"Me interesa el individuo expuesto a su destrucci¨®n, su extrema debilidad, pero tambi¨¦n su resistencia extrema"
A los 26 a?os escribi¨® su primer libro, El mito habsb¨²rgico en la literatura austriaca moderna, un ensayo de tal calado intelectual que el joven escritor deb¨ªa desmentir de tanto en tanto que hubiera sido su padre el autor. A este estudio en el que Claudio Magris (Trieste, 1939) dialoga con escritores como Musil, Hofmannsthal o Schnitzler, y que constituye el germen de sus intereses intelectuales, sigui¨® Lejos de d¨®nde (Eunsa), un ensayo escrito en 1971, que puede considerarse la continuaci¨®n del anterior, y cuya publicaci¨®n llega con lamentable retraso a Espa?a aunque en excelente edici¨®n.
Centrado en la figura de Joseph Roth, el escritor que, a juicio de Magris, mejor ha narrado la disoluci¨®n del imperio Habsburgo, la reflexi¨®n central del libro queda expresada en su t¨ªtulo: "Te vas muy lejos" le dice un jud¨ªo a otro que parte hacia Am¨¦rica. "?Lejos de d¨®nde?", contesta ¨¦ste. Esa ausencia de patria que expresa la an¨¦cdota referida y el desarraigo del pueblo jud¨ªo en su permanente exilio son, en opini¨®n de Magris, la met¨¢fora central de la condici¨®n humana contempor¨¢nea.
"Un pa¨ªs no es una empresa. Por una empresa se trabaja honradamente, pero no se muere por ella"
"En La exposici¨®n he reflejado un momento oscuro de mi vida. Es el libro m¨¢s dif¨ªcil que he escrito, el m¨¢s dolorosamente biogr¨¢fico"
Hace dos semanas, al tiempo que el escritor triestino recog¨ªa la medalla de oro que le concedi¨® el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid, se publicaba tambi¨¦n La exposici¨®n (Anagrama), su ¨²ltimo libro. Lejanos el uno del otro no s¨®lo en el tiempo, este relato, con estructura de drama teatral, est¨¢ inspirado en la vida de su paisano, el pintor Vito Timmel, muerto en un manicomio en 1949. Pero la vida de este pintor loco y visionario, "un concentrado de mito habsb¨²rgico", es un pretexto que permite al autor de El Danubio aflorar su dimensi¨®n m¨¢s ¨ªntima. Escrito en un momento de extrema fragilidad personal, poco despu¨¦s de la prematura muerte de su mujer, la escritora Marisa Madieri, este libro, violentamente humano y doliente, supone un cambio radical en la trayectoria literaria de Magris.
PREGUNTA. Lejos de d¨®nde y La exposici¨®n son dos libros entre los que median algo m¨¢s de treinta a?os y un notable cambio de registro por lo an¨¢rquico, violento, l¨ªrico e ¨ªntimo del ¨²ltimo, frente al rigor casi profesoral del primero. ?Podemos hablar, por lo que a usted respecta, tambi¨¦n en lo literario, de un af¨¢n de superaci¨®n de fronteras?
RESPUESTA. S¨ª, seguramente s¨ª. La exposici¨®n es un libro muy reciente. Lejos de d¨®nde lo escrib¨ª fascinado por esta historia del jud¨ªo de la di¨¢spora que contesta "?lejos de d¨®nde?". El jud¨ªo del exilio no tiene un Estado, no tiene un punto de referencia, est¨¢ siempre lejos de todo y de todos, pero al tener sus valores, en un libro, en una ley, en algo que no est¨¢ limitado en el espacio, y un sentimiento de lo eterno que no est¨¢ limitado en el tiempo, no est¨¢ nunca lejos de nada. Me interesaba esta experiencia jud¨ªa del exilio, de la falta de ra¨ªces, que no es s¨®lo jud¨ªa, porque nuestro siglo ha visto muchas culturas y pueblos amenazados y destruidos, pero el juda¨ªsmo lo ha sufrido con especial fuerza e intensidad. Me interesaba el individuo expuesto a su destrucci¨®n, su extrema debilidad, pero tambi¨¦n su resistencia extrema. Lo impresionante es la incre¨ªble capacidad de resistir, de ser fiel a uno mismo a pesar de todo.
