La primera derrota de Arzalluz
Las bases del PNV no respaldan a su l¨ªder en la pelea con la ejecutiva de Vizcaya sobre el candidato a presidir la Diputaci¨®n
A menos de un a?o de que se plantee su sucesi¨®n, el patriarca del PNV ha sufrido su primer rev¨¦s de importancia dentro del partido. Triunfador en la batalla contra los sabinianos de Anton Ormaza en 1979 y de la guerra con Garaikoetxea, que rompi¨® el partido por la mitad en 1986, Xabier Arzalluz no ha conseguido que las bases de Vizcaya respalden al candidato que apadrin¨® para presidir la Diputaci¨®n foral de esa provincia tras las elecciones del pr¨®ximo mayo. La escaramuza de ahora no resulta comparable con aquellas crisis, pero, en opini¨®n de las personalidades penuvistas consultadas, su desarrollo y resultado son sintom¨¢ticos de un liderazgo ya en su ocaso, despu¨¦s de casi un cuarto de siglo patroneando el partido-comunidad de Sabino Arana.
Ha sido un pulso ins¨®lito en el que el 'aparato' ha puesto en juego todos sus resortes
Sus m¨¢s allegados recurren a la psicolog¨ªa de Arzalluz, de 71 a?os, para explicar su injerencia en una cuesti¨®n que le era ajena y, sobre todo, su clara apuesta contra el aparato -nada menos que el vizca¨ªno-, rompiendo viejos usos y costumbres y algunas pautas de comportamiento propias. La apuesta declarada del presidente carism¨¢tico por un candidato alternativo al propuesto por la ejecutiva vizca¨ªna y la pugna subsiguiente en las asambleas municipales se ha vivido con zozobra por las bases del PNV en Vizcaya y con perplejidad en el resto del partido. "Todo el mundo sab¨ªa que no se discut¨ªa de ideolog¨ªa, sino de personas y de poder, pero los militantes est¨¢n muy sensibilizados desde la escisi¨®n", seg¨²n un cargo p¨²blico vizca¨ªno.
A diferencia de aquellas batallas, Arzalluz no ha desplegado ahora todas sus energ¨ªas y su verbo arrebatado. Pero no por ello la derrota ha debido ser menos amarga para su orgullo. M¨¢xime cuando ese ins¨®lito pulso disputado por personas interpuestas se lo ha ganado el grupo de j¨®venes burukides (dirigentes) a los que amamant¨® y dio alas para sustituir a la generaci¨®n de la transici¨®n y podar las personalidades cr¨ªticas. "En este caso han sido los hijos quienes han devorado a Saturno", sentencia ca¨²sticamente un veterano militante.
La historia arranca a mediados de noviembre. ??igo Urkullu, presidente de la Ejecutiva de Vizcaya, le comunica a Arzalluz que, siguiendo la pol¨ªtica de renovaci¨®n de cargos internos y p¨²blicos, propugnada por ¨¦l mismo, han decidido que quien ha sido desde 1995 diputado general de Vizcaya, Josu Bergara (Bilbao, 1935), no repita candidatura en las elecciones de mayo. Sin embargo, no tiene la deferencia de pedirle su opini¨®n sobre el sustituto, que se da a conocer al d¨ªa siguiente. Se trata de Jos¨¦ Luis Bilbao, de 45 a?os, actual diputado foral de Presidencia, considerado una extensi¨®n del partido en la poderosa instituci¨®n foral (gestiona al a?o 644,5 millones de euros) y que apenas tiene relieve p¨²blico pese a llevar 15 a?os en cargos de representaci¨®n.
Pocos d¨ªas despu¨¦s, el 1 de diciembre, el portavoz en el Congreso, I?aki Anasagasti, utilizaba su tribuna dominical en el peri¨®dico peneuvista Deia para cuestionar la designaci¨®n de Bilbao. Apelando a los estatutos, Anasagasti -desde siempre fiel escudero de Arzalluz, a pesar de su escaso entusiasmo por el Pacto de Lizarra- recordaba que son las bases quienes deciden y, tras criticar el "relevo impuesto" de Bergara, impl¨ªcitamente ped¨ªa que se votara a otro candidato. La primera reacci¨®n del l¨ªder ante esta ins¨®lita salida no pudo ser m¨¢s ambigua. El mismo domingo, en un acto p¨²blico, reclamaba apoyar "como una pi?a" al candidato que designe el partido. "Aunque sea una escoba", remataba. Pero tres d¨ªas m¨¢s tarde, en una entrevista en ETB, Arzalluz opt¨® claramente por su amigo Josu Bergara como candidato m¨¢s id¨®neo, minusvalorando a Jose Luis Bilbao, "a quien nadie conoce", dijo.
Su pronunciamiento alent¨® a varias juntas municipales a presentar a Bergara, y a ¨¦ste a desafiar a su ejecutiva, jug¨¢ndose la jubilaci¨®n ya apalabrada como presidente de la nueva Feria de Muestras de Bilbao. De esta forma, la militancia del territorio matriz del nacionalismo se ha visto forzada a optar, con gran dramatismo en algunos casos, entre seguir a su organizaci¨®n o a su l¨ªder. Como reconoce un hist¨®rico peneuvista, el proceso ha desnudado el mito de la democracia interna a expensas del control del aparato, que ha puesto discretamente en juego todos sus resortes de poder, mientras que Arzalluz no pod¨ªa hacer valer m¨¢s que su autoridad menguante como guardi¨¢n de las esencias.
Tras lograr en la primera vuelta el apoyo mayoritario de 18 de las 123 organizaciones municipales, el pasado d¨ªa 18, Josu Bergara tir¨® la toalla al ver que en la segunda vuelta iba a ser vapuleado por Jos¨¦ Luis Bilbao, en el proceso cerrado el s¨¢bado. La escaramuza -"no ha sido el pasaje m¨¢s feliz que hemos tenido", reconoci¨® Joseba Egibar- ha activado antiguas cuentas pendientes y fidelidades de oportunidad de una y otra parte. Para un observador, esta batalla supone la ruptura generacional, m¨¢s que ideol¨®gica, entre Arzalluz y un grupo muy definido de dirigentes vizca¨ªnos, entre los 35 y los 45 a?os, que han hecho su profesi¨®n de la militancia en el partido y la ocupaci¨®n de cargos p¨²blicos e internos.
En cualquier caso, alumbra la convicci¨®n, afianzada en la sede central del PNV, de que la era Arzalluz est¨¢ en el tiempo de descuento. ?l mismo ha hecho una delegaci¨®n t¨¢cita de liderazgo en Ibarretxe desde que el lehendakari asumi¨® la estrategia soberanista definida desde el partido y le salv¨® in extremis de la derrota el 13 de mayo de 2001.
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