Voluntarios y activistas
En los pa¨ªses de capitalismo desarrollado, los grupos econ¨®micos m¨¢s poderosos pretenden reducir el gasto p¨²blico y la acci¨®n social del Estado trasladando la responsabilidad a la llamada sociedad civil regida por las leyes del mercado y el incentivo del beneficio particular. El resultado es el gran negocio que sigue engordando a los ya enriquecidos por el sistema a costa del esfuerzo injusto e inhumano de la poblaci¨®n con menos recursos para acceder a los servicios vitales que necesita. Galicia es hoy el ejemplo monstruoso del cinismo neoliberal que impera hoy sobre toda Espa?a. Pero ocurre tambi¨¦n que en los pa¨ªses de capitalismo subdesarrollado, como los iberoamericanos, el Estado real ni siquiera existe y su ineficacia social se confunde con el absentismo puro y simple. De ah¨ª que hayan surgido espont¨¢neamente de modo forzoso movimientos populares de autogesti¨®n que se esfuerzan por remediar los males que les acosan ante la indiferencia de los poderosos de la econom¨ªa y de la pol¨ªtica. Galicia vuelve a ser un ejemplo de ese subdesarrollo relativo con su extraordinaria movilizaci¨®n trabajadora de estos meses, abandonada de hecho en lo fundamental de su combate por el Gobierno del Estado y de su propia comunidad aut¨®noma.
La crisis del poder p¨²blico en los Estados sometidos al capitalismo ego¨ªsta y destructor est¨¢ provocando, pues, en aparente paradoja, la rebeli¨®n revolucionaria de sus v¨ªctimas, como ha ocurrido siempre en la historia. La falsa democracia estatal se est¨¢ llenando de contenido vivo merced a la actividad participante de las gentes, que ya no esperan nada o muy poco de sus gobernantes y a las que ya no se compra con miserables ayudas caritativas de ¨²ltima hora. El futuro Estado democr¨¢tico y social que proclama sin ¨¦xito inmediato nuestra Constituci¨®n se est¨¢ iniciando en Galicia y ha empezado a extenderse por toda Espa?a en forma de ese voluntariado humano y solidario que ha acudido al finisterre apocal¨ªptico como aquellas Brigadas Internacionales que hace m¨¢s de 60 a?os vinieron a salvar a nuestra patria de las hordas fascistas; las cuales, con el apoyo posterior de EE UU, se mantuvieron durante la larga noche de piedra del franquismo.
El movimiento popular que Galicia promueve coincide, en el tiempo y el esp¨ªritu, con la oleada mundial de acciones a favor de otro mundo posible, llevadas a cabo seg¨²n el principio de una lucha antiglobalizadora local. Tal lucha implica, de modo indisociable, la defensa de los derechos humanos y sociales y la correspondiente actividad participante y democratizadora de las v¨ªctimas ciudadanas. Pero aqu¨ª se ha de insistir en el papel insustituible de los dirigentes y animadores populares. En la mejor tradici¨®n de los l¨ªderes obreros y campesinos de los dos siglos pasados, han ido surgiendo en los ¨²ltimos a?os agitadores de la opini¨®n p¨²blica, movilizadores vecinales, directivos de organizaciones y plataformas independientes de los partidos, que defienden a consumidores, usuarios y vecinos. Acusados a veces de subversivos o de meros incordios del poder p¨²blico por af¨¢n patol¨®gico de notoriedad, estos conductores de masas han proseguido su combate democr¨¢tico y justiciero eludiendo a menudo las ofertas corruptas de compra que les llevar¨¢n a una integraci¨®n traidora o al silencio conformista. Precisamente ahora, el Ayuntamiento de Barcelona, que acaba de dar un importante ejemplo de di¨¢logo institucional con el vecindario de la plaza de Lesseps en el distrito de Gr¨¤cia, ha editado un libro sobre el l¨ªder sindical Manuel Mart¨ªnez, gran activista durante el franquismo, la transici¨®n y la democracia. Se trata de un buen modelo para los actuales y futuros activadores de esta ¨²ltima en toda Espa?a.
Mart¨ªnez sufri¨® hambre y miseria en su infancia. En el barrio de chabolas donde falleci¨® una de sus hijas a causa de una infecci¨®n organiz¨® las primeras manifestaciones para exigir alumbrado p¨²blico, alcantarillado y agua corriente. Despu¨¦s luch¨® por casi todo: por el derecho de huelga y el retorno de los exiliados; contra el estado de excepci¨®n y la guerra de Vietnam. Despedido de todos los trabajos y encarcelado tres veces, hizo dos huelgas de hambre, presidi¨® manifestaciones y era el primero en enfrentarse a gritos con la polic¨ªa.
Inserto en el movimiento vecinal, su tenacidad reivindicativa y su inteligente apoyo en la legalidad han supuesto victorias colectivas que nunca podr¨¢n juzgarse como derrota de los gobernantes, sino como la colaboraci¨®n imprescindible de la ciudadan¨ªa para que ¨¦stos no pierdan la autoridad que ella les confiri¨® cuando se presentaron, llenos de promesas, pidiendo su voto.
Tendemos a hacer de los emblemas excepciones. Manuel Mart¨ªnez no es un caso ¨²nico, excepcional e irrepetible. Aunque no abunden todav¨ªa, hay muchas y muchos como ¨¦l. Son lo que pueden ser tantos voluntarios que acuden hoy a Galicia no movidos s¨®lo por sentimientos caritativos, sino por convicci¨®n realista de que s¨®lo una red solidaria de combatientes por las causas humanas y una movilizaci¨®n de la energ¨ªa de las v¨ªctimas frente a la fr¨ªa e interesada explotaci¨®n que sufren pueden ir construyendo un verdadero Estado democr¨¢tico al servicio de las necesidades b¨¢sicas y de los derechos constitucionalmente reconocidos de todos los ciudadanos.
Conscientes voluntarios solidarios y activistas de las exigencias leg¨ªtimas de la gente forman la vanguardia de una democracia de base. Pero ser¨ªa un error ver en ellos a unos enemigos de los pol¨ªticos profesionales y de los representantes electos del pueblo. Por el contrario, son su impulso popular constante. Son sus cr¨ªticos y correctores m¨¢s eficaces. Son sus mandantes, que exigen el cumplimiento del contrato electoral. Si se les margina, se les condena o se les persigue (como est¨¢ haciendo el PP con todo tipo de oposici¨®n), los gobernantes pierden autoridad y legitimidad democr¨¢ticas y han de ser sustituidos por aquellos pol¨ªticos que enlacen su actuaci¨®n con la actividad reivindicativa de una poblaci¨®n movilizada a trav¨¦s de unos dirigentes tan voluntarios como vocacionales. Los pescadores gallegos, los voluntarios espa?oles y los Manuel Mart¨ªnez, est¨¦n donde est¨¦n, son los verdaderos padres de la patria nueva.
J. A. Gonz¨¢lez Casanova es constitucionalista.
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