La tentaci¨®n del fracaso
Primer diario lime?o
3 de junio de 1950
?Por qu¨¦ estar¨¦ hoy tan decepcionado? Sin dinero, sin ¨¦xitos, sin amores, mis d¨ªas van cayendo como las hojas secas de un ¨¢rbol. Rodeado de oscuridad, de cenizas. Hoy me siento incapaz de todo. Una pereza moral irresistible. S¨®lo ans¨ªo viajar. Cambiar de panorama. Irme donde nadie me conozca. Aqu¨ª ya soy definitivamente como han querido que sea. Conforme me aleje ir¨¢n cayendo mis vestiduras, mis etiquetas y quedar¨¦ limpio, desnudo, para empezar a ser distinto, como yo quisiera ser. Pero, ?ad¨®nde ir? Si llevo dentro de m¨ª el germen de todo mi destino, ?para qu¨¦ hacer rodar por todos los paisajes, como un circo ambulante, el espect¨¢culo de mi vida equivocada?
Todo diario surge de un agudo sentimiento de culpa. Parece que en ¨¦l quisi¨¦ramos depositar cosas que nos atormentan y cuyo peso se aligera por el solo hecho de confiarlas a un cuaderno
Primer diario parisino
29 de enero de 1954
Todo diario ¨ªntimo surge de un agudo sentimiento de culpa. Parece que en ¨¦l quisi¨¦ramos depositar muchas cosas que nos atormentan y cuyo peso se aligera por el solo hecho de confiarlas a un cuaderno. Es una forma de confesi¨®n apartada del rito cat¨®lico, hecha para personas incr¨¦dulas. Un coloquio humillante con ese implacable director espiritual que llevan dentro de s¨ª todos los hombres afectos a este tipo de confidencias.
Todo diario ¨ªntimo es tambi¨¦n un prodigio de hipocres¨ªa. Habr¨ªa que aprender a leer entre l¨ªneas, descubrir qu¨¦ hecho concreto ha dictado tal apunte o tal reflexi¨®n. Por lo general se analiza el sentimiento pero se silencia la causa.
Todo diario ¨ªntimo nace de un profundo sentimiento de soledad. Soledad frente al amor, la religi¨®n, la pol¨ªtica, la sociedad. La mayor parte de los diaristas fueron solteros. Los hombres casados, activos, sociables, que desempe?en funciones p¨²blicas, dif¨ªcilmente podr¨¢n llevar un diario, ocupados como est¨¢n en vivir por y para los dem¨¢s.
Todo diario ¨ªntimo es un s¨ªntoma de debilidad de car¨¢cter, debilidad en la que nace y a la que a su vez fortifica. El diario se convierte as¨ª en el derivativo de una serie de frustraciones, que por el solo hecho de ser registradas parecen adquirir un signo positivo.
En todo diario ¨ªntimo hay un problema capital planteado que jam¨¢s se resuelve y cuya no soluci¨®n es precisamente lo que permite la existencia del diario. El resolverlo, trae consigo su liquidaci¨®n. Un matrimonio logrado, una posici¨®n social conseguida, un proyecto que se realiza pueden suspender la ejecuci¨®n del diario.
Todo diario ¨ªntimo se escribe desde la perspectiva temporal de la muerte. (Ahondar esta idea.)
Segundo diario lime?o con interludio ayacuchano
2 de agosto de 1958
Los que no sienten a la mujer como una potencia extranjera, ingobernable y mal¨¦fica; los que no consideran a la sociedad como un c¨ªrculo erizado de espadas; los que no ven en las cosas m¨¢s simples -una piedra, un boleto de ¨®mnibus, una mancha del pantal¨®n- el signo de la adversidad, ¨¦sos, no s¨¦ c¨®mo pueden vivir, pero son, sin duda, los triunfadores.
