y dificultad de seguir sus meandros, per¨ªfrasis, eufemismos, disculpas, de decodificar su cripticismo, que al final uno llega a plantearse el sentido mismo de tarea tan ardua. "Ante cada texto es necesario poner en duda, buscar, trabajar, reflexionar". As¨ª que: "?Hegelianos, un esfuerzo m¨¢s!".
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