Consejo asesor

De todos es sabido el tradicional respeto que las Fuerzas Armadas han dispensado a las confesiones religiosas. Pero no deja de sorprender, sin embargo, que s¨®lo por medio de la oraci¨®n y el rezo puedan los militares profesionales (los mismos que limpian el chapapote) elegir a los representantes de sus escalas para el Consejo Asesor de Personal.

Este ¨®rgano, de reciente creaci¨®n, se?ala a sus miembros de entre los componentes de cada escala (tropa, suboficiales y oficiales) por medio de un sistema inform¨¢tico aleatorio, a saber, como quien echa una bonoloto. No faltar¨¢ alguno que opine que, seg¨²n est¨¢ el patio, deber¨ªamos elegir tambi¨¦n presidente del Gobierno al que su n¨²mero de DNI coincida con el gordo de Navidad. En cualquier caso, parece poco serio intentar dar credibilidad a un ¨®rgano que nace en semejantes condiciones.

Esta decisi¨®n se desmarca incomprensiblemente del criterio de elecci¨®n democr¨¢tica seguido en el reci¨¦n estrenado Consejo Asesor de la Guardia Civil, indicando con ello la poca voluntad de canalizar de forma eficaz y realista las inquietudes de los militares profesionales (cosa que, por otra parte, no extra?a ya a ninguno), evit¨¢ndose de paso el mal trago de verse obligados a escuchar lo que no quieren o¨ªr y mucho menos solucionar.