Cacerolazo a bordo

El cacerolazo a bordo contra el ex ministro de la Secretar¨ªa de la Presidencia, Rafael Vargas, hab¨ªa sido planificado cuidadosamente en el aeropuerto internacional de Caracas y se ejecut¨® sin dilaci¨®n ni misericordia cuando el vuelo 820 de Aeropostal, rumbo a Aruba, alcanz¨® la altitud de crucero. "?Chavista!, ?chupasangre!, ?m¨¦dico criminal!, ?golpista!". El zafarrancho de imprecaciones, patadas y pu?etazos prosigui¨® en la isla antillana, oblig¨® a la compa?¨ªa a nuevas normas de seguridad y refleja la polarizaci¨®n de la sociedad venezolana.

El batir de cacerolas como arma pol¨ªtica naci¨® en Chile y Argentina, pero en Venezuela alcanz¨® una intensidad y programaci¨®n inusitadas contra la presidencia de Hugo Ch¨¢vez: es ritual a las ocho de la tarde y en las manifestaciones, e invadi¨® frecuentemente los hogares de dirigentes del oficialismo y de varios jefes militares.

El hostigamiento al diputado Tarek William Saab, a quien acompa?aban su esposa, embarazada, y dos ni?os, fue canallesco. Los vecinos de Marisabel de Ch¨¢vez en Barquisemeto la mortificaron a diario y la vajilla insurrecta desquici¨® a otros.

La trifulca del vuelo 820 fue ejemplo, a escala, de otros repudios en restaurantes, comercios o paseos. "?Vete pa Cuba, co?o e madre!", "?Vendido!", le increpaban a Vargas, seg¨²n la reconstrucci¨®n de la refriega a bordo, el 25 de diciembre, publicada por El Nacional, diario situado dentro del bloque que exige elecciones anticipadas.

El dirigente del Movimiento Quinta Rep¨²blica (MVR) hab¨ªa sido identificado poco antes de subir a bordo por una se?ora que propuso cacerolearlo en el aire para impedir su fuga. Ocurri¨® minutos despu¨¦s de que el letrero luminoso Fasten seat belts (Abr¨®chense los cinturones) hubiera sido apagado. La nave volaba hacia las Antillas holandesas a 7.300 metros de altura. Todos a una, prorrumpieron en gritos y silbatos, y las matracas y hebillas met¨¢licas chocando contra los apoyabrazos transformaron la cabina en un ensordecedor aquelarre.

"?Que no te vea en Aruba, porque, si no, te voy a dar m¨¢s co?azos que a una tambora!", amenaz¨® uno. Blandiendo una cacerola port¨¢til, construida con un fleje o resorte de bola que percute sobre una sart¨¦n al agitarse, Alfredo Franco se acerc¨® hasta el asiento del m¨¢rtir. Vargas se levant¨®: "T¨² a m¨ª no me tocas ninguna cacerola". "Yo s¨ª te la toco". "Pens¨¦ que me la iba a quitar", record¨® al diario de Caracas, "pero me dio una patada en la canilla izquierda". Pero, hete aqu¨ª, que el ex ministro es karateca y el directo de Vargas casi le acierta.

El torturado ex ministro confes¨® haber deseado la entrada en barrena del avi¨®n, morir matando. No pocos proponen la inmolaci¨®n contra Ch¨¢vez porque lo aborrecen. El segundo derechazo tumb¨® al pasajero, que, temerariamente, hab¨ªa titileado un llavero junto a sus narices. Con el pie sobre el cuello, debi¨® contenerse para no retorcerlo "como a una gallina".

Vargas perdi¨® las gafas mientras, apresado por el cuello, era vapuleado por cinco. A gatas, ofreci¨® 300 d¨®lares por ellas. Nadie acept¨® la recompensa del miope. Alarmado, el piloto sali¨® para restablecer el orden. Mujeres y ni?os lloraban, presas del p¨¢nico.

La cazuela venezolana sigue acechando y es tambi¨¦n ariete, menos intenso, en manos de los chavistas que intimidan a los medios de comunicaci¨®n y a los huelguistas. Los cuadros gubernamentales domiciliados en el este de Caracas, basti¨®n de la clase media movilizada, son penitentes, pr¨®fugos o retadores.

"Cuando me cacerolean, yo disparo cohetes por la ventana", confesaba uno. Pero el v¨ªa crucis de Vargas no acab¨® el d¨ªa de Navidad. El pasado mi¨¦rcoles encaj¨® otra rechifla en el aeropuerto durante la despedida de su hijo, estudiante de medicina en Francia. Una mujer se le ech¨® encima y debi¨® contenerla con una mano sobre el pecho. Un escupitajo chorre¨® sobre los anteojos del dirigente. Los escu¨¢lidos, el apodo ideado por el presidente Ch¨¢vez para la oposici¨®n antes de que ¨¦sta demostrara su masiva capacidad de convocatoria, reanudaron la percusi¨®n en columnas met¨¢licas, tuber¨ªas o mostradores.

"?Cobarde, no le pegues!", espet¨® alguien a Vargas. Su hijo, m¨¢s diestro y ¨¢gil que su padre en las artes marciales, vol¨® sobre el enemigo y lo derrib¨® de un patad¨®n en el plexo. "?U, a, Ch¨¢vez no se va"!, jalearon maleteros y obreros que acudieron en defensa del ex ministro.

"Hombre que me cacerolee lo co?aceo", avis¨® el dirigente oficialista. Deber¨¢ hacerlo, porque el perol opositor funde las bielas en su incansable alzamiento contra Ch¨¢vez.