?Podemos ayudar a Lula?
Una de las cosas de las que m¨¢s orgullosos podr¨ªamos sentirnos los andaluces -si no se nos hubiera escamoteado su conocimiento- es de la pol¨ªtica de cooperaci¨®n de la Junta. En concreto, en urbanismo y obras p¨²blicas hay ejemplos de gran brillantez hechos por nuestra gente m¨¢s brillante. Es lo que podr¨ªamos llamar "la otra herencia Montaner". Son residuos de cuando, a finales de los ochenta, no se hab¨ªa terminado por imponer el pragmatismo del gato blanquinegro.
Pero como nadie se tomaba la molestia de explicar el porqu¨¦ de esta pol¨ªtica, prefer¨ªan ocultarla para evitar agravios: ?para qu¨¦ gastarse dinero en la medina de Tetu¨¢n cuando aqu¨ª est¨¢n las cosas como est¨¢n? Paralelamente, aqu¨ª se iban aplicando f¨®rmulas similares, como la de El Perchel (M¨¢laga), La Chanca (Almer¨ªa) o El P¨®pulo (C¨¢diz), ejemplos de que entre la cooperaci¨®n interior y la exterior no hay apenas diferencias: son las mismas experiencias en suelos diferentes. Y, a veces, ni eso.
Este verano, un amigo que ha dedicado muchas horas de su vida a estos asuntos me daba la noticia de la muerte sin certificado de defunci¨®n de la vieja asistencia exterior de la Junta. El fallecimiento ocurr¨ªa donde fenecen todos los entusiasmos -los del Instituto de la Mujer, por ejemplo-, en brazos del ubicuo Gaspar Zarr¨ªas.
Hace dos semanas, cuando le¨ª que Lula hab¨ªa decidido legalizar las favelas, dot¨¢ndolas de t¨ªtulos de propiedad para proteger a sus leg¨ªtimos propietarios, la cosa me son¨® a sabida. Aquello parec¨ªa otro de los giros sorprendentes del presidente brasile?o, pero ten¨ªa toda coherencia: trataba no de repetir de nuevo viejas promesas incumplidas, sino de asentar las realidades que por triste que fueran a¨²n corr¨ªan el peligro de perderse.
El asunto, ya digo, me sonaba a sabido. Me record¨® a una serie de visitas a La Chanca hace algo m¨¢s de un a?o, a las conversaciones con el arquitecto Ram¨®n de Torres -un genio que sabe qu¨¦ quiere hacer con su vida-, con Pepe -el apellido de Pepe, en La Chanca, est¨¢ de m¨¢s-, con Juan Goytisolo, con Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao...
Comparar La Chanca con las favelas de R¨ªo es tan megal¨®mano como comparar Cazorla con la Amazonia, pero no cabe ninguna duda de que las experiencias que se han llevado a cabo en Almer¨ªa en los ¨²ltimos veinte a?os tienen mucho que ver, como laboratorio, con lo que se abre en Brasil: en La Chanca, primero se legitim¨® la propiedad de los vecinos, se les indujo a hacer su propio urbanismo -en buena parte, en forma de autoconstrucci¨®n-, se impuso cierto orden entre las peque?as mafias de narcotraficantes -cuyo poder nada tiene que ver, afortunadamente con las brasile?as-, se tutel¨® la educaci¨®n y cultura de sus ni?os y el sentimiento positivo de pertenencia a una comunidad.
Como La Chanca es un territorio asumible, se puede decir, sin exagerar, que se ha tenido un gran ¨¦xito. Si no hubiera sido por el empe?o de una s¨®lida comunidad, La Chanca ser¨ªa hoy una urbanizaci¨®n de adosados de lujo, habr¨ªa m¨¢s desarraigo que el que ya de por s¨ª existe en la provincia y hubiese desaparecido el perfil m¨¢s significativo de Almer¨ªa.
Afortunadamente, ah¨ª nos queda La Chanca, una experiencia viva que puede ser un laboratorio del que a¨²n se encuentre provecho a muchos miles de kil¨®metros de aqu¨ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.