Habla Claude L¨¦vi-Strauss
EL ETN?LOGO franc¨¦s Claude L¨¦vi-Strauss (Bruselas, 1908) acaba de ver c¨®mo su vida y obra son objeto de divulgaci¨®n masiva a trav¨¦s de un libro de la popular colecci¨®n Que Sais-je?, escrito por una antigua alumna suya, Catherine Clement, al tiempo que Campus, la m¨¢s importante de las emisiones literarias de las televisiones francesas, le entrevistaba. La conversaci¨®n con el autor de Tristes tr¨®picos es s¨®lo un apunte, un mero asomarse a un continente inmenso. L¨¦vi-Strauss, aunque parece seguir gozando de una memoria prodigiosa y una gran capacidad para relacionar saberes, es un hombre muy mayor al que -son sus propias palabras- "cansa el primitivismo de la televisi¨®n".
En su d¨ªa, L¨¦vi-Strauss, que vivi¨® entre 1935 y 1939 largos periodos en compa?¨ªa de diferentes tribus del Mato-Grosso, sorprendi¨® al arrancar Tristes tr¨®picos escribiendo: "Odio los viajes y los exploradores". Hoy recuerda que "el viaje del etn¨®grafo tiene muy poco que ver con la aventura rom¨¢ntica que pude imaginarme antes de marchar hacia Brasil". Sobre su vocaci¨®n es muy claro y conciso: "Naci¨® de un telefonazo. Marcel Mauss y su equipo reclutaban entre los licenciados en filosof¨ªa gente que quisiera trabajar en el reci¨¦n creado departamento de etnograf¨ªa, una ciencia que acababa de adquirir rango universitario y que hasta entonces hab¨ªa dependido de misioneros y administradores coloniales. Yo hac¨ªa s¨®lo dos a?os que ejerc¨ªa como profesor de filosof¨ªa, en Mont-de-Marsan y en Laon, en 1932 y 1933. El primer a?o es apasionante, tienes que construirte todo un programa, pero los cursos siguientes te limitas a retocarlo. Estaba claro que no era eso lo que iba a dar sentido a mi vida. Ten¨ªa ganas de descubrir el mundo. Y de ah¨ª que aceptase un puesto en la universidad de S?o Paulo y comenzase mis viajes de etn¨®logo".
A Catherine Cl¨¦ment le impresiona la capacidad de su maestro para sacar conclusiones de lo que, para otro, ser¨ªa anecd¨®tico. Del gesto y el vestuario de unos monjes budistas aprende "que Occidente ha perdido su oportunidad de seguir siendo mujer porque el islam se ha interpuesto entre Oriente y Occidente" y hecha en falta "esa lenta osmosis con el budimo que nos hubiera cristianizado". Para L¨¦vi-Strauss, el islam es "desconcertante" porque "su preocupaci¨®n por fundar una tradici¨®n se acompa?a de la necesidad de destruir todas las tradiciones anteriores". De ah¨ª que se indigne ante el hecho de que se haya querido condenar judicialmente al novelista Michel Houllebecq por afirmar que "el islam es la m¨¢s est¨²pida de las religiones". Para el antrop¨®logo, "ese proceso hubiera sido inconcebible hace medio siglo porque se tiene todo el derecho a criticar la religi¨®n y a decir lo que se piensa. Hemos sido contaminados por la intolerancia isl¨¢mica. Hablan de reintroducir la ense?anza de la historia de las religiones en la escuela. Es una nueva concesi¨®n hecha al islam, a la idea de que la religi¨®n debe penetrar en dominios que no son los suyos. Me parece que la laicidad pura y dura hab¨ªa dado buenos resultados".
