600 almas en el limbo de Guant¨¢namo
EL PA?S entra en el presidio militar para talibanes de Estados Unidos
Los que no escupen, tiran agua o amenazan a sus guardianes, reciben un premio. Si, adem¨¢s, cooperan en los interrogatorios con informaci¨®n sobre Al Qaeda, puede que les trasladen a una "celda para 12", con un patio y vistas al Caribe cuando se inaugure la cuarta fase del Campo Delta. Lo que no aparece en su horizonte es la justicia.
Al cumplirse un a?o de detenci¨®n indefinida en este penal de la base militar estadounidense de Guant¨¢namo, en Cuba, los cerca de 620 "combatientes enemigos" siguen en un limbo judicial. Muchos fueron capturados bajo sospechas fundadas, pero un centenar eran trabajadores, taxistas o campesinos, a los que la mala suerte les hizo caer en la redada antiterrorista en Afganist¨¢n. Ahora est¨¢n atrapados en la burocracia militar. Algunos detenidos se han vuelto locos y a¨²llan invocando a esp¨ªritus para que les rescaten. Otros est¨¢n cuerdos e intentan seducir a las mismas polic¨ªas militares que hace un a?o insultaban, seg¨²n explica la capitana Judith Brown, de 35 a?os, encargada de una unidad de 120 guardias.
Diez presos han intentado suicidarse, uno de ellos colg¨¢ndose de una s¨¢bana
"Estaremos aqu¨ª hasta que termine la guerra contra el terrorismo. Y llevar¨¢ alg¨²n tiempo"
A los polic¨ªas les llaman donkeys (burros). "Les hace una gracia tremenda llamarnos burros. Tambi¨¦n les gusta decir tacos, es lo ¨²nico que algunos han aprendido en ingl¨¦s", cuenta el subteniente Aaron Combs.
Desde que hace ocho meses los trasladaron de las jaulas del Campo Rayos X a las celdas individuales con v¨¢ter y lavabo del nuevo Campo Delta, las tensiones han disminuido, seg¨²n el general que dirige la operaci¨®n conjunta de detenci¨®n e inteligencia, Jeoffrey D. Miller, y varios oficiales, suboficiales y guardias entrevistados por este diario. Dicen, por ejemplo, que no se han repetido las huelgas de hambre ("Han ganado un promedio de siete kilos de peso", se?ala el capit¨¢n m¨¦dico Albert Shimkus), y han disminuido los incidentes. No es posible verificar de forma independiente este relato de los militares, porque los periodistas no tienen acceso directo a los detenidos, supuestamente para garantizarles las protecciones de la Convenci¨®n de Ginebra.
En comparaci¨®n con la situaci¨®n de hace un a?o, la mejor¨ªa de las condiciones f¨ªsicas resulta palpable durante un recorrido por el Campo Delta, un complejo de 19 m¨®dulos con capacidad actual para 814 detenidos, que se ampliar¨¢ a 1.000 cuando en febrero se abran las instalaciones de mediana seguridad para los que "obedezcan y cooperen". Sin embargo, la parte invisible, los efectos psicol¨®gicos del aislamiento y la incertidumbre, s¨®lo puede medirse por el n¨²mero de presos en tratamiento psiqui¨¢trico, un 7%. Diez de ellos han intentado suicidarse; el ¨²ltimo, colg¨¢ndose con una s¨¢bana hace tres semanas. "Creemos que nuestro mayor desaf¨ªo va a ser en el ¨¢rea de la psiquiatr¨ªa", subraya el capit¨¢n Shimkus, director sanitario de la base y del nuevo hospital en el Campo Delta. El centro est¨¢ equipado con un moderno quir¨®fano en el que ya se han realizado 70 operaciones, casi todas de traumatolog¨ªa.
Los corredores abiertos a patios alambrados y las celdas de metal trenzado permiten a los presos sentir la brisa del Caribe. Aunque hay tres grandes ventiladores instalados en el pasillo central de cada corredor, la brisa es vital en un clima tropical con temperaturas que pueden sobrepasar los 45 grados en verano y un promedio de 27 a 32 en invierno. Para evitar las deshidrataciones, cada preso tiene siempre tres sobrecitos de sal (cinco cuando hacen m¨¦ritos) y un vaso de agua (una botella si se comportan).
