Maestros en tierra de nadie, 1
Somos tan pocos, que no tenemos capacidad alguna de presi¨®n; nos han mareado tanto, que ni nosotros mismos sabemos d¨®nde estamos; la gente con la que trabajamos es tan marginal, que no preocupa ni a los pol¨ªticos en ¨¦poca de elecciones.
Somos los maestros de las c¨¢rceles andaluzas. Hubo un tiempo en el que depend¨ªamos del Ministerio del Interior, y nuestras funciones estaban claramente especificadas en el Reglamento Penitenciario. Porque era l¨®gico, y as¨ª lo reclamamos insistentemente el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia reconoci¨® nuestro car¨¢cter docente y dej¨® los pormenores de nuestra situaci¨®n en manos de las comunidades aut¨®nomas de forma que, mediante un proceso de transferencia, qued¨¢ramos asimilados al sistema educativo de la Junta de Andaluc¨ªa.
En casi todas las comunidades ese traspaso se ha hecho ya efectivo, pero aqu¨ª la situaci¨®n "transitoria" dura ya casi cuatro a?os, y la Junta dice no saber nada de nosotros, ni parece tener intenci¨®n de querer saberlo.
No es s¨®lo que estemos perdiendo dinero, porque no nos afectan las subidas salariales de Interior ni las de Educaci¨®n (es lo malo de estar en tierra de nadie); ni que no se nos reconozca el derecho a los traslados; es que en ning¨²n sitio est¨¢ escrito cu¨¢les son exactamente nuestras funciones ni a qui¨¦n podemos pedir explicaciones al respecto.
Es f¨¢cil imaginar la sensaci¨®n de desconcierto y de des¨¢nimo que reina entre nosotros... Tan f¨¢cil como deducir a qu¨¦ se reduce el trabajo de un maestro desanimado y desconcertado y c¨®mo afecta eso a sus alumnos.
De modo que, en esta Andaluc¨ªa de la segunda modernizaci¨®n, en la que ya no quedan analfabetos (los nuestros han de ser residuales, si no, no se explica), el sector m¨¢s desfavorecido de la poblaci¨®n est¨¢ desatendido en uno de los pocos aspectos que les pueden permitir volver a integrarse a una vida normalizada.
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