P. ?Por qu¨¦ toma como pretexto a Joseph Roth?
R. Fue fundamental mi encuentro con Isaac Bashevis Singer, uno de los encuentros de mi vida. Me abri¨® todo tipo de fronteras, fue una revelaci¨®n. Lo le¨ª por casualidad a principios de los a?os sesenta, le escrib¨ª y ¨¦l me contest¨®. Luego nos conocimos, pero no ten¨ªa valor para escribir directamente sobre Singer. Y Roth era un escritor que tampoco ten¨ªa ra¨ªces, que tambi¨¦n estaba fuera de este mundo y se convert¨ªa en una met¨¢fora de m¨ª mismo al hablar de ¨¦l, un mundo en el que me reconoc¨ªa como en un retrato, pero desde fuera. Esto ya era una superaci¨®n de fronteras, un ensayo sobre Roth, una met¨¢fora para contar la crisis de Europa. Leyendo a estos autores, record¨¦ ambientes de Trieste, a mis padres, a amigos que conoc¨ª, pero en los que nunca pens¨¦... Quise escribir sobre ellos y sus episodios incre¨ªbles de resistencia. Una mezcla de fronteras, el an¨¢lisis de unos textos, los de Roth, los textos y¨ªdish, que descubr¨ªa, pero que a la vez constitu¨ªan una especie de autobiograf¨ªa indirecta. Cesare Cases, un intelectual muy conocido en Italia, dijo hace casi treinta a?os, al presentar el libro: "No hac¨ªa falta que Magris dedicase el libro a Marisa Madieri, porque al leerlo hay tal c¨²mulo de valores y sentimientos, que es un homenaje al amor".
P. Ese homenaje a su esposa tambi¨¦n existe, aunque de otro modo, en La exposici¨®n. ?C¨®mo surge ese libro?
R. Mientras que Lejos de d¨®nde mantiene la estructura del ensayo, de la reflexi¨®n, y tiene, a pesar de la experiencia de la tragedia, un sentido fuerte y positivo de la vida (no en un sentido edificante, sino la vida como significado, como valor), La exposici¨®n nace de una experiencia muy diferente, de una situaci¨®n de desmembramiento total, de esos momentos en los que uno se encuentra... Lo que S¨¢bato llama la escritura nocturna. Son momentos en los que, de pronto, descendemos a la oscuridad, incluso a las cloacas, y nos encontramos cara a cara con la Medusa. Un lugar que, por otra parte, requiere la fidelidad a esa oscuridad, porque tambi¨¦n hay all¨ª mucha luz. La exposici¨®n es un libro lleno de amistad y de amor, pero esos sentimientos aparecen como peque?os trozos de luz arrancados a la oscuridad, como si entre todas las porquer¨ªas que arrastra el mar a la playa, consigui¨¦semos rescatar algo. Es quiz¨¢ el libro m¨¢s dif¨ªcil que he escrito y el m¨¢s dolorosamente biogr¨¢fico. Aunque yo no soy pintor, como el protagonista, ni estoy loco ni muerto, claro, pero es muy metaf¨®rico. Es como si hubiese sido escrito no representando una vida entera, como en Lejos de d¨®nde, sino una vida hecha pedazos, y hay que recoger pedazos de sentimiento, de carne, de coraz¨®n... Un libro que cruza todas las fronteras, sobre todo las ling¨¹¨ªsticas. Es la historia de este pintor, de su autodestrucci¨®n, de alguien tan an¨¢rquico que quiere destruirse, que su gran amor por la vida le hace da?o y quiere apagarlo, borrarlo, intenta no existir.
P. Est¨¢ escrito en un lenguaje muy extremo, por momentos lleno de un lirismo que contrasta con expresiones soeces.
R. Hay un babel de lenguajes: el italiano y el dialecto triestino, que es el lenguaje del bajo vientre de la vida. Hay cantinelas infantiles que he tomado de tradiciones populares y otras que he inventado. Est¨¢ el lenguaje elevado, sublime, loco y delirante del diario de Timmel, muy l¨ªrico, efectivamente, y los fragmentos escritos en el manicomio, un problema terrible para los traductores. Un libro en el que hay una escritura que ya no pone orden en el mundo, porque en otros libros, incluidos Microcosmos o Lejos de d¨®nde, a pesar de tener mucho que ver con el desorden del mundo, intento ponerlo en su sitio. Aqu¨ª en cambio, se trata de vivir el desorden hasta el fondo. Ese lugar en el que surge el lenguaje l¨ªrico. Sergio Pellegrini me pregunt¨® sobre el libro: "?Es un punto de no retorno, o es un punto desde el que empezar?".
