Los demonios de la proporci¨®n
Quiz¨¢ porque hoy vemos m¨¢s difusas las fronteras de lo que se ha de entender como normalidad ps¨ªquica o porque hemos revisado ese aire legendario de la genialidad como comportamiento extravagante con el que tradicionalmente se revest¨ªa la figura del artista, o, en fin, porque nos atraen ahora m¨¢s los excesos, el caso es que, de un tiempo a esta parte, la obra de Franz Xaver Messerschmidt ha sido rescatado de los prejuicios que imped¨ªan contemplar su obra desde una perspectiva art¨ªstica y cultural, sobre todo, su obra final, en la que se entreg¨® a la caracterizaci¨®n fisiogn¨®mica de expresiones faciales en el l¨ªmite m¨¢ximo de alteraci¨®n, bien porque reflejaban estados de ansiedad extrema circunstancial, bien porque eran los propios de seres enajenados.
Messerschmidt es uno de los eslabones del nacimiento del arte de nuestra ¨¦poca, tuviera como tuviera sus facultades mentales
El Museo Barroco, en Viena, presenta ahora una antol¨®gica de este escultor nacido en la localidad alemana de Wiesensteig el a?o 1736 y muerto en la antigua Pressburg, la actual Bratislava, en 1783. La muestra, comisariada por Michael Krapf, consta de 67 obras, que proceden de la propia Austria, empezando por las muy importantes que hay en el conjunto monumental del Belvedere, donde est¨¢ instalado el Museo Barroco, pero tambi¨¦n de Alemania, Francia, Reino Unido, Hungr¨ªa, Estados Unidos y la actual Rep¨²blica de Eslovaquia. Por tanto, se puede afirmar que se trata de la exposici¨®n monogr¨¢fica m¨¢s importante que se ha hecho de este m¨¢s que peculiar escultor, que siempre llam¨® la atenci¨®n, aunque con creciente inter¨¦s a partir del siglo XX, llegando en la actualidad a suscitar una tal atenci¨®n que no dudo que en poco tiempo llegue a ser una figura popular. Antes, en cualquier caso, de tratar de estos asuntos, creo que hay que resaltar que la actual muestra vienesa no s¨®lo es relevante por la cantidad y la calidad de las obras seleccionadas, sino por el audaz, pero tambi¨¦n sabio, montaje, que saca un brillante partido de un contenido poco usual e inesperado, lo que podr¨ªa haber dado origen a no pocos excesos.
Procedente, por v¨ªa familiar materna, de una estirpe de reconocidos escultores b¨¢varos, Messerschmidt hizo una brillante carrera en la poderosa corte austriaca, llegando a ser profesor de escultura en la Academia Imperial de Viena hasta 1774, la fecha en la que por su creciente extravagancia, rayana en la locura, debi¨® abandonar su puesto, aunque no su trabajo, que continu¨® hasta el final en una asombrosa direcci¨®n personal¨ªsima, que result¨® desconcertante para sus contempor¨¢neos y la posteridad, por lo menos, hasta fechas recientes. El hecho de que Ernst Kris, uno de los mejores historiadores del arte del siglo XX, a la vez que un reputado freudiano, le dedicase, en 1932, un amplio estudio, donde se analizaban los rasgos paranoides de su personalidad, y que, dos a?os despu¨¦s, en 1934, lo citara con profusi¨®n en el hoy todav¨ªa c¨¦lebre libro, La leyenda del artista, publicado al alim¨®n con Otto Kurz, llam¨® de nuevo la atenci¨®n sobre este escultor, aunque no sin consolidar m¨¢s su imagen de demencia, lo que releg¨® a Messerschmidt al terreno de la curiosidad cient¨ªfica en el apartado del arte psicop¨¢tico.
La singular man¨ªa de Messer-
schmidt por los gestos exagerados y extremos, contextualizada adecuadamente en la segunda mitad del siglo XVIII, el momento de Lavater y Messmer, que revolucionaron la psicolog¨ªa aristot¨¦lica y las cartillas fisiogn¨®micas tradicionales, pero tambi¨¦n el momento de la definitiva crisis del clasicismo art¨ªstico, no habr¨ªa producido estupor alguno, salvo por el hecho de que los artistas que entonces se dedicaron a las as¨ª llamadas "cabezas de expresi¨®n" eran dibujantes y pintores, a diferencia de nuestro escultor que le dio por cincelar en alabastro las muecas m¨¢s grotescas.
Aun as¨ª, ?qui¨¦n que conozca la deriva escult¨®rica barroca tras Bernini puede se?alar con el dedo la mani¨¢tica rareza de Messerschmidt? M¨¢s: ?qui¨¦n que tenga informaci¨®n sobre el voluptuoso apetito por el desorden est¨¦tico y el "fe¨ªsmo" que impuls¨® a los mejores talentos art¨ªsticos al comienzo de nuestra ¨¦poca, empezando por nuestro Goya, puede reprochar la exhibici¨®n de estos estigmas en el escultor austriaco? Pero no se trata tanto de justificar el sentido hist¨®rico de su evoluci¨®n como de apreciar lo que tuvo de innovadora, de moderna, de revolucionaria, el objetivo que persigue y consigue el proyecto que ahora comentamos, gracias al cual Messerschmidt se convierte en uno de los eslabones m¨¢s significativos del nacimiento del arte de nuestra ¨¦poca, tuviera como tuviera sus facultades mentales.
Seg¨²n el primer estudio que le dedic¨® Kris, Messerschmidt entr¨® en una crisis paranoide cuando se sinti¨® pose¨ªdo por la alucinaci¨®n de estar perseguido por el "demonio de la proporci¨®n", el paradigma est¨¦tico por excelencia de la escultura cl¨¢sica. Quien ahora contemple la abrumadora perfecci¨®n con que Messerschmidt lleg¨® a tratar el canon escult¨®rico cl¨¢sico durante la primera mitad de su trayectoria, puede entender, al margen de cualquier psicopat¨ªa, que necesitase responder m¨¢s vivamente al impulso de cambio revolucionario que entonces se dejaba sentir por doquier y, en consecuencia, que se lanzase, como lo hizo, por esa senda de exploraci¨®n del desorden, lo anormal y lo ins¨®lito. En uno de los ensayos del muy completo cat¨¢logo de la muestra se estudia la influencia que significativamente ha ejercido Messerschmidt sobre muchos artistas de nuestra ¨¦poca, como Bacon, Rainer, Nauman, Oldenburg o Franz West, lo que, una vez m¨¢s, demuestra que los creadores van muy por delante de historiadores y cr¨ªticos. Sea como sea, la mayor revelaci¨®n que para m¨ª ha supuesto la visi¨®n de esta exposici¨®n ha sido la "unidad" con que Messerschmidt es cl¨¢sico y anticl¨¢sico sin prejuicio de la excelencia, o, si se quiere, c¨®mo la escultura es capaz de sobrevivir a su m¨¢s contundente acta de defunci¨®n, incluso cuando a¨²n no se hab¨ªan iniciado ninguna de sus peores batallas.
Franz Xaver Messerschmidt
Museo Barroco. Prinz Eugen Strasse, 27. Viena. Hasta el 9 de febrero de 2003.
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