Eugenesia y justicia social
La ¨¦tica de las biotecnolog¨ªas est¨¢ de actualidad. En nuestro pa¨ªs los medios de comunicaci¨®n sirven de plataforma permanente a los debates sobre la investigaci¨®n con embriones, sobrantes de las t¨¦cnicas de reproducci¨®n humana asistida o creados expresamente, y sobre la investigaci¨®n con c¨¦lulas troncales; menudean los congresos sobre el genoma humano, los encuentros sobre clonaci¨®n, y el ecologismo militante se ceba en asuntos como el de los alimentos transg¨¦nicos. Sin embargo, hay un tema que pasa en exceso inadvertido, aunque sea ya una realidad, y es el de la eugenesia, la posibilidad de crear "un mundo feliz", tal como previno Aldous Huxley.
En efecto, como recuerda Fukuyama, la generaci¨®n nacida a mediados del pasado siglo ley¨® en dos utop¨ªas negativas la posibilidad de que el futuro fuera terrible: en El mundo feliz, de Huxley (1931), y en 1984, de George Orwell (1949). En la obra de Huxley se mostraba c¨®mo el desarrollo biotecnol¨®gico pod¨ªa conducir a un mundo sin envejecimiento, sin muerte, sin dolor, un mundo de individuos satisfechos con el lugar que ocupan en su sociedad, ajenos a la idea de culpa o de castigo. Un mundo, en suma, feliz, pero sin libertad; un mundo que podr¨ªa considerarse "poshumano", teniendo en cuenta que la libertad es para Occidente un rasgo decisivo de la humanidad.
Por su parte, 1984 preven¨ªa frente al riesgo de totalitarismo que pod¨ªan propiciar las tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n: el Gran Hermano podr¨ªa controlar el conjunto de las vidas desde una gigantesca pantalla. En ambas distop¨ªas el incremento -que no progreso- de las tecnolog¨ªas podr¨ªa conducir a un pessimum, y no a un optimum.
Andando el tiempo, puede decirse que la revoluci¨®n de la comunicaci¨®n y la informaci¨®n se ha producido, hasta el punto de que nuestra ¨¦poca puede rotularse como "Era de la Informaci¨®n", pero sus resultados son ambiguos. Por una parte, estas tecnolog¨ªas se han puesto al servicio de la descentralizaci¨®n de la informaci¨®n y las comunicaciones, de modo que los ciudadanos se conectan entre s¨ª con mayor facilidad que anta?o. Pero, por otra parte, el control que pueden llegar a ejercer y ejercen servicios policiales y agencias secretas como fue la KGB o es la CIA presenta un lado totalitario, indiscutiblemente aterrador.
Sin embargo, el augurio de Huxley parece cumplirse. Las biotecnolog¨ªas parecen estar sentando las bases de un mundo placentero en el que ser¨¢ posible evitar un gran n¨²mero de enfermedades, prolongar la edad, reforzar los caracteres hereditarios que pueden conducir a generaciones m¨¢s inteligentes y bellas, incluso tal vez evitar la muerte. Las grandes preguntas, entre otras, son entonces: ?pueden considerarse todav¨ªa "humanos" unos seres que, como los Alfa, Beta, Delta, Gamma y ?psilon de Huxley, carecen de los rasgos que hist¨®ricamente hemos considerado como propios de los seres humanos? ?Es ¨¦ticamente deseable la eugenesia? Aunque la primera cuesti¨®n resulta apasionante y a ella he dedicado alg¨²n trabajo, quisiera abordar hoy el asunto de la eugenesia.
La percepci¨®n de la eugenesia es muy diferente en el mundo anglosaj¨®n, aun con excepciones, y en el continente europeo. En Europa la experiencia del nazismo dej¨® una huella profunda, la convicci¨®n de que nunca deber¨ªa repetirse algo semejante. En el mundo anglosaj¨®n, sin embargo, las cosas se ven con mayor optimismo, desde el momento en que parece posible distinguir entre eugenesia autoritaria y eugenesia liberal. La eugenesia practicada en la Alemania hitleriana era coercitiva y estaba auspiciada por el Estado, era, por tanto, autoritaria, mientras que, en el caso de una eugenesia liberal, el Estado se mantendr¨ªa neutral y ser¨ªan los padres los que promover¨ªan unas intervenciones u otras, en un tipo de eugenesia referida al perfeccionamiento de un individuo concreto. ?No se tratar¨ªa, en definitiva, como mantienen algunos autores, de a?adir al derecho de los padres a la educaci¨®n de sus hijos el derecho a proporcionarles la mejor herencia gen¨¦tica a su alcance econ¨®mico? ?No puede decirse entonces que entre eugenesia y educaci¨®n apenas existe diferencia?