P. Creo que hay una especie de af¨¢n, o de pureza en aras de la sencillez, la voluntad de decir las cosas de forma m¨¢s inmediata y sentimental. Todo un reto.
R. S¨ª, es un libro en el que casi no hay mediaci¨®n. Es la absoluta transparencia, como cuando se te echa encima la vida, sin mediaciones. Lo he escrito de una forma salvaje. Normalmente, primero pienso las cosas.
R. Hay una peque?a menci¨®n. La personalidad de este pintor de Trieste me ha interesado siempre, su anarquismo que acaba celebrando el fascismo como el gran orden en el que uno puede ser como un ni?o, puede estar sencillamente sentado sobre una tapia y dejarse caer en el abismo de su alma. Me interesaba ese extremo sufrimiento individual, pero tambi¨¦n el no dejarse ganar. ?l dice: "Lo importante es el arte grande. Yo no soy un artista, hay que tirarme a m¨ª tambi¨¦n". No hacerse nunca la v¨ªctima con este dolor. El libro surgi¨® como una idea. Un m¨²sico triestino que vive en Alemania me dijo: "Vamos a hacer una ¨®pera". Dije que no, pero luego lo pens¨¦ y naturalmente no hice la ¨®pera, porque en estos casos el m¨²sico se pone al servicio del escritor o el escritor del m¨²sico, nuestros caminos se separaron. ?l est¨¢ haciendo una ¨®pera vanguardista y mi texto le resultar¨¢ muy cl¨¢sico, aunque para m¨ª sea el extremo de la frontera del lenguaje, pero me ha servido porque tambi¨¦n hay algo de oper¨ªstico en estos sentimientos que fatalmente se convierten en ret¨®ricos, aunque siguen siendo aut¨¦nticos. Lo he escrito de forma salvaje, en un mes, sin saber muy bien... Por ejemplo, el personaje del director, que al principio era un mero pretexto, representa toda la estupidez del orden, pero tambi¨¦n su nobleza, su hero¨ªsmo y su dignidad. Es f¨¢cil re¨ªrse del orden, pero los que hacemos algo, lo tenemos. Para ense?ar, hacer un peri¨®dico, hace falta. Quer¨ªa demostrar que incluso el orden tampoco es banal.
P. ?sa es por otra parte una constante en su obra. Nunca condena del todo, siempre encuentra la salvaci¨®n.
R. S¨ª, es importante intentar comprender.
P. Lo escribi¨® en un momento que imagino muy dif¨ªcil, despu¨¦s de la muerte de Marisa Madieri.
R. S¨ª, es un libro que al terminarlo lo dej¨¦ quieto casi un a?o y luego empec¨¦ a cortar y corregir. Cuando digo que es autobiogr¨¢fico es porque hay un n¨²cleo en el que he reflejado un momento oscuro de mi vida, de ansia y depresi¨®n. En toda infelicidad hay algo turbio y aqu¨ª se percibe. En otros libros hay una autobiograf¨ªa m¨¢s directa, como en Microcosmos, cosas que se corresponden directamente, aunque se hayan reinventado y transformado. Otras veces, en cambio, existe una autobiograf¨ªa al rev¨¦s: uno puede tener una historia de amor feliz que le hace descubrir, de pronto, el horror de una vida sin amor, y quiz¨¢ escriba una historia en la que no hay amor aunque no es la que ¨¦l ha vivido, pero se da cuenta de que podr¨ªa vivirla y est¨¢ al acecho. Siempre pongo el ejemplo de ese precioso relato de Marisa Aprile, que es en parte autobiogr¨¢fico, porque se nos puede reconocer a ella y a m¨ª, una especie de epifan¨ªa, en el que se plantea el problema del amor sin hijos. Nosotros hemos tenido hijos, por tanto no es autobiogr¨¢fico. ?Entonces es esto autobiogr¨¢fico? S¨ª y no. La exposici¨®n no es autobiogr¨¢fica como correspondencia de unos hechos, pero nace de un momento extremadamente oscuro que no tiene s¨®lo que ver con la vida sentimental, tambi¨¦n con el momento pol¨ªtico. Es un libro muy violento. Y creo que tambi¨¦n valiente.
P. El otro d¨ªa afirmaba en un coloquio que el drama de Alemania lo era no s¨®lo por el genocidio perpetrado contra los jud¨ªos, sino porque ese genocidio constitu¨ªa a la vez un suicidio. ?Podr¨ªa explicar un poco esto?
