El sexo de los ¨¢ngeles
Por efecto del revuelo causado por la ceremonia de los Goya, el ambiente se ha caldeado en los medios de comunicaci¨®n al tratar todo lo concerniente al cine espa?ol, y en particular a su Academia. Las plumas de la derecha esperaban su revancha y, tras las protestas por la supuesta falta de oposici¨®n de los cineastas a ETA, encontraron la ocasi¨®n propicia cuando Hollywood ha recuperado a Almod¨®var de cara a los oscares y desechado la nominaci¨®n de la pel¨ªcula aqu¨ª seleccionada. No hac¨ªa falta m¨¢s para descalificar la preferencia de los acad¨¦micos por la pel¨ªcula de Fernando Le¨®n de Aranoa, Los lunes al sol, sobre Hable con ella, de Almod¨®var, tanto en la propuesta de candidatura al Oscar como en la atribuci¨®n de los Goya. Habr¨ªa sido una grav¨ªsima equivocaci¨®n, justo cuando Almod¨®var "toca el cielo". La izquierda y la demagogia llevan a la ruina al cine espa?ol: tal es el mensaje. Y el interesado ha cerrado el c¨ªrculo, de forma h¨¢bil, aunque no muy elegante: con la alusi¨®n al "error democr¨¢tico" cometido por quienes no le prefirieron. El debate est¨¢ servido, y no hay razones para rehuirle, entre otras cosas porque tiene una dimensi¨®n est¨¦tica, de valoraci¨®n del relato cinematogr¨¢fico en cuanto tal, y otra social e ideol¨®gica que afecta tanto a la producci¨®n cinematogr¨¢fica espa?ola como a las instituciones que asignan los galardones.
Desde este ¨²ltimo punto de vista, las cosas est¨¢n claras. Los lunes al sol no ten¨ªa posibilidad alguna de ser premiada en Hollywood, en especial teniendo en cuenta el estado de ¨¢nimo imperante en los Estados Unidos despu¨¦s del 11-S. La pel¨ªcula ya supuso una sorpresa en el panorama espa?ol. As¨ª que ni siquiera en circunstancias normales los acad¨¦micos norteamericanos hubiesen aceptado la imagen de un mundo en que el conflicto social, lo que antes llam¨¢bamos groseramente la lucha de clases, sigue teniendo sentido, y donde mucha gente no encuentra modo de escapar al c¨ªrculo vicioso de la desesperaci¨®n al carecer de trabajo. Ahora bien, la cuesti¨®n es si la Academia de Madrid tiene que atender a las expectativas de un resultado favorable o a proponer la que juzgan mejor pel¨ªcula.
En el primer caso, lo mejor ser¨ªa enviar todos los a?os un filme de Almod¨®var. El creador manchego ha descubierto una f¨®rmula perfecta para confeccionar un cine de ¨¦xito con destinatarios m¨²ltiples, donde la espectacularidad de las transgresiones va a parar a un mensaje de orden. Su excelente condici¨®n de narrador le permite enmascarar el hecho de que sus ¨²ltimos relatos se inscriben en la m¨¢s a?eja tradici¨®n del follet¨ªn, eso s¨ª con envolturas sucesivas que le hacen ganarse a otros p¨²blicos. Son pel¨ªculas que se presentan reales como la vida misma -"la realidad es as¨ª", nos dice uno de sus protagonistas-, incluso en la rareza de personajes a veces inveros¨ªmiles, portadores sin excepci¨®n de sentimientos positivos y que se mueven como bolas de billar dirigidas por los golpes del destino. El espectador se encuentra as¨ª ante una combinatoria de los sentimientos humanos de la que han sido extra¨ªdos todos los elementos de complejidad que ofrece la vida de los hombres y mujeres en nuestra sociedad. No existen problemas concretos, ni variaciones en los rasgos siempre favorables que definen a los personajes, sobre quienes incide la tragedia desde las primeras im¨¢genes, coloc¨¢ndoles en una situaci¨®n l¨ªmite. Esa excepcionalidad les lleva a configurar un universo cerrado, en cuyo interior se cruzan trayectorias vitales que el azar funde en una trama cada vez m¨¢s tupida hasta la nueva fractura de la que emerge el desenlace feliz.
