Autodestrucci¨®n
Los ¨²ltimos movimientos en Venezuela sugieren la radicalizaci¨®n de la crisis abierta por la huelga declarada hace cincuenta d¨ªas contra el presidente Hugo Ch¨¢vez. Los fundamentos democr¨¢ticos e institucionales del pa¨ªs caribe?o van disolvi¨¦ndose a la vez que su econom¨ªa, que, seg¨²n estimaciones conservadoras, ha perdido ya s¨®lo por la ca¨ªda de la producci¨®n de petr¨®leo unos 4.000 millones de d¨®lares. En la direcci¨®n de la escalada apunta la doble decisi¨®n de Ch¨¢vez de nombrar ministro del Interior al general retirado de mayor rango en Venezuela, Lucas Rinc¨®n, y la de otorgar el mando del Ej¨¦rcito a otro incondicional del sector duro, Garc¨ªa Carneiro. El presidente parece dispuesto, llegado el caso, a transformar en cuesti¨®n de orden p¨²blico y seguridad nacional un pulso que ha polarizado dram¨¢ticamente a los venezolanos.
Dos meses de mediaci¨®n entre los bandos a cargo de C¨¦sar Gaviria han resultado f¨²tiles. Los intentos de internacionalizarla -derivados en buena medida de las repercusiones de la huelga en los mercados petrol¨ªferos- no parecen ir por mejor camino. La misma constituci¨®n de ese frente exterior denominado de Pa¨ªses Amigos no acaba de arrancar y ya ha provocado abiertas divergencias entre Ch¨¢vez y el presidente Lula. La negativa de Brasil a ampliar el grupo, como Ch¨¢vez pretend¨ªa, con Gobiernos que poco o nada tienen que ver con Latinoam¨¦rica, como Rusia y China, o el mismo veto de Caracas a Felipe Gonz¨¢lez se?alan hasta qu¨¦ punto esa te¨®rica mediaci¨®n, insinuada inicialmente por el l¨ªder venezolano, gira por el momento en el vac¨ªo.
El Gobierno y la Coordinadora Democr¨¢tica suben cada d¨ªa el tono de sus descalificaciones y amenazas. La oposici¨®n, en cuyo seno comienzan a aparecer las primeras fisuras serias, busca un medio de deshacer, sin que parezca una capitulaci¨®n, una huelga por momentos insostenible. El presidente descarta el refer¨¦ndum consultivo fijado para el 2 de febrero por la autoridad electoral despu¨¦s de que sus adversarios consiguieran las firmas necesarias, y sobre el que todav¨ªa ha de pronunciarse el Tribunal Supremo.
Si los maximalismos no ceden, Venezuela se aproxima inexorablemente a un punto sin retorno, con su sociedad enfrentada, las instituciones inoperantes, el orden p¨²blico malherido y la econom¨ªa en ruinas. Incluso con un inmediato compromiso, la producci¨®n de petr¨®leo, que es la sangre econ¨®mica de Venezuela, tardar¨ªa meses en recuperarse, cuando a¨²n no han aparecido en las listas de desempleo y de bancarrotas empresariales los peores efectos del insensato duelo. Ch¨¢vez, en otro tiempo favorito de las masas, puede tener hoy m¨¢s armas para ganar su batalla, pero el pa¨ªs ya la ha perdido.
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