Tiempo de niebla
La concesi¨®n, en 1994, del Premio Nacional de Poes¨ªa a Los estados transparentes supuso el reconocimiento a la labor de un poeta que hab¨ªa construido, a lo largo de casi medio siglo, una obra abundante y diversa. Coet¨¢neo de la leva m¨¢s joven de la generaci¨®n del medio siglo (Brines, Claudio Rodr¨ªguez), public¨® su primer libro en 1956. Pese a ello, es un poeta lateral respecto a las categorizaciones generacionales establecidas. Ni el premio antes aludido ni el esfuerzo de alg¨²n ant¨®logo (Prieto de Paula lo incorpor¨® a su Poetas espa?oles de los cincuenta) han sacado a Guill¨¦n de esa lateralidad.
Aunque sus primeros libros tienen algo de continuidad con la poes¨ªa m¨¢s cotidiana y familiar de los poetas de posguerra (Rosales, Vivanco), ser¨¢ a partir de Gesto (1964) y del ciclo que con ese libro inaugura cuando decantar¨¢ lo esencial de su estilo y de su apuesta: la fusi¨®n de la preocupaci¨®n social, con una inquietud formal sustentada en un barroquismo contenido, algo deudor del grupo C¨¢ntico. En 1971 inici¨®, con L¨ªmites, un serio trabajo de indagaci¨®n en la experiencia humana, abriendo paso a una poes¨ªa existencial con derivas hacia lo metaf¨ªsico. Los estados transparentes fue la segunda entrega del ciclo y con este Las edades del fr¨ªo cierra la trilog¨ªa.
LAS EDADES DEL FR?O
Rafael Guill¨¦n Tusquets. Barcelona, 2002 141 p¨¢ginas. 11 euros
"Ahora, cuando el hombre pierde de nuevo pie, y ya para siempre, empieza la otra soledad, regresan las edades del fr¨ªo". Con esas palabras concluye Guill¨¦n el texto en prosa que abre el libro. Aunque su pretensi¨®n es indagar en el estado de incertidumbre que acosa al hombre contempor¨¢neo, la realidad es que, a lo largo de los poemas, expresa dos certezas: la de la nostalgia de la plenitud amorosa y la de la proximidad de la muerte, dos certezas que en algunos momentos aparecen fundidas: "Te diluyes por un paisaje / brumoso de ennegrecidas / praderas y de lagos a los que se asoman / cientos de ¨¢rboles muertos". Esa doble pulsi¨®n recorrer¨¢ los distintos apartados del libro, dedicados a la reflexi¨®n en torno al espacio como lugar que acoge la vida y la memoria, al tiempo como expresi¨®n de la precariedad de la existencia, a la materia como ¨²nico refugio del ser en tanto existe y al movimiento como atributo esencial de la experiencia del hombre y de la evoluci¨®n de la naturaleza. La meditaci¨®n de Rafael Guill¨¦n encuentra en su concreci¨®n formal algunos escollos expresivos: a veces, se advierte un artificio excesivo ("?Son ¨¦stos / tus aquellos ojos?"), innecesarias rimas internas ("con escasos / y elementales materiales") o im¨¢genes y afirmaciones que rozan lo convencional ("Existe el mundo porque existo"; "Sentir es ser"). Escollos que, sin embargo, no enturbian lo esencial: estamos ante un libro intenso y perturbador. Y, sin duda, necesario.
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