Los expertos alertaron de que el recorte de presupuesto reduc¨ªa la seguridad de las naves
La NASA adjudic¨® en 1996 a Boeing y Lockheed-Martin la gesti¨®n de las operaciones
La estruendosa explosi¨®n del Columbia sobre Tejas fue presagiada por los auditores del Gobierno y por los expertos, que llevaban a?os alertando sobre el descuido en la vigilancia y las aplazadas mejoras en la seguridad de los transbordadores de la NASA por los recortes presupuestarios. Otra de las cr¨ªticas se centra en la privatizaci¨®n de muchas partes vitales de los transbordadores. "Nunca he estado tan preocupado por la seguridad de los transbordadores", afirm¨® en abril el presidente del comit¨¦ de expertos de la seguridad aeroespacial.
Los fondos para la agencia disminuyeron en 1.000 millones de d¨®lares en 2002
La NASA no pon¨ªa todo el empe?o en reparar la corrosi¨®n bajo las escamas
Aunque el santo y se?a en el despegue era La seguridad lo primero, los ingenieros aeroespaciales se han quejado repetidamente de que los ajustes presupuestarios y las cambiantes prioridades de la NASA privaron al Columbia y a los dem¨¢s transbordadores de las actualizaciones y mejoras que necesitaban.
En abril de 2002, Richard Blomberg, el presidente del Aerospace Safety Advisory Panel (ASAP), el comit¨¦ de expertos encargado de supervisar la seguridad aeroespacial, alert¨® al Congreso de que la gesti¨®n de NASA del programa de los transbordadores hab¨ªa levantado la mayor alarma en el Comit¨¦ en 15 a?os.
Nada de esto ten¨ªa que pasar. El ¨²ltimo desastre mortal de un transbordador, hace 17 a?os, origin¨® una serie de llamamientos que ped¨ªan cambios en la gesti¨®n de los vuelos. La agencia prometi¨® que desde ese momento la seguridad iba a estar por encima de cualquier otra consideraci¨®n, incluidas las disminuciones presupuestarias, las demandas de sus astronautas y las presiones pol¨ªticas. "Nunca despegaremos si no es seguro", prometi¨® hace nueve meses el entonces director de los vuelos espaciales de la NASA, Fred Gregory.
Los cr¨ªticos advirtieron insistentemente de que la seguridad estaba perdiendo la batalla por los escasos fondos de la NASA. Alertaron de que la disminuci¨®n de un 40% del presupuesto del programa en la ¨²ltima d¨¦cada ha minado su capacidad para garantizar misiones sin fallos.
La NASA, que ahora dirige Sean O'Keefe, siempre ha respondido que no estaba de acuerdo. Los problemas no eran tan graves; la seguridad segu¨ªa siendo la prioridad y el n¨²mero de "anormalidades" y defectos en los transbordadores estaba cayendo r¨¢pidamente. Pero los expertos en seguridad aseguran que las llamadas de la NASA a la calma eran una ilusi¨®n. Afirman que un transbordador es un envejecido y delicado cami¨®n espacial que excede los l¨ªmites del riesgo aceptables para una misi¨®n tripulada.
El torpe planeador se cre¨® en los a?os setenta. Fue un matrimonio entre un dise?o aventurado y una tecnolog¨ªa muy conocida. Desde el principio estuvo dotado con poca financiaci¨®n. El programa nunca cont¨® los enormes avances de la tecnolog¨ªa aeroespacial y la seguridad de la d¨¦cada pasada.
Despu¨¦s de que el Challenger explotara durante el despegue, en 1986, por ejemplo, muchos expertos en seguridad pidieron a la NASA que a?adiera una c¨¢psula de evacuaci¨®n para la tripulaci¨®n para salvar vidas en caso de una cat¨¢strofe. "Hay una clara necesidad (...) de un plan de para solucionar la falta de un sistema de escape. O se mejora la calidad de los transbordadores o se inicia un programa con unos plazos realista para remplazarlos", concluy¨® en 2002 el ASAP.
La NASA ha estudiado el problema durante a?os, pero no ha actuado porque reajustar las naves costar¨ªa demasiado. El resultado es que la tripulaci¨®n del Columbia no tuvo oportunidad para escapar del destino de la nave.
La NASA no tiene planeado desarrollar ning¨²n transbordador y, de hecho, muchas de las ¨²ltimas medidas de seguridad han surgido de un plan de la agencia para intentar alargar la vida a los transbordadores otros 25 a?os. Blomberg alert¨® de que el recorte del presupuesto llevaba al programa de los transbordadores a gastar la mayor¨ªa de sus recursos en operaciones corrientes mientras que las mejoras planeadas, incluidas algunas que "reducir¨ªan directamente el riesgo", fueron aplazadas o eliminadas.
