Powell despliega sus pruebas ante la ONU
El jefe de la diplomacia de EE UU muestra grabaciones y fotograf¨ªas de sat¨¦lite para acusar a Irak
Cuando Colin Powell hac¨ªa una pausa en su exposici¨®n, el silencio era casi opresivo. A nadie se le escapaba la gravedad de la situaci¨®n. El Consejo de Seguridad celebr¨® ayer una reuni¨®n hist¨®rica, la m¨¢s importante en muchos a?os. EE UU present¨® su alegato final, su colecci¨®n de pruebas sobre la presunta culpabilidad de Irak, en un ambiente de tensi¨®n extraordinaria. Powell, como jefe de la diplomacia m¨¢s poderosa del planeta, asumi¨® la responsabilidad de convencer a un Consejo esc¨¦ptico y despleg¨® grabaciones, fotograf¨ªas de sat¨¦lite e informaciones de sus esp¨ªas para demostrar que el Gobierno iraqu¨ª violaba sistem¨¢ticamente la resoluci¨®n 1.441 y dejaba pasar "su ¨²ltima oportunidad" de evitar la guerra. Las pruebas eran "irrefutables e innegables". El jurado mundial, sin embargo, se mantuvo circunspecto. La trascendental iniciativa estadounidense no logr¨®, al menos en un primer momento, vencer las dudas de la mayor¨ªa del Consejo.
Powell era consciente de que dif¨ªcilmente pod¨ªa conseguir un impacto inmediato. Los otros 14 pa¨ªses miembros del Consejo de Seguridad, representados en muchos casos por sus ministros de Asuntos Exteriores, hab¨ªan acudido a la reuni¨®n con sus discursos preparados y, por tanto, no se pod¨ªa esperar que reaccionaran antes de consultar con sus jefes de Estado o de Gobierno, evaluar los elementos aportados por EE UU y debatir con sus aliados m¨¢s cercanos. "Las consecuencias se ver¨¢n en las pr¨®ximas horas, los pr¨®ximos d¨ªas, las pr¨®ximas semanas", anticip¨® en Washington un portavoz de la Casa Blanca. La comparecencia de los inspectores de Unmovic y de la Agencia Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica, prevista para el 14 de febrero, deb¨ªa revelar hasta qu¨¦ punto Estados Unidos hab¨ªa conseguido o no el apoyo del ¨®rgano ejecutivo de la ONU.
Era perceptible, sin embargo, una dificultad profunda en la misi¨®n de Colin Powell. Otros miembros del Consejo, especialmente Francia, Rusia y China, todos ellos con derecho de veto, basaban su resistencia a autorizar una guerra en la convicci¨®n de que cualquier resultado positivo de la misma, como la liberaci¨®n del pueblo iraqu¨ª o la supresi¨®n de unas armas amenazantes, se ver¨ªa superada por las consecuencias negativas: m¨¢s terrorismo y m¨¢s inestabilidad en Oriente Pr¨®ximo. El gobierno de George W. Bush, en cambio, estaba dispuesto a correr cualquier riesgo porque sus planes iban mucho m¨¢s all¨¢ de la guerra y se dirig¨ªan a cambiar para siempre las coordenadas de una regi¨®n crucial para el mundo, por sus recursos energ¨¦ticos y por sus obvias dificultades para engranarse en el nuevo orden que el fin de la guerra fr¨ªa hac¨ªa posible.
Papel de fiscal
El secretario de Estado asumi¨® el papel de fiscal y apoy¨® su exposici¨®n en las im¨¢genes proyectadas sobre dos grandes pantallas, situadas a ambos lados de la sala, y en el sonido de grabaciones clandestinas. Tras ¨¦l se sentaba John Negroponte, el embajador de su pa¨ªs ante la ONU, y George Tenet, el director de la CIA. La presencia de Tenet era muy significativa. El m¨¢ximo responsable del espionaje estadounidense, que cooper¨® estrechamente con Powell en la preparaci¨®n y selecci¨®n de las pruebas, quer¨ªa demostrar que no hab¨ªa fisuras en la administraci¨®n de Washington. George Tenet no siempre respald¨® las afirmaciones de Bush, pese a su contacto cotidiano con el presidente: fue ¨¦l quien admiti¨® en una carta a miembros del Congreso que no cre¨ªa que Sadam Husein se planteara participar en ning¨²n ataque terrorista contra Estados Unidos, salvo en caso de ser agredido militarmente, y fue ¨¦l quien se neg¨® a confirmar las afirmaciones presidenciales sobre la supuesta cooperaci¨®n de Irak con Al Qaeda. Pero ayer estaba ah¨ª, expresando su conformidad con todo lo expuesto por Powell.
Colin Powell no s¨®lo se dirig¨ªa a los miembros del Consejo de Seguridad. Sus palabras y sus pruebas eran retransmitidas en directo por televisiones de todo el mundo y eran especialmente escuchadas por el p¨²blico estadounidense. Su apuesta por la diplomacia multilateral y por la cooperaci¨®n con la ONU, frente al instinto unilateralista de otros miembros de la administraci¨®n de Washington, su experiencia como soldado en Vietnam y como estratega m¨¢ximo de la guerra del Golfo y su extremada prudencia, le hab¨ªan conferido la m¨¢xima credibilidad ante sus ciudadanos. Un sondeo publicado ayer indicaba que la gran mayor¨ªa de los estadounidenses, un 63%, prefer¨ªa confiar en Powell antes que en Bush en una crisis tan grave como la iraqu¨ª. S¨®lo un 23% de los sondeados ten¨ªan m¨¢s fe en el presidente que en el secretario de Estado. Esa fue la raz¨®n de que Powell intentara ser did¨¢ctico y se entretuviera en explicar conceptos elementales con los que todos los presentes en la reuni¨®n del Consejo estaban absolutamente familiarizados: estaba hablando a sus compatriotas, nueve de cada 10, seg¨²n anteriores encuestas, estaban esperando oir a Powell antes de tomar una posici¨®n firme a favor o en contra de la guerra impulsada desde la Casa Blanca.
