El pospujolismo
El 2003 ser¨¢ el ¨²ltimo a?o de Jordi Pujol como presidente de Catalu?a. En oto?o habr¨¢ elecciones al Parlamento catal¨¢n y nuevo presidente, tanto si se reedita la actual mayor¨ªa del centro-derecha como si ¨¦sta cede el paso al centro-izquierda. El l¨ªder nacionalista, que cuenta ahora 72 a?os, ha renunciado a presentarse para conseguir un nuevo mandato que, de lograrlo, hubiera sido el s¨¦ptimo consecutivo. 2003 es, por tanto, el a?o del adi¨®s de Pujol. Y despu¨¦s de las elecciones, ser¨¢ el primer a?o de Pasqual Maragall o el de Artur Mas, delf¨ªn de Pujol.
Las expectativas a 10 meses de las elecciones no son muy distintas a las que se abr¨ªan cuando faltaba un a?o para las anteriores auton¨®micas. Como en el invierno de 1998, los sondeos de opini¨®n indican tambi¨¦n ahora que Maragall es el preferido como candidato a presidente de la Generalitat. Pero, si no se tiene en cuenta al candidato, los nacionalistas de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) a¨²n tienen una intenci¨®n de voto superior al PSC.
El PSOE conf¨ªa en que una victoria socialista en Catalu?a levante una oleada de entusiasmo y abra la v¨ªa del cambio en Espa?a
Los nacionalistas y la derecha temen que, sin Pujol, en 2003 llegue la hora de la alternancia en la Generalitat. Es decir, la hora de Maragall
Partidos y candidatos
El ¨²ltimo sondeo del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS), dado a conocer en noviembre por el Gobierno, atribuy¨® a CiU una estimaci¨®n de voto del 35,2%, frente a un 33,6% para el partido socialista. En esta encuesta, sin embargo, se preguntaba por los partidos, pero no por los candidatos, un detalle que relativiza su valor.
El sondeo fue recibido como agua de mayo por CiU porque contradice los que han realizado diversos medios de comunicaci¨®n y el partido socialista, que apuntan claramente a una victoria de Maragall. La ausencia de unanimidad en los sondeos remite al equilibrio que en 1999 termin¨® por arrojar un resultado ins¨®lito: Maragall gan¨® en votos, pero Pujol venci¨® en esca?os, aunque s¨®lo por uno.
Esta vez, sin embargo, algunas cosas importantes son distintas. Y la primera es que Pujol, que parec¨ªa eterno, ya no estar¨¢ en la candidatura de CiU. Los nacionalistas y la derecha temen que, sin ¨¦l, en el oto?o de 2003 llegue la hora de la alternancia en la Generalitat. Es decir, la hora de Maragall. De ah¨ª que est¨¦n empe?ados en una intens¨ªsima campa?a de promoci¨®n de su nuevo candidato, Artur Mas, un tecn¨®crata de 46 a?os a quien Pujol ha nombrado conseller en cap de su Gobierno para catapultarle.
Pero el candidato no acaba de despegar y en las filas de CiU cunde la inquietud. En los ¨²ltimos meses est¨¢n gastando ingentes recursos en propaganda para contrarrestar la pujanza de Maragall, que ha hecho sus deberes como l¨ªder de la oposici¨®n, en contra de lo que auguraban incluso muchos de sus partidarios. El ex alcalde de Barcelona era en 1999 un pol¨ªtico que s¨®lo hab¨ªa ejercido desde posiciones de gobierno. Y aunque est¨¢ demostrado que lo suyo no es la esgrima parlamentaria, a lo largo de la legislatura ha sabido mantener la presi¨®n sobre CiU y colocarse al frente de un centro-izquierda que suma 67 esca?os frente a los 68 de CiU-PP. En octubre de 2001, Maragall present¨® una moci¨®n de censura a Pujol que sirvi¨®, sobre todo, para mostrar la existencia de su alternativa, pero tambi¨¦n la solidez de la alianza CiU-PP. Algo que Pujol intenta que pase inadvertido para esa parte de su electorado, la mitad aproximadamente, que hubiera preferido formar una mayor¨ªa parlamentaria con los independentistas de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).
Las pr¨®ximas auton¨®micas se plantean en Catalu?a como una cita crucial para sus principales protagonistas. Todos se juegan su supervivencia pol¨ªtica, adem¨¢s del triunfo o la derrota. Si Maragall, que la semana pr¨®xima cumple 63 a?os, fracasa en su segundo intento de alcanzar la presidencia, habr¨¢ perdido ya toda opci¨®n de futuro y los socialistas tendr¨¢n que replantearse su propuesta para Catalu?a.
En el campo nacionalista sucede lo mismo. En la propia Converg¨¨ncia se considera que Artur Mas s¨®lo podr¨¢ aspirar a una segunda oportunidad en el caso de salir derrotado por poca diferencia. Si no es as¨ª, nadie duda de que Josep Antoni Duran Lleida, el l¨ªder de Uni¨® Democr¨¤tica, el segundo partido de CiU, reclamar¨¢ el turno.
De todas formas, una derrota que le relegue a la oposici¨®n ser¨ªa un desastre para CiU. Significar¨ªa la p¨¦rdida de la extraordinaria base de poder social en que se ha convertido la Generalitat para la coalici¨®n al cabo de 23 a?os de dirigirla y configurarla seg¨²n sus par¨¢metros ideol¨®gicos y su conveniencia pol¨ªtica. La Administraci¨®n catalana se ha convertido en una segunda casa para las huestes de CiU, que la tienen como dominio propio.