S¨®lo pueden salir de las celdas de 2,4 por 2,1 metros dos veces a la semana -escoltados y esposados- a ducharse (10 minutos), a hacer ejercicio (20 minutos) y a afeitarse (s¨®lo una vez, 5 minutos). A menos que por su buena conducta les autoricen tiempo extra y el doble de recreos y duchas. Se levantan a las cinco de la madrugada, cuando por los altavoces se escucha el Adhan, la llamada para el primero de los cinco rezos. Y pasan el d¨ªa leyendo el Cor¨¢n, rezando, cantando, jugando al ajedrez, escribiendo a sus familias, comiendo tres veces (verduras, arroz, carne, pollo, pescado, cereales y frutas) y, sobre todo, hablando con los otros reclusos.
El alboroto de voces se oye despu¨¦s de atravesar las m¨²ltiples barreras de malla verde oscuro y alambre de espino que bordean el Campo Delta, situado en el suroeste del lado Windward de la base, a menos de 200 metros del mar. Se escuchan muchos idiomas (hay 41 nacionalidades), pero predomina el ¨¢rabe. Dicen los guardianes que gran parte de la algarab¨ªa la provocan los l¨ªderes intentando adoctrinar al resto. En general no se lo impiden, porque una parte importante de la operaci¨®n de Guant¨¢namo est¨¢ dedicada a entender la psique de un terrorista, qu¨¦ les hace matar en nombre de la religi¨®n de Mahoma. La labor de los traductores es crucial para ese estudio psicol¨®gico. Ellos son tambi¨¦n la clave de los interrogatorios.
Las sesiones de preguntas son maratonianas. De uno en uno entran en los m¨®dulos "administrativos", equipados con aire acondicionado y situados en el centro y sur del Campo Delta. Lo primero de lo que les informan es que si cooperan tienen la oportunidad de mejorar sus condiciones de reclusi¨®n, estrategia con la que est¨¢n teniendo "un enorme ¨¦xito", seg¨²n el general Miller. El general de dos estrellas estuvo hasta hace dos meses al mando de las tropas americanas en Corea del Sur y vino a Guant¨¢namo con tres misiones espec¨ªficas: agilizar el proceso de inteligencia, recomendar si hay detenidos que se pueden liberar y expandir el penal. Este ¨²ltimo aspecto es con vistas a un conflicto b¨¦lico en Irak que podr¨ªa generar prisioneros de guerra, seg¨²n otras fuentes consultadas.
El afable militar tejano, de 52 a?os, gran admirador de Espa?a, tiene fama de duro y eficaz. En respuesta a cu¨¢nto van a durar las detenciones indefinidas, dice que "estaremos aqu¨ª hasta que ganemos la guerra contra el terrorismo. Y creo que llevar¨¢ alg¨²n tiempo". Asegura que no hay preparativos para celebrar juicios en Guant¨¢namo, pero est¨¢n listos por si Washington da la orden. "Har¨ªamos las modificaciones oportunas". El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, ha dicho que en los tribunales s¨®lo se juzgar¨¢ a los terroristas de mayor rango.
Miller asegura que entre los detenidos "hay varios l¨ªderes" de Al Qaeda, pero reh¨²sa entrar en detalles. Niega que sea cierto lo que algunas fuentes han dicho a EL PA?S sobre una disputa interna entre los altos mandos acerca de qui¨¦nes deb¨ªan ser trasladados a Guant¨¢namo.
Esas fuentes, sin embargo, sostienen que m¨¢s de un 15% de los detenidos fueron trasladados de Afganist¨¢n a Guant¨¢namo en contra de las recomendaciones de un sector de los servicios de inteligencia de que los liberaran. Hay taxistas, tenderos, zapateros, campesinos y afganos que no pod¨ªan pagar a los talibanes la multa de seis meses de salario para eludir alistarse. Siguen atrapados en la "burocracia de las listas", porque los responsables del Pent¨¢gono temen liberar a un terrorista.