R. Nosotros, que tenemos presente el nazismo, nos olvidamos de lo que fue la enorme simbiosis judeoalemana. En Europa, la cultura alemana y la cultura jud¨ªa han tenido una gran simbiosis. Sobre todo en la Europa centro-oriental se consideraba al juda¨ªsmo portador de esa gran y culta Alemania. Franz Werfel dec¨ªa que el gueto de Praga era el basti¨®n del germanismo frente al Este. Esta cultura judeoalemana fue el elemento supranacional que permiti¨® dar una unidad cultural a Europa, y unir a rumanos, h¨²ngaros... Pensemos en el patriotismo judeoalem¨¢n de la Primera Guerra Mundial. Alemania, al amputarse este elemento, se amput¨® una fuerza enorme ligada a su propia esencia. Es evidente que exist¨ªa una tradici¨®n antisemita, pero en Alemania coexist¨ªa con este otro elemento. Ning¨²n otro pa¨ªs de Europa ha necesitado la cultura jud¨ªa tanto como Alemania para ser ¨¦l mismo.
P. ?Y cu¨¢l ser¨ªa la clave para el proceso de reconciliaci¨®n?
R. Creo que en la reconciliaci¨®n judeoalemana hay dos problemas: podr¨ªa realizarse s¨®lo si se basa en un total reconocimiento de la culpa alemana (m¨¢s avanzado en Alemania que en otros pa¨ªses, como Austria). Y el otro elemento sustancial es... Realmente no lo s¨¦, porque una cosa es hablar de reconciliaci¨®n y decir que lo que ha ocurrido es horrible y otra conseguir de verdad que esto no se convierta en odio entre generaciones. Los nietos de quienes murieron en Auschwitz pueden ser amigos de los nietos de quienes los mataron, siempre que los nietos de quienes les mataron no pretendan decir que sus abuelos eran unos h¨¦roes. Si hay esta certeza se puede conseguir la reconciliaci¨®n. Pero tiene que ser absoluta, tan pac¨ªfica que ya no haya que volver a hablar de ello. Por otra parte me disgusta mucho la debilidad pol¨ªtica de Alemania en Europa, porque creo que la Alemania democr¨¢tica, cuando era fuerte, representaba una fuerte ant¨ªtesis al excesivo dominio anglosaj¨®n, sobre todo por lo que respecta a la concepci¨®n del capitalismo. La vieja tradici¨®n de Bismarck, que ten¨ªa un fuerte componente cultural de un capitalismo responsable, un capitalismo que considera un aspecto social y no s¨®lo una sociedad de operaciones. Me disgusta mucho que Alemania se encuentre hoy en condiciones objetivas de debilidad, porque ese capitalismo es distinto del capitalismo a lo Berlusconi, que prescinde de las personas. Esta man¨ªa que hay de convertir todo en econom¨ªa... En un art¨ªculo yo criticaba esta man¨ªa economicista que lo convierte todo en una empresa. Empresa Italia, dice nuestro presidente. Los grandes empresarios italianos est¨¢n furiosos con esto, uno pone una f¨¢brica de zapatos para ganar dinero, no para ayudar a los pies de las personas. En cambio, la Universidad no est¨¢ para ganar dinero; desde luego se necesita ganar para vivir, todos lo necesitamos. En una ocasi¨®n le dije al ministro: "Incluso Trist¨¢n e Isolda tienen que ganar dinero, porque si no, no comen, y si no comen mueren, si mueren no hacen el amor, y por tanto ya no son dos amantes". Pero Trist¨¢n e Isolda no se escribe Tristan & Isolda, no son una empresa. La familia no es una empresa, hay que ganar, pero el fin no es la ganancia, sino la necesidad de ganar para llevar a los ni?os al colegio, para realizar otros valores. Si se dice que todo es una empresa, la empresa pierde su especificidad, y esto culturalmente es un desastre. El dinero es importante, en esto soy materialista, no me gustan los que dicen: "Ah, la Europa de la moneda, queremos una Europa del alma". Sin moneda no hay alma. Pero cuando el dinero pasa de ser un medio a ser un fin, es un desastre. Un pa¨ªs no es una empresa. Ser¨ªa muy dif¨ªcil morir por una empresa. Por una empresa se trabaja honradamente, pero no se muere por ella.
P. En esa Europa sin fronteras que defiende, ?cu¨¢l ser¨ªa la gran c¨²pula, cu¨¢l la identidad que deber¨ªamos compartir?