"La preocupaci¨®n no es por el pr¨®ximo vuelo ni el siguiente", dijo Blomberg en abril. "Mi preocupaci¨®n es que nadie puede saber cuando se ha sobrepasado el margen de seguridad". En una cr¨ªtica impl¨ªcita al Congreso y a la Casa Blanca, el ASAP dijo en su ¨²ltimo informe que los presupuestos de la NASA "no eran suficientes para mejorar ni mantener el nivel de riesgo de los transbordadores espaciales. Las mejoras que necesitan no pueden realizarse con los presupuestos actuales". A mitad de 2001, cinco de los nueve miembros del ASAP y dos consultores fueron despedidos cuando la NASA cambi¨® sus estatutos y nombr¨® una comisi¨®n rotatoria.
Un informe independiente sobre la seguridad de los transbordadores de marzo de 2000 se?al¨® problemas espec¨ªficos. El informe apuntaba a problemas en la instalaci¨®n el¨¦ctrica y a la "dificultad para inspeccionar algunas zonas" del Columbia. Tambi¨¦n dec¨ªa que la NASA no usaba las ¨²ltimas t¨¦cnicas para encontrar y arreglar fracturas estructurales y otras consecuencias del envejecimiento. El comit¨¦ dijo que la NASA no pon¨ªa todo el empe?o en encontrar y reparar problemas de corrosi¨®n bajo las escamas que protegen al transborador del intenso calor que se produce en la reentrada a la atm¨®sfera. "La enorme reducci¨®n de la calidad de la seguridad en las inspecciones de la NASA en cada transbordador es preocupante", dijo el Comit¨¦, que entonces estaba presidido por Henry Mc Donald, director del centro de investigaci¨®n de la NASA.
Algunas de las alertas sobre la seguridad ven¨ªan de lo que los expertos calificaban como una inspecci¨®n inadecuada que la NASA hace de las partes del programa que han sido privatizadas. La semana pasada el General Accounting Office, un organismo auditor dependiente del Congreso, describi¨® el control de la NASA sobre sus grandes contratistas como "d¨¦bil".
Los fondos para la NASA y para otras agencias civiles involucradas en el programa espacial disminuyeron 1.000 millones de d¨®lares en 2002, mientras que los programas espaciales del Departamento de Defensa crecieron en 600 millones, seg¨²n un estudio reciente de la Aerospace Industries Association, la patronal del sector.
En 1996, la NASA pas¨® la gesti¨®n de los vuelos espaciales de los transbordadores a la United Space Alliance, una empresa privada propiedad de Boeing y Lockheed Martin. La presi¨®n de la Administraci¨®n de Clinton y del Congreso para disminuir los costes, hizo que la NASA dejara progresivamente sus responsabilidades en manos privadas.
United Space Alliance es considerada ahora como el primer contratista del programa de los transbordadores y controla un tercio del presupuesto del programa. Adem¨¢s de su papel en la empresa, Lockheed Martin tambi¨¦n suministra muchos aparatos cruciales, incluyendo la construcci¨®n del dep¨®sito de combustible externo y desarrolla los sistemas electr¨®nicos necesarios para la navegaci¨®n y el control de vuelo.
Mientras los responsables de la NASA describen a su contratista como "el id¨®neo", el inspector general de la NASA discrepa. "La falta de una vigilancia constante y bien documentada del contrato es preocupapante", dijo en un informe de junio pasado.
En respuesta a estos informes, la NASA ha intentado aumentar el presupuesto, mejorar sistemas de reserva y otros de seguridad y ha tomado otros pasos dirigidos a reforzar sus ya complejos sistemas de prevenci¨®n de accidentes. Pero siempre ha sabido que el programa nunca ser¨ªa 100% fiable.
Despu¨¦s de las actualizaciones post Challenger, la NASA estim¨® que hab¨ªa que hab¨ªa una probabilidad entre 250 de un fallo catastr¨®fico. "El transbordador es una m¨¢quina maravillosa, pero es arriesgado para los humanos", dijo Sam Venneri, jefe de la oficina de tecnolog¨ªa aeroespacial de la NASA, ante el Congreso el a?o pasado.
"Lo que han hecho para mantener en vuelo un sistema tan antiguo es sorprendente, en alg¨²n momento hay que esperar que falle", afirm¨® Donna Shirley, una ex miembro del programa de exploraci¨®n de Marte de la NASA y ahora profesora de Ingenier¨ªa en la Universidad de Oklahoma.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.