Qu¨¦ hubiera hecho Clinton
Mucha gente se lo pregunta. De haberlo permitido la Constituci¨®n, Clinton habr¨ªa ganado f¨¢cilmente su tercera reelecci¨®n, dado el nivel de popularidad con el que dej¨® la Casa Blanca. Incluso, a no ser por unos pocos votos en Florida, Al Gore podr¨ªa ser hoy el presidente. Algunos miembros de la Administraci¨®n de Clinton tienen claro que hubieran desarollado una pol¨ªtica distinta respecto a Irak, aunque tampoco coincidente con la de la Europa renana.
Para empezar, Irak no habr¨ªa sido la primera de sus prioridades. La lucha contra Al Qaeda habr¨ªa concentrado la mayor parte de los esfuerzos, con mayor receptividad a la oferta de la OTAN y sin haber dado el papel preponderante a los militares, aunque hubiesen atacado tambi¨¦n a Afganist¨¢n. Clinton se ha referido en diversas ocasiones a la necesidad de un impulso en t¨¦rminos globales como el que supuso el Plan Marshall para Europa como parte de una estrategia de seguridad de Estados Unidos, que tiene que ir a las ra¨ªces de los problemas, pues no puede meter en la c¨¢rcel a todos sus enemigos.
La segunda prioridad habr¨ªa sido desactivar la crisis con Corea del Norte, considerada potencialmente m¨¢s peligrosa, pues, de no detenerla en dos a?os, habr¨¢ muchos m¨¢s pa¨ªses con armas nucleares. A cambio de no reactivar sus centrales nucleares capaces de producir material para fabricar bombas y reanudar los controles internacionales, Pyongyang hubiera recibido no s¨®lo ayuda alimentaria, sino un programa para saber cultivar alimentos, pues es un r¨¦gimen que sabe fabricar armas de primera calidad, pero no comida, lo que lleva a que la ¨²nica moneda de cambio que tenga sea la militar. Tambi¨¦n se le habr¨ªa reconocido como Estado, pues no quiere acabar como Alemania del Este, absorbido por Corea del Sur.
Una Administraci¨®n de Clinton se hubiera resistido, a pesar del 11-S, a cambiar los par¨¢metros de las resoluciones de Naciones Unidas sobre Irak. Anteriormente, el castigo por su incumplimiento era no levantar las sanciones econ¨®micas. La Administraci¨®n de Bush, en cuyo seno tras el 11-S ganaron peso los partidarios de atacar a Irak, forz¨® un cambio: el castigo por incumplimiento es la destrucci¨®n del r¨¦gimen, con o sin guerra. Las mentiras de Sadam habr¨ªan sido respondidas pero no habr¨ªan constituido casus belli, raz¨®n para una guerra. Hay grandes dudas sobre si es leg¨ªtimo cambiar estos t¨¦rminos de referencia. En todo caso, un objetivo hubiera sido que Naciones Unidas saliera de esta crisis m¨¢s fuerte que antes. En este sentido se interpretan algunos de los esfuerzos de Blair.
A la vez, se estima que los europeos no valoran con suficiente seriedad la amenaza que suponen las armas de destrucci¨®n masiva en manos de Irak, de las que tienen conocimiento no s¨®lo a trav¨¦s sus propios servicios de espionaje y de las inspecciones hasta 1998, sino de informaciones que pasaron los dos yernos de Sadam Husein que huyeron de Irak en 1995. Pero se habr¨ªan dado m¨¢s posibilidades y m¨¢s tiempo y medios a los inspectores. Llegados a la situaci¨®n actual, votar¨ªan una nueva resoluci¨®n del Consejo de Seguridad sobre la base de las conclusiones de los inspectores. Asimismo, se habr¨ªa intentado controlar las armas de destrucci¨®n masiva de forma que reforzara a la comunidad internacional, y, por supuesto, habr¨ªa habido un nuevo intento de reactivar el proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo, aunque ya sin ninguna confianza en Arafat.
En cuanto a la doctrina de Seguridad Nacional de Bush que contempla la guerra preventiva, miembros de la Administraci¨®n de Clinton s¨®lo la justifican en caso de inminencia de un ataque, consider¨¢ndola en otros contraria a la Carta de las Naciones Unidas y por tanto ilegal. Adem¨¢s, si otros Estados siguieran esta doctrina, el mundo se volver¨ªa un lugar a¨²n m¨¢s peligroso.
aortega@elpais.es
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