R. Mire, es muy dif¨ªcil responder, porque cualquier respuesta breve ser¨¢ ret¨®rica. Es como decir ?qu¨¦ es para ti el amor? Creo que hay que hacer hincapi¨¦ en el individuo, porque si hay algo que une a la civilizaci¨®n europea desde sus or¨ªgenes, desde la democracia griega, el pensamiento estoico, el concepto cristiano de persona, y as¨ª hasta el liberalismo y la socialdemocracia, est¨¢ el sentido de que el Estado, la sociedad, est¨¢n al servicio del individuo. Esto creo que es muy importante, y que hay una resistencia de Europa frente al resto de Occidente, que es Estados Unidos: que el individuo nace teniendo unos derechos fundamentales, y esto no se puede olvidar nunca. Es un baluarte del humanismo y la individualidad. Este sentimiento deber¨ªa traducirse en un sentido del Estado y por eso creo que es extremamente peligroso que este sentido est¨¦ en crisis. Precisamente porque la econom¨ªa se ha privatizado se necesita un m¨ªnimo pero s¨®lido sentimiento del Estado, un punto de referencia com¨²n por encima de ciertos intereses, con una garant¨ªa de las leyes. Yo creo que Europa deber¨ªa ser la heredera de este sentido humanista de la defensa del individuo y de la necesidad de protegerlo. El individuo no es un cowboy, es un ciudadano al que se le garantizan sus derechos fundamentales. Y todo esto es indirectamente un valor cultural y literario. Yo sue?o con el momento en que exista un Estado europeo con unos m¨ªnimos puntos de referencia de leyes comunes, precisamente lo que no estamos haciendo en Italia.
P. Y acontecimientos como los del 11 de septiembre, ?qu¨¦ peligro de regresi¨®n pueden tener en relaci¨®n con los planteamientos humanistas?
R. El problema es tremendo, porque fen¨®menos como los del 11 de septiembre no se pueden tolerar. No se puede ser pacifista con quien hace esto. El problema es si se afronta esta situaci¨®n intentando terminar con las ra¨ªces del mal, tanto combatiendo el terrorismo como eliminando las razones que lo producen; o si se aprovecha esto para desencadenar problemas igual o m¨¢s graves. Quienes se oponen a la guerra, y sobre todo a la entrada unilateral en la guerra contra Irak, no sienten simpat¨ªa por Sadam Husein. No es cierto que quieran ser blandos con quien ha enviado los aviones contra las Torres. S¨®lo se preguntan qu¨¦ sentido tiene hacer esta guerra, y por qu¨¦. Yo soy totalmente contrario a esta guerra, y sobre todo a la idea de hacerla por imposici¨®n. No estoy en contra por un pacifismo abstracto, no digo que si los terroristas vuelan este hotel haya que ir a hablar con ellos y decirles: "Sed unos buenos chicos". Desde luego hay que intentar meterlos en la c¨¢rcel, pero no creo que la guerra sea una respuesta sensata a la amenaza terrorista. Las situaciones cambian lentamente, pero una Europa unida deber¨ªa ser un socio equivalente, con menos potencia militar, pero en una continua cohesi¨®n, como si fuese una traici¨®n no compartir cualquier actitud. Las situaciones pol¨ªticas que exig¨ªan una uni¨®n a toda costa frente al peligro ya no existen. Lo que se pod¨ªa justificar en alg¨²n momento de la guerra fr¨ªa no tiene por qu¨¦ justificarse siempre. Yo no soy catastrofista ni fatalista, no me gusta ninguna actitud... Pero tengo la sensaci¨®n de que en general nos encontramos sentados en el borde de un volc¨¢n. Es como el final del mundo antiguo, todo est¨¢ en ebullici¨®n. No s¨¦, espero equivocarme, porque naturalmente me gusta vivir como vivo ahora, pero tengo la sensaci¨®n de que de un momento a otro podr¨ªa... Es como si adelantas en una curva, no va a venir un coche justo ahora... Yo tengo la sensaci¨®n de algo que antes o despu¨¦s se puede volver insostenible. Quiz¨¢ esto haya influido indirectamente en libros del tipo de La exposici¨®n.
BIBLIOGRAF?A
Lejos de d¨®nde (Ediciones Universida de Navarra).
La exposici¨®n (Anagrama).
Utop¨ªa y desencanto. Historias, esperanzas e ilusiones de la modernidad (Anagrama).
Microcosmos (Anagrama).?taca y m¨¢s all¨¢ (Huerga & Fierro).
Conjeturas sobre un sable (Anagrama).
El anillo de Clarisse. Tradici¨®n y nihilismo en la literatura moderna (Pen¨ªnsula).