Lo que Miller s¨ª admite es que parte de su misi¨®n es evaluar el nivel de peligrosidad o valor para fines de inteligencia de los sospechosos y "hacer recomendaciones sobre si deben ser liberados o continuar detenidos". En estos momentos, puntualiza, "no hay ning¨²n traslado (repatriaci¨®n) aprobado", como los cinco que se hicieron a finales del a?o pasado (uno de ellos era un afgano de 71 a?os que tiraba la comida y se com¨ªa sus heces).
El nuevo sistema de incentivos y castigos es el eje de la operaci¨®n militar en Guant¨¢namo y cumple un doble prop¨®sito: obtener informaci¨®n y abrir una v¨ªa de salida a las detenciones indefinidas. La buena conducta la premian dej¨¢ndoles guardar 20 cartas de familiares, almacenar alimentos y agua, pedir libros a la biblioteca, tener dos juegos de s¨¢banas, m¨¢s recreo y duchas o m¨¢s comida. Dicen los guardianes que muchos han mejorado su conducta este mes para que les den de comer m¨¢s cordero el 12 de febrero, la fiesta musulmana de Eid al Adha, conmemorativa del sacrificio de Abraham.
Cada mes les eval¨²an y les ponen en uno de los cuatro niveles. A los que se rebelan les castigan a una de las 80 celdas de confinamiento solitario, en vez de dejarles en los pabellones de 48 o 36 celdas contiguas. Miller visita casi a diario los pabellones y siempre escucha la misma queja: "Me dicen quieren volver a su casa".
![Un pabell¨®n para 84 presos en Guant¨¢namo, en una imagen cedida por el Ej¨¦rcito de EE UU.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TN5IVS4XKZUBB7KFJCI6FCGRSM.jpg?auth=3888568c8e44491fcd2470f787b46fa491356b92dc127c8095502858f12e61a0&width=414)
M¨¢xima seguridad
Los barcos del servicio de guardacostas de EE UU que patrullan la bah¨ªa van armados con tres ametralladoras apuntando al cielo, una de calibre 50mm en la proa y dos M-60 en los laterales. "Si un avi¨®n no autorizado entra en nuestro espacio a¨¦reo, lo derribar¨ªamos instant¨¢neamente", afirma el comandante Dimitri Delgado, jefe de seguridad mar¨ªtima, durante una demostraci¨®n a un grupo de reporteros sobre la vertiginosa velocidad que pueden alcanzar las naves.Las patrullas mar¨ªtimas son s¨®lo un componente del aparato de seguridad, considerablemente reforzado desde febrero del a?o pasado, cuando este diario visit¨® por primera vez el penal. Hace un a?o, por ejemplo, la prensa ten¨ªa cierta libertad de movimientos; ahora, sin embargo, los militares escoltan a los periodistas al cuarto de ba?o.Cientos de soldados armados vigilan cada rinc¨®n de las 45 millas cuadradas de la base militar, convertida en una fortaleza aparentemente impenetrable por tierra, mar y aire. Las medidas son particularmente extremadas para llegar al Campo Delta. Incluso los controles de carretera est¨¢n rodeados de sacos de arena para resguardar a los centinelas "en caso de ataque".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Terrorismo internacional
- Prisioneros guerra
- Comandos terroristas
- C¨¢rceles secretas
- Cuba
- 11-S
- Al Qaeda
- Infraestructura terrorista
- Guerrilla Talib¨¢n
- Financiaci¨®n terrorista
- Caribe
- Detenciones
- Afganist¨¢n
- Prisiones
- Atentados terroristas
- Acci¨®n militar
- Derechos humanos
- Estados Unidos
- Guerrillas
- Lucha antiterrorista
- Pol¨ªtica exterior
- Centros penitenciarios
- R¨¦gimen penitenciario
- Grupos terroristas
- Oriente pr¨®ximo