1969
31 de agosto (2 de la ma?ana)
Recibo mis cuarenta a?os solo, en mi casa vac¨ªa. La Place Falgui¨¨re desierta. Silencio. Como s¨®lo una vez se cumple esta edad y como me siento leve, muy levemente deprimido (no por envejecer, sino por envejecer de cierta manera) compr¨¦, a pesar de mi pobreza, una botella de whisky y dos paquetes de cigarrillos rubios. Para poder servirme un trago tuve que lavar un vaso polvoriento, en una cocina donde hace d¨ªas que no entro por no enfrentarme a la vajilla sucia.
Lo ¨²nico que he hecho hoy por la casa ha sido cambiar s¨¢banas y tender la cama y lo ¨²nico que he hecho por m¨ª, escribir una carta y leer Di¨¢logos de exiliados de Brecht. Luego nada, aparte de mis siete horas en la AFP. Me gustar¨ªa estar con Alida y con mi gordo, ambos en Lima, haber comido con ellos, conversado, re¨ªdo, peleado incluso. Fea soledad, cuando la imaginaci¨®n se mella y uno no puede ya ni siquiera conversar consigo mismo.
1972
Cuando recobro la raz¨®n me vuelvo loco.
La gran admiraci¨®n que nos despierta un escritor se nota no tanto en que nos impone la lectura de su obra sino la lectura de sus lecturas preferidas.
?C¨®mo hacer, Dios m¨ªo, para quererme un poco m¨¢s y no seguir empleando toda mi vehemencia y mi talento en destruirme!
1974
Una nueva forma de narrar no implica necesariamente innovaciones espectaculares de car¨¢cter t¨¦cnico o verbal sino un simple desplazamiento de la ¨®ptica. El asunto consiste en encontrar el ¨¢ngulo novedoso que nos permita una aprehensi¨®n in¨¦dita de la realidad. Pienso particularmente en el caso de Kafka -por oposici¨®n a Joyce-, cuya novela Am¨¦rica rele¨ª en Porto Ercole con infinito placer.
26 de diciembre
Nuevamente establezco la analog¨ªa entre el juego y el acto de escribir y siempre partiendo de la observaci¨®n de mi hijo. Ambas actividades son exploraciones de la propia personalidad y en este sentido viaje, diversi¨®n, sorpresa y descubrimiento. En las tantas horas que pasamos juntos en casa me doy cuenta de que el estado de ¨¢nimo que lo conduce a sus juguetes es similar al que me sienta frente a mi m¨¢quina: insatisfacci¨®n, aburrimiento, deseo de ceder la palabra al otro o los otros que hay en nosotros mismos, asumir nuestras personalidades ovulares o rechazadas y darles moment¨¢neamente vida, al fin de cuentas desdoblarnos o multiplicarnos en el espejo de nuestra fantas¨ªa. Efecto sedativo de ambas actividades: olvido de s¨ª mismo, p¨¦rdida de la noci¨®n del tiempo y, a su t¨¦rmino, retorno pl¨¢cido y fatigado a nuestra realidad.
1975
9 de diciembre
Lo que me aterroriza es que mi diario, si alguna vez se llega a publicar (incluyendo en ¨¦l las Prosas ap¨¢tridas en el momento en que fueron escritas, si es posible fecharlas), pueda convertirse en un libro "formativo", en el sentido en que se encuentre en ¨¦l algo de ejemplar o recomendable, cuando se trata por lo general de una serie de fragmentos "informativos", que no pretenden sino dar cuenta espor¨¢dicamente de mi vida activa o reflexiva. Yo temer¨ªa que alguien se parezca a m¨ª, pues no tengo nada que ense?ar, salvo por oposici¨®n o negaci¨®n. Yo soy literalmente un "hombre sin cualidades". En mi vida todo es resta o divisi¨®n, no hay el menor signo positivo. Carezco de voluntad (pues si la tuviera no habr¨ªa fumado ni bebido durante a?os para librarme del mal que me mata), de ambici¨®n (pues habr¨ªa aprovechado situaciones privilegiadas para sacar ventaja de ellas), de coraje (pues me habr¨ªa ido a las guerrillas en 1964), de lealtad (pues deber¨ªa haber renunciado p¨²blicamente a mi cargo cuando cay¨® Velasco), de previsi¨®n (pues deber¨ªa poner orden en mi vida ahora que me estoy yendo de ella y dejo mujer e hijo). En suma, soy el mal ejemplo, lo que debe descartarse. Lo ¨²nico que puede redimirme es quiz¨¢s mi lucidez para juzgar mi situaci¨®n, mi tenacidad en seguir escribiendo a pesar de obst¨¢culos naturales y accidentales y esa especie de irradiaci¨®n interior (salud moral, la llamo, a falta de otro t¨¦rmino) que me permite pasar sobre mis adversidades cotidianas para seguir viviendo, basado en el principio de que siempre tenemos algo que hacer, por poco que hagamos.