Otro mar (Anagrama).
El Danubio (Anagrama).
Compromiso intelectual y besos gratis
DURANTE UN coloquio en el C¨ªrculo de Bellas Artes, Claudio Magris afirm¨® que si alguien escribiese lo que ¨¦l escribe, se ir¨ªa al cine, y no escribir¨ªa.
P. ?Los intelectuales asumen hoy su compromiso como tales?
R. Las actitudes son individuales, no creo que haya una categor¨ªa para los intelectuales. Por el mero hecho de ocuparse de algunos campos del saber, no tienen ni m¨¢s ni menos deberes que los dem¨¢s, y no por ello entienden mejor. Yo no creo, desde este punto de vista, ser m¨¢s intelectual que uno que trabaja en un banco. A veces hay que olvidar que algunos de los mayores escritores del siglo pasado fueron fascistas, nazis o comunistas. Les comprendemos, seguimos queri¨¦ndoles, entendemos el camino que llev¨® a Pirandello a admirar a Mussolini, el que llev¨® a C¨¦line a escribir Bagatelle... Pero desde un punto de vista estrictamente pol¨ªtico, en ese momento ellos entend¨ªan menos que su portera. Hay un interesante e incluso noble deslumbramiento. No me siento comprometido con un punto de vista como intelectual. Naturalmente, cada uno tiene unos deberes seg¨²n su papel: t¨² haces un peri¨®dico y pones tu honradez en hacerlo. Yo hago literatura porque es mi formaci¨®n, igual que uno traslada su fe o su falta de fe a lo que hace, pero no como una consecuencia directa. Adem¨¢s, uno tiene su sentido de la responsabilidad. Yo creo que teniendo un espacio en un peri¨®dico, a veces se siente el deber de testimoniar. Pero lo sentir¨ªa igual si dirigiera la secci¨®n de incendios de una compa?¨ªa de seguros. Y adem¨¢s hay deberes y compromisos que son iguales para todos, y a los que cada uno se enfrenta con su personalidad, con su trabajo, con su historia.
P. ?De autores como Broch, Musil o Canetti, de los que se siente deudor, podr¨ªamos deducir una ¨¦tica de la literatura?
R. No creo. Estos grandes autores te hacen comprender, te abren los ojos, y ¨¦sta es la gran funci¨®n de la literatura, no una determinada ¨¦tica, sino mostrar la enorme importancia que tiene la ¨¦tica en la vida de una persona. Es decir, si uno lee a Canetti, no es que aprendas a ser honrado o a ser dem¨®crata, pero entiendes que todo eso no son s¨®lo ideas u opiniones, sino que forman parte de la vida. Por tanto, la literatura te muestra una forma de vida. Si lees La n¨¢usea, de Sartre, comprendes lo que es la impotencia, Kafka te hace entender ese oscuro sentimiento de falta de armon¨ªa y de culpa. No se trata de que te quiera ense?ar, pero te muestra algo indirectamente. ?sa es toda la moralidad. Es la moral lo que se convierte en vida. Esto es lo que ense?a la literatura, pero no con una receta, sino con la vida, te muestra unos valores que han calado en la existencia. Yo creo efectivamente que uno aprende lo que es la lealtad y la fidelidad leyendo a Joseph Conrad, incluso valores como el coraje. Pero Conrad no sermonea, al contrario, cuenta la historia de un traidor, de un delator: todos somos d¨¦biles y viles, todos nosotros a veces en la vida hemos sido un Lord Jim, hemos dejado morir o perder..., ¨¦ste es su enorme valor, indirectamente educativo, pero s¨®lo indirectamente. Ay de nosotros si la literatura se hace funcional: no se puede hacer que alguien lea para que sea m¨¢s bueno, m¨¢s democr¨¢tico. Uno debe leer, tambi¨¦n una gran historia de amor hace que tengas una vida m¨¢s fuerte y m¨¢s rica, pero no hay que amar para educarse, hay que hacerlo porque te gusta hacerlo. La literatura y la cultura tienen que tener ese momento gratuito que es la verdadera premisa para poder ser realmente ¨²tiles, sin pensar en su utilidad. Exactamente lo contrario de lo que es hoy la Universidad con esa mentalidad de los cr¨¦ditos. El otro d¨ªa hicimos un congreso sobre ciencia y los estudiantes me dijeron: "Habr¨ªamos venido si nos hubieran dado alg¨²n cr¨¦dito". Y yo les dije: "Alguna vez habr¨¢n besado gratis a una chica".
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