Toyo Ito, levedad soportable
Una visita a una exposici¨®n de arquitectura se parece m¨¢s a un recorrido por un museo de antropolog¨ªa que a un paseo por una pinacoteca. No basta con mirar, hay que saber interpretar. A diferencia de lo que ocurre con las artes pl¨¢sticas, una muestra de planos, im¨¢genes y maquetas es siempre una representaci¨®n de algo ausente que es, en realidad, lo que se pretende dar a conocer. Y esa imposibilidad de exhibici¨®n directa ha hecho que estas exposiciones sean, con frecuencia, acontecimientos sectarios, aburridos, pobres y, en muchas ocasiones, torpes. Algunos montajes han querido desplegar otras atracciones para mitigar y compensar esa incapacidad, pero costosas e innecesarias sofisticaciones s¨®lo han conseguido poner m¨¢s en evidencia esa grave carencia. Un edificio es como un paisaje: no se puede encerrar. Hay que verlo, respirarlo y caminarlo para entenderlo. Por eso la mayor¨ªa de las muestras suelen ser como libros ampliados, como escuchar cantar en play back. Con todos esos inconvenientes, no es extra?o que estas exposiciones no cuenten con el favor del gran p¨²blico. Si al distanciamiento a?adimos que cuando descubren el trabajo de arquitectos en activo tienen m¨¢s de spot publicitario que de evento cultural, la experiencia se convierte entonces en una mezcla entre la visita a un puesto del mercado y la asistencia a un mitin pol¨ªtico. Buena parte de las muestras son eso: tarjetas de presentaci¨®n seleccionadas, ideadas y hasta confeccionadas por los propios arquitectos para familiarizar a potenciales clientes y a los ciudadanos de una regi¨®n con una posible construcci¨®n futura. Y desde esa pretensi¨®n deben juzgarse.
La muestra es como sus edificios: de apariencia fr¨¢gil e impacto rotundo
Resulta curioso observar c¨®mo los arquitectos utilizan sus cartas de presentaci¨®n. Antiguamente sol¨ªan preferir desplegar sus mayores logros: sus edificios m¨¢s notables e internacionales. La fotograf¨ªa era entonces una prueba inequ¨ªvoca de la construcci¨®n, o lo que es casi lo mismo en arquitectura, del ¨¦xito. M¨¢s tarde algunos eligieron concentrarse en los proyectos no construidos para dejar asomar su lado incomprendido, las audacias que nadie les permiti¨® construir. En arquitectura ocurre como en literatura, muchos proyectos nunca llegan a existir, al igual que muchas novelas se quedan sin publicar. S¨®lo que, a diferencia de los manuscritos, los proyectos tienen un lugar y un tiempo. Fuera de ¨¦l mueren, y esas exposiciones los salvan, se convierten en la ¨²nica manera de recuperarlos del olvido. M¨¢s all¨¢ de lo construido y lo no construido, los proyectistas m¨¢s pr¨¢cticos han apostado por el futuro inmediato: por exponer obras en construcci¨®n. Y los m¨¢s ambiciosos han combinado todos estos recursos.
En los ¨²ltimos tiempos, varios museos espa?oles han abierto sus puertas al trabajo de arquitectos vivos. Frank Gehry se volvi¨® redundante en el marco de su obra m¨¢s popular, el Guggenheim de Bilbao, al mostrar su hacer escult¨®rico y deconstructivista. Jean Nouvel, que ampl¨ªa el Museo Reina Sof¨ªa de Madrid, proyect¨® en las paredes de dicho centro su pasado, su presente y su futuro. Con mayor o menor fortuna (la citada muestra de Nouvel ya puso de manifiesto que las cosas pueden hacerse de otra manera: interesando a m¨¢s gente, acercando m¨¢s los edificios, economizando sin perder impacto), las exposiciones de arquitectura han permitido ver el aspecto de futuros o lejanos edificios, pero rara vez han intentado, hasta ahora, dejar hablar a la propia arquitectura. El japon¨¦s Toyo Ito (1941) ha roto esa din¨¢mica, y en lugar de hablar con el vocabulario de un viajante, que abre su malet¨ªn y despliega un muestrario, ha preferido hacerlo en el callado idioma en que se expresan los edificios del mundo. Ha elegido transmitir una sensaci¨®n, una idea de la arquitectura, en lugar de descubrir sus proyectos para el futuro balneario en Torrevieja (Alicante) o el edificio de grandes almacenes que levantar¨¢ en C¨®rdoba.
