Nombres y mujeres
El organismo se llama Comit¨¦ Andaluz para la Sociedad del Conocimiento, un nombre que parece sacado de una novela de Ray Bradbury y metido en un tebeo de Mortadelo y Filem¨®n. Dentro de mil a?os estudiar¨¢n nuestra imbecilidad a trav¨¦s de las palabras que hemos ido dejando por el camino como excrementos de vaca; palabras enormes y pastosas que no significan nada. Este comit¨¦ servir¨¢, seg¨²n Chaves, para "determinar c¨®mo va la segunda modernizaci¨®n" (otra plasta infame), y estar¨¢ formado por personas independientes y expertas, entre las que no figurar¨¢ ninguno de mis amiguetes, personas todas ellas independientes y expertas que estar¨ªan encantadas de darle esta informaci¨®n. De todo esto habl¨® Chaves el mi¨¦rcoles en C¨®rdoba, donde ha inaugurado, c¨®mo no, nuevas instalaciones de RTVA y cierto congreso, Las mujeres andaluzas y la segunda modernizaci¨®n. El presidente anunci¨® all¨ª una ley que obligar¨¢ a que la composici¨®n de dicho comit¨¦ sea paritaria (al menos un 40% de hombres y un 40% de mujeres) porque quiere "llevar la igualdad de g¨¦neros a las instancias donde se toman las decisiones".
?Sabr¨¢ Chaves qu¨¦ est¨¢ diciendo cuando defiende la igualdad de g¨¦neros? G¨¦nero es un t¨¦rmino gramatical. Perseguir la igualdad de g¨¦neros es tan absurdo como luchar por la igualdad preposicional, una medida que producir¨ªa numerosas confusiones. Y lo gracioso es que si alg¨²n d¨ªa el presidente consigue imponer esa "igualdad de g¨¦neros" que dice perseguir, habr¨¢ alcanzado exactamente lo contrario de lo que pretende. Porque en sus discursos de fin de a?o y en las reuniones de su partido no le oigo decir simplemente "andaluces" o "compa?eros", plurales inclusivos de varones y hembras muy naturales ling¨¹¨ªsticamente. Al contrario: le veo combatir voluntariosamente la igualdad de g¨¦neros, y separar escrupulosamente el masculino del femenino: "andaluces y andaluzas", dice; "compa?eros y compa?eras", insiste en el partido.
Con la llamada violencia de g¨¦nero, a la que tambi¨¦n se refiri¨® Chaves en el congreso de C¨®rdoba, sucede tres cuartos de lo mismo. La violencia de g¨¦nero, una expresi¨®n tan c¨®mica como violencia de adverbios, es en realidad violencia conyugal de hecho o de derecho. Quienes matan a las mujeres son siempre sus novios o sus maridos presentes o pasados. Lo que ocurre es que da cosa relacionar una instituci¨®n tan respetable con el asesinato, no vaya a ser que el matrimonio, tan necesario para nuestra organizaci¨®n social, empiece a coger mala fama.
Y la igualdad de g¨¦neros es en realidad igualdad de sexos, aunque sexo sea una palabra cada vez m¨¢s sucia, asociada perversamente a la violencia y al crimen. Lo que sucede es que si dij¨¦ramos sexo en vez de g¨¦nero, igual tendr¨ªamos que reconocer que el mundo no es tan sencillo como pretenden quienes lo dividen en hombres favorecidos y mujeres discriminadas. Igual tendr¨ªamos que admitir, para empezar, que hay m¨¢s de dos sexos. Pero entonces esas propuestas de paridad sexual en la composici¨®n de comit¨¦s, que son tan conservadoras en el fondo pero tan eficaces electoralmente, se ir¨ªan al garete.
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