1978
27 de enero
Ahora ni siquiera s¨¦ qu¨¦ libros me llevar¨ªa a una isla desierta.
1. Poes¨ªa: Horario, Dante, Quevedo, Baudelaire, Whitman, Vallejo.
2. Novela: Cervantes, Balzac, Flaubert, Proust, Musil, Kafka.
3. Cuento: Poe, Maupassant, Ch¨¦jov, Buzzati.
4. Teatro: Shakespeare, Pirandello, Brecht, Ch¨¦jov, Goethe.
5. Ensayo y Cr¨ªtica: Montaigne, Saint-Beuve, E. Wilson.
6. Filosof¨ªa: Plat¨®n, Spinoza, Heidegger.
7. Historia: T¨¢cito, Michelet, Gibbon, Toynbee, Braudel.
8. Diario, Autobiograf¨ªa o Memorias: Amiel, J¨¹nger, Kafka, Saint-Simon, Chateaubriand, Casanova.
9. Ciencias Sociales: Marx, Freud, L¨¦vi-Strauss, Jakobson.
10. Marginalia: Melville, De Quincey, Borges, J¨¹nger, Stendhal, Baudelaire, Diderot.
15 de abril
Ayer con el Embajador dejamos una corona de flores en la tumba de Vallejo. Esta tarde dejar¨¦ con mis amigos poetas palabras y poemas. ?Qu¨¦ sentido tienen estos homenajes? Probablemente ninguno. El propio Vallejo mirar¨ªa estas ceremonias con sarcasmo. Honrar a los muertos forma parte de una vieja tradici¨®n. Tradici¨®n que en nuestra ¨¦poca ya no tiene sentido, pues se da fuera de su contexto cultural: religioso, m¨¢gico, m¨ªtico. Lo sigo pensando en quienes iremos, todos incr¨¦dulos, todos esc¨¦pticos. Pero esto se presta a confusiones. Por un lado est¨¢n los restos materiales, las reliquias y s¨ªmbolos (la tumba, los huesos o polvo del homenajeado), por otro su memoria, el respeto o admiraci¨®n por ¨¦l mismo. Una y otra cosa nada tienen que ver. Yo sigo reverenciando a mi padre, pero soy incapaz de ir a visitar su tumba. Mi reverencia se da en un plano que no requiere de signos ostentatorios. ?l est¨¢ presente en m¨ª en otras formas. En resumen, no dejar otra cosa que obras o memoria, para evitar peregrinaciones. Si alguien quiere honrarme cuando desaparezca que me lea o me comente. Nada de flores o discursos delante de lo que no existe.
