Atrapando un gato negro en una habitaci¨®n oscura
El riesgo de que la coalici¨®n antiterrorista se escinda aumenta cuanto m¨¢s se aproxima el comienzo de una operaci¨®n militar contra Irak. El anhelo maniaco de comenzar una guerra a toda costa causa incomprensi¨®n e inquietud, habida cuenta del largo tiempo que EE UU ha dedicado a ense?ar al mundo la teor¨ªa de la democracia y el derecho. Est¨¢n en juego el destino de la estabilidad estrat¨¦gica y los principios del sistema moderno mundial, basado en el derecho, la democracia y el humanismo.
Sadam Husein es, sin duda, un dictador. Pero la mala fama no basta para comenzar una guerra, mucho menos con armas at¨®micas. Hoy Irak colabora con los inspectores internacionales, que deben averiguar si realmente hay all¨ª armas de destrucci¨®n masiva. Las inspecciones deben ser exhaustivas y el resultado final debe ser aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU sobre una base de consenso.
La inconsecuencia de EE UU en sus empresas antiterroristas es evidente
El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, ha presentado sus pruebas de que Irak tiene armas de destrucci¨®n masiva. Sin preparaci¨®n especial resulta muy dif¨ªcil sacar unas conclusiones competentes y exactas de lo expuesto.
Por eso, el contenido del informe de Powell debe ser analizado a fondo por los especialistas. Los inspectores deben estudiar la informaci¨®n sobre los objetos all¨ª mencionados y sobre la gente cuyas conversaciones telef¨®nicas fueron presentadas ante el Consejo de Seguridad. Adem¨¢s, debemos exigir a Irak que d¨¦ explicaciones sobre cada uno de los ejemplos expuestos.
Sin embargo, a juzgar por las belicosas declaraciones de Washington al margen del trabajo de los inspectores, la guerra est¨¢ pr¨¢cticamente decidida. Para asegurar la cobertura propagand¨ªstica de la operaci¨®n, los especialistas del Pent¨¢gono han buscado ya incluso un nombre que hiela el coraz¨®n Shock y temblor. Temblor es el estado en el cual EE UU quisiera ver a Sadam Husein, y shock, lo que deben sentir todos los dem¨¢s ante la osad¨ªa con la cual los militares norteamericanos hacen su trabajo.
La actuaci¨®n de EE UU al margen del Consejo de Seguridad puede tener peligrosas consecuencias, entre ellas, sobre todo, la discrepancia entre las democracias de la comunidad mundial y dentro de la OTAN. En este caso, se pone en duda la unidad de ideolog¨ªa, objetivos y tareas de la OTAN y tambi¨¦n la capacidad de actuar de la coalici¨®n antiterrorista creada tras el 11 de septiembre.
Esto ¨²ltimo tiene especial importancia. El 11 de septiembre corrigi¨® radicalmente la pol¨ªtica mundial. Ese d¨ªa apareci¨® en escena un nuevo sujeto, que hoy se llama "terrorismo internacional". No comprendemos a¨²n de forma suficiente su naturaleza, ni sus fines, ni la l¨®gica de toma de decisiones, ni los m¨®viles de los voluntarios suicidas. Se puede suponer incluso que ese Osama Bin Laden que corre por las monta?as no es ni mucho menos la figura principal, sino uno de los ejecutores. Por eso, la lucha contra ¨¦l evoca hoy sobre todo la caza de brujas. Si las acciones militares no est¨¢n dirigidas, el resultado puede ser el opuesto al deseado.
La necesidad de consolidar la comunidad internacional es evidente ante las amenazas, que son efectivamente globales. Rusia participa en la coalici¨®n antiterrorista y su colaboraci¨®n se ha formalizado en el consejo Rusia-OTAN. Sin embargo, consideramos necesario advertir a nuestros aliados, EE UU incluido, que la sobreestimaci¨®n de la agresividad de Irak puede desviar amenazas, que tal vez van m¨¢s all¨¢ de las variantes conocidas.