Estudioso de sociedades llamadas primitivas, L¨¦vi-Strauss es considerado por Cl¨¦ment como un "precursor de la ecolog¨ªa", juicio que tamiza bajo la luz del pesimismo propio del etn¨®logo pues la bi¨®grafa recuerda ese pasaje de Tristes tr¨®picos en que leemos que "la humanidad se instala en la monocultura; se dispone a producir civilizaci¨®n en masa, como cultiva la remolacha". L¨¦vi-Strauss dice hoy que "es imposible no sentir nostalgia ante la tribu de los bororos, una sociedad que abol¨ªa el tiempo. ?Qu¨¦ deseo m¨¢s profundo que el de querer el vivir en una suerte de presente que es un pasado revivificado sin cesar y mantenido tal como era a trav¨¦s en los mitos y las creencias?". Para ¨¦l, "la sabidur¨ªa, de entrada, consiste en saber que su sociedad, para ser viable, tiene que ser poco numerosa. Cuando eran demasiados la tribu se divid¨ªa en dos. Y en comprender que el hombre no es predominante en la naturaleza, que comparte el mundo con otras especies del reino animal y vegetal. Nosotros bautizamos de supersticiosas, pr¨¢cticas que no son otra cosa que su forma de expresi¨®n del respeto hacia el mundo que les rodea".
Las cuestiones demogr¨¢ficas determinan la mirada de L¨¦vi-Strauss. "Despu¨¦s de mi viaje a Brasil se ha confirmado lo que yo intu¨ª, a saber, que esas tribus reducidas a grupos de 50 individuos hab¨ªan sido mucho m¨¢s numerosas, que no eran primitivos sino restos de sociedades y civilizaciones mucho m¨¢s importantes que no resistieron la llegada de los europeos".
En su corto pero sustancioso librito, Cl¨¦ment hace referencia a L¨¦vi-Strauss como uno de los padres del movimiento estructuralista y recuerda la irritaci¨®n del etn¨®logo al descubrir, en casa de ella, sus libros puestos en el mismo estante que los de Michel Foucault, Roland Barthes, Louis Althusser o Jacques Lacan. "Los ¨²nicos estructuralistas al lado de los cuales acepto figurar son ?mile Benveniste y Georges Dumezil". Pero ese furor ante sus "malas compa?¨ªas" de biblioteca no debe hacer pensar en un hombre malhumorado, sino en alguien que quiere ser preciso. Y eso no le impide perder el sentido del humor. "Para mantener vivo mi ingl¨¦s hubo una ¨¦poca en que le¨ªa Playboy y un d¨ªa descubr¨ª un comentario sobre un libro m¨ªo en el que quedaba claro que no lo hab¨ªan entendido. Les escrib¨ª una carta record¨¢ndoles que para comprender c¨®mo funciona una sociedad antes hay que saber de qu¨¦ est¨¢ compuesta. Y les a?ad¨ª que ellos, visto el tipo de revista, debieran saber que antes de la fisiolog¨ªa est¨¢ la anatom¨ªa".
Las estructuras del parentesco y las reglas matrimoniales de diversas civilizaciones han sido uno de los centros de inter¨¦s de la obra de L¨¦vi-Strauss. "Hoy las normas de matrimonio y el peso del parentesco no desempe?an el mismo papel que en las sociedades tradicionales. Pero los mitos sobreviven bajo otras formas. Por ejemplo, la Historia. Al conocimiento del pasado le atribuimos la capacidad de permitirnos comprender el presente y ese presente nos sirve para hacer previsiones sobre el futuro".
La edad le ha devuelto tambi¨¦n la nostalgia por los viejos oficios de artista. El arte -la m¨²sica y la pintura en especial- es una expresi¨®n humana que escapa al tiempo. "Pero si a Andr¨¦ Breton le interesaron tanto las m¨¢scaras africanas no se debe no s¨®lo a que coincid¨ªan con sus deseos de surrealista, sino tambi¨¦n a que, por su precio moderado, estaban al alcance de sus posibilidades de coleccionista. No hay duda de que era una forma de arte que tend¨ªa puentes hacia el mundo sobrenatural, pero los artistas modernos encontraron ah¨ª ejemplos, que no modelos. La liberaci¨®n formal de la modernidad no nace de ah¨ª. Picasso es genial, pero no puede decirse que destaque por su talento como paisajista. Hace pocos a?os, al ver esa exposici¨®n que iba de David a Delacroix, comprend¨ª que en ese lapso de tiempo se hab¨ªan perdido saberes preciosos del oficio de pintor, que secretos f¨ªsicos y qu¨ªmicos no hab¨ªan sido transmitidos".
Claude L¨¦vi- Strauss. Catherine Cl¨¦ment. Puf. Par¨ªs, 2002. 127 p¨¢ginas. 6,18 euros.
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