Tambi¨¦n para Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero las elecciones catalanas del pr¨®ximo oto?o pueden resultar decisivas, y no s¨®lo por el mero hecho de que sus correligionarios ganen o pierdan. Maragall lo ha explicado con claridad meridiana. El objetivo de los socialistas es lograr una recuperaci¨®n del voto urbano en toda Espa?a en las elecciones municipales del 25 de mayo, dejar a CiU en la oposici¨®n en Catalu?a en las auton¨®micas de oto?o y, finalmente, romper la mayor¨ªa absoluta del PP medio a?o despu¨¦s, en las legislativas de 2004. Los socialistas conf¨ªan en que la victoria de Maragall levante una oleada de entusiasmo y abra la v¨ªa del cambio en Espa?a. Aspiran a que una situaci¨®n de este tipo permita reproducir a escala espa?ola el modelo de alianzas progresistas articuladas en torno al PSOE que ahora gobiernan en Arag¨®n y Baleares.
Las expectativas de las legislativas en Espa?a ser¨¢n muy distintas para todos si el centro-derecha cae del Gobierno de la Generalitat o se mantiene en ¨¦l. Los herederos de Jordi Pujol han comenzado ya a soltar lastre y han anunciado su renuncia a algunos de los m¨¢s caros paradigmas del l¨ªder de CiU. Uno de ellos es el de mantenerse siempre fuera del Gobierno de Espa?a. Otro, el rechazo a plantear la reforma del Estatuto de Autonom¨ªa catal¨¢n. Ambas cuestiones han sido ya replanteadas por Artur Mas, aunque remitidas a la pr¨®xima legislatura.
"Nosotros" y "ellos"
La entrada de CiU en el Gobierno de Espa?a ha sido propuesta a los nacionalistas en su momento por Adolfo Su¨¢rez, Felipe Gonz¨¢lez y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Todos han recibido la misma negativa. Pujol considera que para un nacionalista catal¨¢n deja de ser operativo el hablar de "nosotros" y "ellos" como elementos antag¨®nicos, el planteamiento que est¨¢ en la base de su pol¨ªtica, si uno forma parte del Gobierno de los otros. ?sta es la raz¨®n por la que ha utilizado su ocasional posici¨®n de bisagra en el Congreso de los Diputados para completar mayor¨ªas parlamentarias, pero nunca para integrarse en los Gobiernos espa?oles.
Para justificar el abandono de esta pol¨ªtica, Artur Mas ha puesto como condici¨®n que los posibles aliados, PSOE o PP, acepten la reforma del Estatuto de Autonom¨ªa, la primera tras m¨¢s de dos d¨¦cadas de vigencia. Se trata de una propuesta que, pese a los aspavientos del PP, es f¨¢cilmente aceptable a poco que se mantenga en los t¨¦rminos en que ha sido ya prefigurada por los recientes acuerdos del Parlamento catal¨¢n para la mejora del autogobierno.
As¨ª pues, en oto?o de 2003, pase lo que pase, Catalu?a entra en el pospujolismo y mueve una ficha que puede arrastrar otras en el escenario espa?ol.
Piqu¨¦ y la recomposici¨®n de la derecha catalana
POR DECISI?N PERSONAL de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, el PP ha colocado al ministro de Ciencia y Tecnolog¨ªa, Josep Piqu¨¦, como cabeza de cartel para las auton¨®micas catalanas. El objetivo de Piqu¨¦ no es ganar la presidencia de la Generalitat, sino el de conseguir un paquete de diputados que sirva para mantener la mayor¨ªa de centro-derecha con CiU. O, si no alcanza para eso, disponer de una base suficiente para intervenir en la recomposici¨®n de la derecha catalana en el pospujolismo.
Esta recomposici¨®n est¨¢ pendiente, sin embargo, de lo que suceda en la ¨²ltima cita del ciclo electoral que se abre en 2003, pero no termina hasta las legislativas de la primavera de 2004. La apuesta de los conservadores es la de forzar un acuerdo org¨¢nico con CiU, a la vista de la creciente coincidencia de sus programas socioecon¨®micos. Si no hay mayor¨ªa absoluta y si CiU consigue quedar de nuevo en posici¨®n de bisagra en el Congreso de los Diputados, los nacionalistas podr¨¢n aspirar a mantener su perfil propio. Pero si pierden esa posici¨®n de bisagra y en 2003 hubieran perdido las elecciones auton¨®micas, la derecha catalana estar¨ªa en la necesidad de rehacer totalmente sus esquemas. Para disponer de una baza en ese momento ha colocado Aznar a Piqu¨¦ en Catalu?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Pactos postelectorales
- Relaciones partidos
- Valoraci¨®n l¨ªderes pol¨ªticos
- Josep Piqu¨¦
- Jordi Pujol
- Pasqual Maragall
- Estimaci¨®n voto
- Elecciones Catalanas 2003
- Sondeos elecciones
- Pactos pol¨ªticos
- Candidaturas pol¨ªticas
- PP
- CiU
- Partidos pol¨ªticos
- Elecciones Catalanas
- Generalitat Catalu?a
- Elecciones auton¨®micas
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Administraci¨®n p¨²blica
- Catalu?a
- Espa?a
- Encuestas electorales
- Elecciones
- Pol¨ªtica