3 de junio
Herman Braun termin¨® hace unos d¨ªas de hacerme un retrato, un acr¨ªlico de aproximadamente un metro por uno y medio. Seis sesiones de pose y el resto del trabajo de memoria, con el apoyo de una foto ampliada. No he visto a¨²n el resultado final, pero no creo que difiera mucho de lo que ya estaba hecho el d¨ªa de mi ¨²ltima pose. Me parece un buen retrato, el parecido es innegable, la t¨¦cnica rembrandiana muy bien aplicada. Claro, cada cual tiene de su cara su propia imagen, que generalmente es la m¨¢s favorable. Y Herman da de mi cara la versi¨®n que yo muchas veces he visto en espejos y fotograf¨ªas, pero que inconscientemente tiendo a sustituir por otra que halaga m¨¢s mi vanidad. En resumen, Herman da mi imagen cadav¨¦rica, fatigada, envejecida, que es seguramente mi verdadera imagen y no la que yo trato de hacer prevalecer, y que guarda mi memoria, hecha de momentos ef¨ªmeros de bienestar, de descanso, de placidez, de ilusi¨®n juvenil. Aparte de eso hay peque?os detalles ya imposibles de corregir, como el que yo figure con el pelo corto, cuando por lo general yo ando con el pelo muy largo y despeinado. Sucede que cuando me tom¨® las fotos-modelo yo acababa de cortarme el pelo. En cuando a la calidad pl¨¢stica del retrato, su valor como obra independiente del modelo o del parecido, no s¨¦ a¨²n qu¨¦ opinar, hasta que no vea el resultado final, lo que debe ocurrir en estos d¨ªas. Con este retrato Herman inaugura una nueva serie de retratos rembrandianos, de amigos o colegas, que tienen la particularidad -al menos ¨¦se es su proyecto- de que el modelo intervenga en la hechura del retrato. Si se trata de un escritor, con manuscritos suyos que ser¨¢n pegados en el cuadro; si es un pintor, con algo que ¨¦ste pintar¨¢ en alg¨²n lugar reservado de la superficie. Idea interesante, pero que como toda idea original necesita ser refrendada por los resultados.
30 de diciembre
Si mi uni¨®n con Alida fracasa alg¨²n d¨ªa no ser¨¢ tanto por la oposici¨®n de nuestros caracteres como por la identidad de nuestros defectos. Su orden con mi desorden, su higiene con mi desali?o, su locuacidad con mi silencio, su sociabilidad con mi enclaustramiento, mal que bien han hecho buen m¨¦nage durante casi veinte a?os... Pero es nuestra com¨²n imprevisi¨®n y prodigalidad lo que nos pone en una situaci¨®n en la que nuestra sociedad deja de ser viable. Ambos no tenemos la menor idea del ahorro, de la econom¨ªa, de la intendencia de la casa y nos precipitamos inconsciente y casi desesperadamente hacia la ruina.
Nuestra t¨¢ctica es la de la fuite en avant: mientras m¨¢s deudas, m¨¢s gastos. Es as¨ª que este a?o, en el que tanto ella como yo tuvimos entradas extras que nos hubieran permitido equilibrarnos, lo cerramos con un d¨¦ficit monstruoso y para ¨¦l cual no hay ning¨²n Fondo Monetario Internacional que pueda refinanciar... Y como ambos somos ilusos -y por ello optimistas, a pesar de lo que se diga de m¨ª- dejamos suceder las cosas con la esperanza de que ma?ana o el mes pr¨®ximo realice ella el negocio o yo la obra que nos permitan salir a flote.
BIBLIOGRAF?A
La tentaci¨®n del fracaso. Diarios. Seix Barral. Barcelona, 2002. 704 p¨¢ginas. 26 euros.Cuentos completos. Alfaguara. Madrid, 1998. Cuentos. (Edici¨®n de Mar¨ªa Teresa P¨¦rez Rodr¨ªguez). C¨¢tedra. Madrid, 1999.Cuentos. Antolog¨ªa. Espasa. Madrid, 1998.Silvio en El Rosedal. Plaza & Jan¨¦s. Barcelona, 1998/ Tusquets. Barcelona, 1989.Cambio de guardia. Tusquets. Barcelona, 1994.Antolog¨ªa personal. Fondo de Cultura Econ¨®mica. M¨¦xico, 1994.Prosas ap¨¢tridas. Tusquets. Barcelona, 1986.Cr¨®nica de san Gabriel. Tusquets. Barcelona, 1983.Los geniecillos dominicales. Tusquets. Barcelona, 1983.
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