Hoy, tanto un conflicto frontal amplio, como un ataque de misiles de los llamados pa¨ªses parias, son poco probables. Tambi¨¦n es dif¨ªcil que se repita el 11 de septiembre, por cuanto todas las compa?¨ªas a¨¦reas del mundo han adoptado medidas especiales. Pero el terrorismo es real y los nuevos terroristas tienen todas las condiciones para utilizar los logros de la globalizaci¨®n. Perfeccionan sus m¨¦todos de terror y conspiraci¨®n adelant¨¢ndose a los m¨¦todos de detecci¨®n. Puede esperarse tambi¨¦n que ampl¨ªen el ¨¢mbito de sus objetivos, entre los cuales pueden estar las bolsas financieras, los sistemas de transporte e inform¨¢tica y las megal¨®polis.
No est¨¢ excluido tampoco que los verdaderos terroristas contemplen las acciones militares en Irak en directo por televisi¨®n ri¨¦ndose de las desdichas de los estadounidenses, mientras que la relaci¨®n de victorias de la zona del golfo P¨¦rsico vaya acompa?ada de horribles acciones en EE UU, en Rusia o en el Viejo Mundo.
La inconsecuencia de EE UU en la realizaci¨®n de sus empresas antiterroristas es evidente. As¨ª, entre los activistas de las organizaciones terroristas internacionales no predominan hoy los ciudadanos iraqu¨ªes, sino los de Arabia Saud¨ª, que no est¨¢ en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo. Corea del Norte, que EE UU ha incluido en el club del eje del mal, se sali¨® del Tratado de No Proliferaci¨®n nuclear. No obstante, el castigo sigue amenazando a Irak, donde los inspectores internacionales no han encontrado nada criminal de momento.
El empecinado empe?o de iniciar una guerra nos permite suponer de forma indirecta que la ret¨®rica antiterrorista de EE UU encubre de hecho otros intereses puramente comerciales, vinculados al deseo de controlar los recursos petroleros de Irak.
Existe, por ¨²ltimo, otro peligro. Ciertamente, Sadam Husein no es un ¨¢ngel de blancas alas y esto lo entienden seguramente sus conciudadanos. Pero la amenaza exterior consolida a la poblaci¨®n alrededor de l¨ªderes, incluso si estos tienen h¨¢bitos dictatoriales. Esta es la l¨®gica de cualquier guerra. Es m¨¢s, Husein, del que ser¨ªa ingenuo sospechar hoy que tiene relaciones con Al Qaeda, se ver¨ªa obligado a unirse a cualquier enemigo de Am¨¦rica y sus aliados, como Bin Laden, si EE UU no le deja salida.
Entonces la coalici¨®n antiterrorista podr¨ªa adquirir un resuelto enemigo de su misma talla, cuyo odio se expandir¨ªa por todo el terreno cultural en el que est¨¢ EE UU. El mundo se polarizar¨ªa entonces no en torno a indicadores socio-pol¨ªtico, sino en torno a civilizaciones, entre el Norte y el Sur, entre el cristianismo y el islam. Y esto es realmente peligroso.
No cabe duda de que EE UU lograr¨¢ la victoria t¨¢ctica sobre Husein. Sin embargo, su precio puede multiplicarse si se conmueven las bases de la estabilidad estrat¨¦gica y se pone en duda el sincero compromiso de EE UU con las normas democr¨¢ticas y legales de la pol¨ªtica internacional, y sobre todo, si se justifican las peores expectativas sobre la cantidad de v¨ªctimas de la guerra entre los que hoy est¨¢n vivos. Todav¨ªa es posible parar la guerra, si se comprende que, como dijo Confucio, "no se puede cazar un gato negro en una habitaci¨®n oscura, tanto m¨¢s cuando el gato no est¨¢ all¨ª".
Dimitri Rogozin es presidente del Comit¨¦ de Asuntos Exteriores de la Duma Estatal (Parlamento) de Rusia.
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