Ito, que recibi¨® el Le¨®n de Oro en la ¨²ltima Bienal de Arquitectura de Venecia, defiende una arquitectura et¨¦rea, que resulta hermosa de explicar pero dif¨ªcil de entender. Un tipo de construcci¨®n que contradice la solidez y la estabilidad que se asocian a los edificios tradicionales y que apuesta por la transparencia, por la fluidez, por la desaparici¨®n de los inmuebles como signo de integraci¨®n en un entorno cualquiera. ?l habla de construir desde el mundo como oposici¨®n a imponer desde las ideas, y sus ¨²ltimos edificios buscan eso: fundirse con el paisaje, difuminarse camufl¨¢ndose, torn¨¢ndose invisibles, evitando ser molestos, no queriendo ser intrusos. La exposici¨®n Toyo Ito, arquitecto, que ahora puede verse en Barcelona y que en enero viajar¨¢ a Palma de Mallorca, habla como la arquitectura antigua de la arquitectura del futuro y hace sentir al visitante el ideario de Ito no en su cerebro, sino en su propia piel.
En lugar de mostrar sus edificios ingr¨¢vidos, leves y difuminados, Ito ha construido un espacio escueto, et¨¦reo, leve como un suspiro que hace sentir la ingravidez. Un lugar como sus ¨²ltimos edificios: de apariencia fr¨¢gil e impacto rotundo, un espacio que cambia con las luces, los sonidos y la llegada de los visitantes. Para conseguirlo, ha condensado el tiempo, ha cogido esos factores que desplegados en las horas nos resultan tan naturales que se nos hacen casi imperceptibles, y los ha acelerado. De la misma manera que el visitante a esta muestra no ver¨¢ un muestrario, tampoco ver¨¢ un solo espacio sino muchos. Ver¨¢ c¨®mo las condiciones transforman la arquitectura y c¨®mo una construcci¨®n fluida e ingr¨¢vida desaparece junto a las paredes h¨²medas de un antiguo convento barcelon¨¦s. Predicar con el ejemplo. Esta exposici¨®n de Ito demuestra que la arquitectura habla mejor cuando lo hace en su lengua materna, alejada de sustitutos y modificada por el tiempo, la luz, el espacio y las texturas.
TOYO ITO, ARQUITECTO
Convent de Sant Agust¨ª. Barcelona. Hasta el 12 de enero de 2003. Sa Llonja. Palma de Mallorca. Del 28 de enero al 23 de febrero de 2003.
Papiroflexia y firmeza
EN UNA ?POCA en la que muchos proyectistas eligen construir arquitecturas de impacto, Toyo Ito apuesta por la sutileza. M¨¢s all¨¢ del montaje, que es la verdadera exhibici¨®n de esta muestra, la exposici¨®n recoge la proyecci¨®n de algunos de sus edificios m¨¢s caracter¨ªsticos de los ¨²ltimos a?os. Por un lado, la superposici¨®n de los planos de la Mediateca de Sendai (2001), su obra m¨¢s celebrada, construye un espect¨¢culo audiovisual que compone y descompone una de las salas. En la otra, una serie de columnas luminosas, tubos de tejido transl¨²cido, recogen algunos de sus proyectos m¨¢s leves, como la escenograf¨ªa para el teatro Cocoon de Tokio (2000), la Instalaci¨®n para la Exposici¨®n de Hannover (2000), el Pabell¨®n para la Plaza Mayor de Brujas (2002) o el construido para la Serpentine Gallery en el Hyde Park londinense (2002). Este ¨²ltimo, poco m¨¢s que un cubo recortado, parece un ejercicio de papiroflexia, un juego de origami para dar sombra a un caf¨¦ durante los meses de est¨ªo.
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