El autor, testigo de su tiempo, o el descompromiso
Acabo de asistir como invitada al I Encuentro Internacional de Dramaturgia en Alicante. El prestigio de los participantes, la seriedad del evento, el apoyo de indiscutibles instituciones gubernamentales y culturales con que ha contado, los dineros p¨²blicos invertidos, y el atraso en ampliar sus sillones al elenco de autoras, materializado por los organizadores del evento, me llevan a reflexionar. Como Espa?a tiene un aumento notorio de violencia de g¨¦nero, un notable desequilibrio de presencia de mujeres en cargos directivos, acad¨¦micos, de representaci¨®n, todo me hace sentir que en situaciones como la que comento se enmascara la ausencia de cambios. De discriminaciones m¨¢s obvias es m¨¢s f¨¢cil cuidarse, pero ¨¦sta presenta la versi¨®n de un olvido; "un desliz" lleg¨® a decir uno de los organizadores. Estas resbaladizas formas de negarnos, practicadas por cierta clase culta de varones que piensan por nosotras pero no en ni con nosotras, me hacen reflexionar m¨¢s en lo que pierde Valencia, que en lo que ellos ganan.
Desde el lema del encuentro El autor,testigo de su tiempo, la ausencia total de ponentes autoras conviene revisarla en cifras concretas: ponentes varones 33, ponentes mujeres 1, que no asisti¨®. La relaci¨®n es -con una perspectiva internacional- escandalosa, m¨¢s si se tiene en cuenta que tampoco hubo ponentes latinoamericanos, donde escriben dramaturgos en las m¨¢s diversas modulaciones de la lengua que Espa?a transmitiera a todo un continente. Demasiadas omisiones para ser casuales. El mercadismo denotado por la figuraci¨®n en una Europa que no atiende la dramaturgia espa?ola -el manager ingl¨¦s Philippe Le Moine, respondiendo a una pregunta, dijo que se desconoc¨ªan autores espa?oles en Inglaterra- genera la impresi¨®n de un intento por acaparar el as¨ª llamado tiempo del autor en Espa?a. Sospechoso encuentro internacional de autores teatrales varones con clara evidencia de un borramiento de demasiadas autoras, demasiadas traductoras, demasiadas acad¨¦micas, demasiadas cr¨ªticas que en el plano internacional configuran una poblaci¨®n pensante y creativa, cuyo indiscutido aporte est¨¢ m¨¢s que a la vista. Tama?a exclusi¨®n, adornada por falsos apaciguamientos, no me ha sacado del estupor que produce la discriminaci¨®n, ya en el 2003 y en una Valencia tan moderna. Lesivo para esta comunidad, para ellos mismos como organizadores m¨¢s que para las autoras. Interesarse por lo que opinamos las autoras de distintas partes del planeta, muchas de ellas del continente americano de habla espa?ola, implicar¨ªa la apertura a un di¨¢logo que parecen no est¨¢r dispuestos a realizar. Mal me sabe, por ejemplo, por Margarita Borja, autora nacida en Alicante mismo, reconocida en foros internacionales y que no ha sido convocada a exponer. Como si ella, o yo, o Itziar Pascual, que fuimos invitadas como oyentes, cuestion¨¢ramos, con s¨®lo subir a la palestra, una homogeneidad a la que se aferran los autores incluidos en el autor. Disfrutar de fondos que nos cuestan a todos y todas, perdonad esta plural pluralidad, pero creo que vale, no atiende a la pluralidad expresada en las declaraciones inaugurales y sorprendente en este estado de cosas. Ya no hay pluralismo sin pluralismo de g¨¦nero. Me vienen a la mente tantas autoras como en el planeta somos, testigos de nuestro tiempo con dosis sobresalientes a las espaldas de compromiso, de solvencia art¨ªstica y de participaci¨®n p¨²blica en conflictos sociales. Puedo pensar en Beth Escud¨¦, Ana Solano, Roc¨ªo Solis, Rosa Casado, Angels Aymar, Magda Puyo, y muchas otras. En el terreno internacional Jesusa Rodr¨ªguez, Sabina Berman, Griselda Gambaro, Jill Greenhalg, Yasmine Reza, Diana Taylor, Julia Varley, la lista es tan brillante como interminable. Veo a tantas autoras, directoras, cr¨ªticas espa?olas talentosas, viajando por estos mundos y no las veo exponiendo en el I Encuentro de Dramaturgia en Alicante, que se me vuelve m¨¢s notorio que nadie es profeta en su tierra y me resulta en contraste dolorosa esta discriminaci¨®n. A la hora de decidir sobre partidas de dineros p¨²blicos la omisi¨®n resulta injusta e injustificada para atestiguar sobre nuestro tiempo. A la hora de legitimar el uso que como autores debemos hacer de las palabras, m¨¢s arbitrario parece titular como el lo que deber¨ªa ser los. Aceptando el los, coloquial y consensualmente, tomo de la fil¨®loga italiana Patricia Violi esta reflexi¨®n: "el uso de una misma palabra para designar tanto la especie humana como el g¨¦nero masculino tiene algo de paradoja porque incluye y excluye al mismo tiempo a las mujeres", esclarecida con esta otra: "la evoluci¨®n de la estructura ling¨¹¨ªstica est¨¢ conectada con la de las estructuras y actitudes sociales". En el art¨ªculo Neutralidad o compromiso, firmado por Ezequiel Molt¨® (EL PA?S de la Comunidad Valenciana 24 de enero 2003), citando de la conferencia inaugural de Enzo Cormann en el encuentro, dice: "Debemos abogar por la renovaci¨®n del teatro filos¨®fico ante un panorama que describir¨ªa como de descompromiso con la realidad", todo hace presentir que tal renovaci¨®n con la realidad en la que estamos embarcados todos no completar¨ªa su filosof¨ªa sin el aporte de la mirada de quienes representamos a madres, esposas, hijas, abuelas que padecen la guerra sin generarla y protagonizan notables resistencias civiles pioneras, como profusamente ilustra el libro Jaque a la globalizaci¨®n de Pepa Roma.
Diana Raznovich es autora de m¨¢s de 20 obras de teatro.
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