Legalizar o erradicar
Lleg¨® la p¨ªldora anticonceptiva, y con ella, la revoluci¨®n sexual. La Espa?a de las buenas costumbres no se libr¨® de la influencia. Su presencia sirvi¨® para ir quitando estigmas al sexo, y la mujer la vivi¨® como propiciadora de su libertad sexual. Pero quienes pensaban que la liberaci¨®n sexual disminuir¨ªa el negocio de la prostituci¨®n se equivocaban.
Hoy, la venta del sexo, ni prohibida ni legalizada, mueve en Espa?a m¨¢s de 72 millones de euros al a?o, y cuenta con 300.000 prostitutas, el 20% de ellas callejeras (datos del Instituto de la Mujer). Una minor¨ªa, esta ¨²ltima, a la que se a?ade la masculina, que, cansada de vivir un traslado de una zona a otra en las ciudades, meti¨® mucho ruido a favor de la legalizaci¨®n de su actividad a principios de este a?o. Su protesta, unida a la que ya hab¨ªan realizado los vecinos de los barrios donde ejercen, consigui¨® que el Senado se apresurara a crear una comisi¨®n de estudio, con el fin de llevar los resultados a un debate parlamentario sobre la posible regulaci¨®n de esta actividad.
Hoy, la venta del sexo mueve en Espa?a m¨¢s de 72 millones de euros al a?o y cuenta con 300.000 prostitutas, el 20% de ellas callejeras, seg¨²n c¨¢lculos del Instituto de la Mujer
"?Qu¨¦ est¨¢ pasando para que los hombres espa?oles, despu¨¦s de 30 a?os de democracia, sigan necesitando pagar?", se pregunta la diputada de IU Marisa Castro
En ocho meses de trabajo, la comisi¨®n ha recibido a soci¨®logos, profesionales sanitarios y otros expertos. En un futuro pr¨®ximo comparecer¨¢n los colectivos implicados y representaciones de grupos feministas. De los resultados hasta ahora recogidos se desprende que la prostituci¨®n en Espa?a est¨¢ en auge. La senadora popular Cristina Klimowitz, presidenta de la comisi¨®n, habla de que los estudios recogen la prostituci¨®n como un mundo diverso "en el que no caben estereotipos y prejuicios que equiparan a todas con el mundo de la explotaci¨®n sexual y el tr¨¢fico. No todo es esclavitud ni violencia", dice Klimowitz. "No todas las mujeres son v¨ªctimas, porque en algunos casos la decisi¨®n es individual", a?ade la senadora popular.
Dos asociaciones espa?olas defienden los derechos de las prostitutas, pero desde posturas muy diferentes. La APRAMP, que trabaja para la prevenci¨®n y la reinserci¨®n de la mujer prostituida ayud¨¢ndole a encontrar otro tipo de trabajo, aboga por "que no se regule con una ley algo que es una esclavitud y un tr¨¢fico de mujeres", afirma su directora, Roc¨ªo Nieto. Hetaira, por su parte, ve necesaria una legislaci¨®n que consiga que esta actividad deje de ser "un trabajo estigmatizado por la sociedad" y reconozca los derechos laborales, sociales y humanos de estas mujeres, "como los tiene el resto de los ciudadanos". Hetaira trabaja principalmente en nombre de esa minor¨ªa que ofrece sus servicios en las calles.
Varios partidos y asociaciones feministas exigen que la prostituci¨®n no sea legalizada y sea abolida, por la v¨ªa de adoptar medidas de desarrollo, preventivas y de reinserci¨®n, basadas en programas de educaci¨®n e igualdad de oportunidades en el ¨¢mbito del trabajo; que se den papeles a las inmigrantes que se ven atrapadas en las redes de la prostituci¨®n forzadas o por necesidad, y que el C¨®digo Penal (CP) vuelva a castigar al proxeneta que se lucra con el comercio del sexo, eliminando la modificaci¨®n de 1995 que s¨®lo considera delito este lucro cuando hay coacci¨®n y malos tratos.
Una l¨ªnea que apoyan un gran n¨²mero de diputadas del abanico parlamentario de izquierdas. El debate est¨¢ abierto en el seno de estos partidos, pero sus diputadas dudan de que se produzca un consenso, debido a la desigualdad de pareceres con los hombres. "Tendremos que encontrar un pacto entre mujeres; si no, decidir¨¢n las mayor¨ªas democr¨¢ticas, y estas mayor¨ªas est¨¢n compuestas principalmente por hombres", dice Marisa Castro, diputada de IU. "Que quede claro", a?ade Castro, "que esta realidad es producto de la discriminaci¨®n hist¨®rica impuesta por los hombres. No es un oficio o profesi¨®n, como frivolizan algunos, y, desde luego, no es el oficio m¨¢s antiguo, sino la forma de explotaci¨®n m¨¢s antigua. La prostituci¨®n hoy tiene una cara pobre, principalmente de inmigrantes. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando para que los hombres espa?oles, despu¨¦s de 30 a?os de democracia, sigan necesitando pagar?", pregunta la diputada.
La senadora socialista F¨¢tima Aburto puntualiza que, "cuando se utiliza como argumento que la prostituci¨®n ha existido siempre, hay que responder que lo mismo sucede con la violencia de g¨¦nero y eso no quiere decir que haya que mantenerla". "La prostituci¨®n", a?ade, "es la consecuencia extrema de la desigualdad entre g¨¦neros, y la prostituta no es libre para ejercer. La libertad tiene grados, y el de la prostituta es m¨ªnimo".
Las abolicionistas recuerdan que el comercio del sexo responde a una "realidad patriarcal. Su legalizaci¨®n servir¨ªa para provocar m¨¢s machismo en la sociedad y rebajar la dignidad de todas las mujeres", afirma Lidia Falc¨®n, abogada y escritora, y l¨ªder del Partido Feminista de Espa?a. Para Falc¨®n, las prostitutas "est¨¢n vendiendo su propio yo y no s¨®lo su cuerpo, como se pretende hacer ver. Es una relaci¨®n de dominio del hombre: el que paga manda", dice.
Las feministas temen que una ley pudiera servir a las mafias del comercio con el sexo para convertirse en empresarios de alterne amparados por la legalidad y podr¨ªan someter a las prostitutas a su voluntad en locales aislados fuera de las ciudades, de dif¨ªcil control. ?Qui¨¦n va a determinar lo que est¨¢n dispuestas a hacer dentro de las habitaciones, y qui¨¦n va a defender sus derechos si se oponen a actos que no quieren realizar?, preguntan.
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