"Irak nunca tuvo la menor intenci¨®n de cumplir con las resoluciones de la ONU", proclam¨® el secretario de Estado. "Sadam no se detendr¨¢ ante nada hasta que alguien le frene". La exposici¨®n de Powell, que dur¨® m¨¢s de una hora, intentaba demostrar que las inspecciones eran ya in¨²tiles, dada la extraordinaria capacidad de ocultaci¨®n que Estados Unidos atribu¨ªa al gobierno iraqu¨ª. Mientras Powell hablaba, Hans Blix, responsable de verificar el desarme qu¨ªmico y biol¨®gico de Irak, tomaba notas abundantes con el rostro tenso y en ocasiones contrariado. Fuera de la sala, en Wall Street, el discurso del secretario de Estado fue acogido por subidas burs¨¢tiles porque, en opini¨®n de los inversores, disipaba dudas: la guerra era ya una certeza. Horas m¨¢s tarde, sin embargo, la falta de reacci¨®n inmediata por parte de otros miembros del Consejo devolvi¨® la inestabilidad y la incertidumbre a las bolsas. Al mismo tiempo, en Washington, los servicios de seguridad anunciaban que aumentaba el riesgo de atentado inminente en Estados Unidos, a juzgar por el "incremento de comunicaciones" interceptadas a presuntos terroristas.
Powell afirm¨® que los iraqu¨ªes hab¨ªan destruido y descontaminado una instalaci¨®n de producci¨®n y almacenaje de armas qu¨ªmicas el a?o pasado; present¨® grabaciones de conversaciones entre militares iraqu¨ªes de alta graduaci¨®n que hac¨ªan supuestas referencias a las maniobras realizadas para esconder armas e indicios antes de las visitas de los inspectores; asegur¨® que Sadam Husein hab¨ªa dispersado misiles cargados con armas biol¨®gicas en la franja occidental de Irak; present¨® fotograf¨ªas captadas por sat¨¦lite que mostraban, seg¨²n ¨¦l, dep¨®sitos de municiones qu¨ªmicas; y declar¨® que Irak dispon¨ªa de 18 laboratorios m¨®viles de armas biol¨®gicas, cargados sobre camiones. Y eso, seg¨²n ¨¦l, no era todo. "No podemos revelarles a ustedes todo lo que sabemos", advirti¨®. Pero el material que aportaba, "profundamente inquietante", bastaba en su opini¨®n para demostrar m¨¢s all¨¢ de cualquier duda que Sadam Husein no hab¨ªa hecho "ning¨²n esfuerzo" para cumplir la exigencia de desarme planteada por la comunidad internacional.
Las pruebas de Powell proced¨ªan de "fuentes diversas, algunas estadounidenses, algunas de otros pa¨ªses". Los servicios secretos brit¨¢nicos, por ejemplo, hab¨ªan aportado determinados elementos, seg¨²n fuentes oficiales del Reino Unido. "Algunas de las fuentes son t¨¦cnicas, como conversaciones telef¨®nicas interceptadas y fotos tomadas por sat¨¦lite. Otra fuente", sigui¨®, era "gente que hab¨ªa arriesgado la vida para que el mundo supiera cu¨¢les eran realmente las intenciones de Sadam Husein". Esta ¨²ltima fuente aportaba datos inverificables. Cuando hablaba de los laboratorios m¨®viles de armas qu¨ªmicas, no hab¨ªa fotograf¨ªas ni prueba f¨ªsica de ning¨²n tipo: o se cre¨ªa en la palabra de Powell, o no.
"La cuesti¨®n ahora", dijo, "no es cu¨¢nto tiempo estamos dispuestos a conceder a los inspectores para que se vean frustrados por el obstruccionismo iraqu¨ª, sino hasta cu¨¢ndo vamos a soportar el incumplimiento de Irak antes de decir, como Consejo de Seguridad, como Naciones Unidas: basta, basta". Powell intent¨® rebatir la opini¨®n de quienes consideraban imprescindible una nueva resoluci¨®n que autorizara la guerra. Record¨® que la resoluci¨®n 1.441 del pasado 8 de noviembre "ofrec¨ªa a Irak una ¨²ltima oportunidad para acatar [las exigencias de la comunidad internacional] o enfrentarse a serias consecuencias". Y a?adi¨®: "Ninguno de los miembros del Consejo presentes hoy albergaban duda alguna sobre el significado de la expresi¨®n serias consecuencias". Pero esa afirmaci¨®n fue rebatida m¨¢s tarde por delegaciones como la siria, que dijeron haber respaldado la 1.441, aprobada por unanimidad, s¨®lo cuando EE UU garantiz¨® en los debates a puerta cerrada que no se estaba votando una autorizaci¨®n autom¨¢tica de la guerra.
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