Un magn¨ªfico reparto cojo

Comienza bien, con nitidez expositiva, con buen ritmo y agilidad, con garra y buena definici¨®n de tipos, esta irregular, con una desarmon¨ªa grave en el reparto, reconstrucci¨®n de la larga vida espa?ola del escritor ingl¨¦s Gerald Brenan.

La sostiene ante todo una buena captura del paisaje humano de la vida en la Alpujarra de los a?os veinte, paisaje del que brotan concreciones muy vivas, como las admirables composiciones de Antonio Resines del cura y de ?ngela Molina de la amante del cura; y las de Guillermo Toledo, Consuelo Trujillo y Ver¨®nica S¨¢nchez, que est¨¢n sobrados de gracia y alcanzan momentos viv¨ªsimos, casi explosivos. La sostiene tambi¨¦n una magn¨ªfica graduaci¨®n, con refinadas dilaciones, del idilio entre Mathew Goode, que interpreta (mal) a Brenan, y Ver¨®nica S¨¢nchez, que compone con derroches de verdad a su criada amante.

Y la sostienen escenas muy bien escritas y filmadas, como la del parto, que alcanza muy altas calidades; y la primera, resuelta de forma sencilla y creible, escena de amor; y la de la p¨¦rdida de la virginidad; y la de la trilla; y la de la despedida en el cruce de caminos; y la de la muerte del cacique. Hay esmero y buen oficio en la composici¨®n y encadenamiento de estos instantes nobles, libres y altos.

Pero chirr¨ªa, y parece ajena, casi a?adida, la v¨¦rtebra del relato, el propio Brenan, al que Mathew Goode no logra definir como personaje, ni dar intensidad a sus actos, de modo que Brenan flota sin identidad precisa en un relato en el que parece m¨¢s un invitado de lujo que el verdadero protagonista y vertebrador de todos los sucesos y personajes. Cuanto rodea a Goode es m¨¢s convincente que ¨¦l, y esto, a medida que la pel¨ªcula se adentra en s¨ª misma, da?a a la secuencia y la hace arr¨ªtmica y amorfa, desprovista de m¨¦dula.