Regalos de Navidad

Es una de esas iniciativas bravas que tanto escasean en el mundillo del pop nacional, arrinconado por la marea negra de OT pero incapaz de reaccionar con valor e imaginaci¨®n ante el desprecio institucional por la m¨²sica creativa. Y parte de una historia personal: Luz Casal suele acudir a los conciertos -especialmente, de flamenco- que se desarrollan en el Johnny y decidi¨® que ser¨ªa un detalle por su parte ofrecer all¨ª tres conciertos navide?os (el ¨²ltimo se celebra esta noche) con despliegue de luces y m¨²sicos, nada de recitales baratos. Algo as¨ª han estado haciendo los Rolling Stones en su periplo por Estados Unidos, actuando en locales de diferentes capacidades; se agradece que Luz no haya recurrido a los precios prohibitivos que los brit¨¢nicos reservan a sus eventos en peque?os recintos.

La cantante estructura su concierto yendo de menos a m¨¢s. De negro, comienza acompa?ada por el piano y se van sumando instrumentos ac¨²sticos hasta que entran las bases digitales que distinguen partes de Con otra mirada, su ¨²ltima entrega discogr¨¢fica (las que, seg¨²n ella, algunos llaman "boleros electr¨®nicos"). No todo el material fresco tiene la suficiente altura -T¨² perd¨®n usa un lenguaje muy Cor¨ªn Tellado- pero ella saca los dientes con piezas como la amexicanada Dame un beso o la chulesca A veces un cielo. Luz se va quitando capas de ropa seg¨²n entra en el segmento rockero, donde los dos guitarristas comienzan a desmelenarse. Sobre palpitantes luces blancas, ella baila, se sienta sobre el suelo del escenario, se entrega con su cuerpo y su visceral voz pastosa. Asistimos al eterno pulso entre las exigencias de los seguidores y las necesidades ¨ªntimas del artista: Luz no pone tanta pasi¨®n en Y no me importa nada como en los temas del nuevo disco, que ocupan casi la mitad del recital.

Hay menciones cari?osas a sus colaboradores, tanto ausentes (Carmen Santonja, la difunta mitad de Vainica Doble) como presentes (el pintor y letrista Pablo Sycet). Estamos en un concierto entre amigos que, verlo para creerlo, hasta provoca espasmos de baile entre el juvenil p¨²blico de la parte alta del Johnny. Para los bises, se reserva sus grandes ¨¦xitos, desde un Rufino humor¨ªstico hasta un punzante Piensa en m¨ª que hubiera emocionado a su autor, el gran Agust¨ªn Lara. Y cierra con un emotivo Vengo del norte, donde evoca la otra marea implacable, la que asola la costa de su tierra natal: "Por mucho que limpien ya no ser¨¢ mi Galicia".