En el debate han entrado, como es l¨®gico, gran cantidad de autores, y entre ellos Habermas, el cual entiende que entre eugenesia y educaci¨®n existe una gran diferencia. En el caso de la educaci¨®n, la persona puede alzarse cr¨ªticamente ante quien decidi¨® una educaci¨®n u otra, es decir, la acci¨®n es reversible, mientras que la acci¨®n eugen¨¦sica es irreversible, y la persona cuya herencia se manipula no ha sido tratada como un potencial interlocutor. Sin embargo, de aqu¨ª no se sigue el rechazo de cualquier forma de eugenesia, sino s¨®lo de la positiva, de la eugenesia perfeccionadora. Porque la gran pregunta de la manipulaci¨®n gen¨¦tica humana no es si es posible ¨¦ticamente intervenir, sino si es posible en las intervenciones gen¨¦ticas ir m¨¢s all¨¢ de la eugenesia negativa, es decir, m¨¢s all¨¢ de la eugenesia terap¨¦utica, y entrar en el terreno de la eugenesia positiva, de la eugenesia de perfeccionamiento.
Podemos anticipar que un futuro interlocutor estar¨¢ de acuerdo con que se le ahorren enfermedades graves, por eso existen menos discrepancias sobre la eugenesia negativa; pero la eugenesia de perfeccionamiento abre un conjunto de posibilidades que urge considerar antes de que cualquier secta raeliana, o simplemente el mercado, nos lleve a callejones de dif¨ªcil salida.
Obviamente, cualquier evaluaci¨®n ¨¦tica de una nueva tecnolog¨ªa debe, en primer lugar, preguntarse de forma responsable por las consecuencias de las intervenciones. En el caso de las gen¨¦ticas poco se sabe, y ello aconseja precauci¨®n, entender que son razonables si se pretende con ellas evitar enfermedades graves y someter las restantes a moratorias.
En segundo lugar, cabe preguntar si la eugenesia positiva abre un mundo "poshumano", un mundo de seres felices pero no libres, como apuntaba el libro de Huxley. Pero no creo que ¨¦se sea el riesgo, sino que, continuando con Huxley, la libertad no se pierde tanto por el condicionamiento gen¨¦tico como por otros dos factores que funcionan de una forma casi infalible: lo que Huxley llama el "soma", que no es sino una sustancia que permite a los pobladores del mundo feliz alienarse cuando llegan el dolor o la emoci¨®n excesiva y sumergirse en un imaginario bienestar, y la hipnopedia, la mentalizaci¨®n que sufren los nuevos seres desde el momento de la fecundaci¨®n, las palabras repetidas hasta la saciedad sin razonamiento. La hipnopedia, afirmaba Huxley, constituye "la mayor fuerza socializadora y moralizadora de todos los tiempos".Un tercer ¨¢mbito de cuestiones se abre desde la idea del "ni?o a la carta", del ni?o dise?ado por los padres seg¨²n sus preferencias personales, seg¨²n las modas de una determinada ¨¦poca. Si ya la elecci¨®n educativa tiene algo de dise?o, qu¨¦ decir de una intervenci¨®n gen¨¦tica, en que no hay por parte del ni?o ninguna posibilidad de dar su consentimiento.
Sin embargo, tal vez la cuesti¨®n m¨¢s espinosa consista en que una eugenesia liberal deja al juego del mercado la posibilidad de mejorar la herencia gen¨¦tica de los individuos, posibilidad que afecta a la entra?a de la justicia social. En las tradiciones liberales y socialistas se habla de que los seres humanos nacen sometidos a una doble "loter¨ªa", la natural y la social, y el m¨¢s elemental principio de igualdad de oportunidades ha exigido corregir las desigualdades generadas por ese tipo de loter¨ªa. La manipulaci¨®n gen¨¦tica permitir¨ªa ahora eludir la loter¨ªa natural y poner en manos de la libre elecci¨®n de los padres el fomento de caracter¨ªsticas deseadas para los hijos, siempre que tuvieran la capacidad adquisitiva necesaria para ello. Se ampliar¨ªan entonces las desigualdades naturales y sociales, que ya son enormes, con las desigualdades naturales gen¨¦ticamente manipuladas. El mundo de jerarqu¨ªas en el que en realidad ya vivimos no har¨ªa sino reforzarse con nuevas ¨¦lites y clases gen¨¦ticamente potenciadas.
Un Estado social que interviniera para ayudar universalmente con una tecnolog¨ªa barata y accesible a todos ser¨ªa una exigencia de justicia. Pero no s¨®lo eso, sino tambi¨¦n una Sociedad Global justa que desde instituciones internacionales pusiera esas tecnolog¨ªas al alcance de todos los seres humanos, si es que realmente son deseables.
El debate no ha hecho sino empezar, y la incertidumbre impregna el futuro. Sin embargo, es urgente que no s¨®lo expertos, pol¨ªticos y empresarios aborden estas cuestiones, sino muy especialmente los ciudadanos. Una humanidad reactiva reflexiona a toro pasado; una humanidad proactiva, por el contrario, se resiste al fundamentalismo de los hechos consumados, anticipa el futuro y lo crea a la medida de la dignidad humana.
Adela Cortina es catedr¨¢tica de ?tica y Filosof¨ªa Pol¨ªtica de la Universidad de Valencia. Directora de la Fundaci¨®n ?TNOR.
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