Tanto en Todo sobre mi madre como en Hable con ella los principales personajes son de naturaleza casi ang¨¦lica, se aman los unos a los otros, son solidarios hasta el fin, y ning¨²n condicionamiento material afecta a sus vidas. Estamos lejos del melodrama en estado puro que protagonizaran un hombre y una mujer problem¨¢ticos e insatisfechos en el que tengo por mi almod¨®var preferido, La flor de mi secreto. En las dos del triunfo reciente no hay penuria, ni inseguridad, y los efectos del paro ni se notan. Cecilia Roth y Pen¨¦lope viven meses sin ingreso alguno, y tambi¨¦n sin el menor de los problemas, en Todo sobre mi madre, mientras en Hable con ella las casas pueden abandonarse porque aparece un bicho y una muchacha en coma permanece a?os en una cl¨ªnica de lujo con dos enfermeros personales. El padre psiquiatra deb¨ªa ganar m¨¢s que Ronaldo. Claro que todo es posible para la beautiful people. Hasta la c¨¢rcel segoviana es nueva, sin apenas presos, casi un hotel de tres estrellas. Si se plantea una situaci¨®n dif¨ªcil, la protagonista resuelve el embrollo improvisando con ¨¦xito el papel de actriz secundaria en Un tranv¨ªa llamado deseo. Como todos son gente maravillosa, desde las prostitutas a los colaboradores de este diario, tiene que entrar en juego la parca con su guada?a para que haya argumento. Entran as¨ª en escena las claves de la aceptaci¨®n por un amplio p¨²blico del follet¨ªn cl¨¢sico: las diferencias sociales se muestran, pero sin crear conflicto; la arbitrariedad rige el desarrollo de la l¨ªnea argumental de modo que el autor pueda provocar a voluntad las emociones de los espectadores; ausente el dualismo moral propio de los culebrones, el destino suple el papel de agente del desorden, y sobre todo el dualismo social preside el desenlace. Es una separaci¨®n encubierta que resulta l¨®gica si tenemos en cuenta los gui?os que el ¨²ltimo Almod¨®var hace a la alta cultura, tr¨¢tese del ballet o del teatro de Tennessee Williams, con una insistencia que lleva a recordar la alusi¨®n de Frida Kahlo contra quienes exhiben "un condenado intelectualismo" (a veces, puro t¨®pico: menci¨®n por parte del lector de gu¨ªas a los cubanos "que no tienen nada y lo inventan todo"). Antes de alcanzar el gratificante final feliz, quiebran las relaciones arm¨®nicas entre fuertes y d¨¦biles, no por enfrentamiento alguno entre ellos, sino porque los primeros sobreviven y los segundos mueren, sirviendo de pedestal a la grandeza de sentimientos de aqu¨¦llos.
Es una perfecta estructura de consolaci¨®n, en el sentido que definiera Umberto Eco. No faltan las transgresiones habituales en el cine de Almod¨®var, pero son perfectamente absorbidas, no por sanci¨®n moral alguna, sino por la mencionada intervenci¨®n del destino. La prostituta/travestido de Todo sobre mi madre se regenera y descubre sus dotes dram¨¢ticas, y Lola, el otro travestido causante de los dos embarazos, es un tipo que revela al final su enorme sensibilidad antes de morir de sida. En cuanto a la violaci¨®n sufrida por la chica en vida vegetativa, su causante es un tipo inocente y entra?able, recayendo la responsabilidad del hecho sobre una pel¨ªcula de cine mudo, y, adem¨¢s, expresa su deseo de contraer matrimonio con la pobre (y espl¨¦ndida) muchacha, como aquel don Juan de Moli¨¨re que certificaba su ortodoxia moral al decir que en su vida de libertino "se casaba todas las noches". Alcanzado el l¨ªmite, y siempre para arreglar las cosas, Almod¨®var echa mano de lo que Tzvetan Todorov calificaba de infracci¨®n del orden, o de la trampa conciliadora, si queremos hablar m¨¢s claro. Del parto que sigue a la violaci¨®n surge el milagro y la bella amada recupera la conciencia. Los problemas subsiguientes se resuelven por si solos, ya que el ni?o nace muerto y el padre desaparece embriagado de amor. Incluso en las peores circunstancias, todos son buenos. Ejemplo: el primer novio de la torera, el llamado Ni?o de Valencia, tiene toda la pinta de un ego¨ªsta y de un cretino, pero luego posee un coraz¨®n de oro. Tras el desbordamiento provocado por las desgracias o las pasiones, las aguas vuelven siempre a su cauce.
?Y qu¨¦ decir del protagonista n¨²mero uno, alto, guapo, inteligente y sensible, como no pueden menos de ser los colaboradores de EL PA?S? En la prolongada ceremonia de iniciaci¨®n, donde al modo de Tamino en La flauta m¨¢gica gu¨ªa al hombre natural, el Pappageno enfermero, lleva la nobleza de los sentimientos humanos al m¨¢s alto grado, a cambio de recibir de ¨¦ste la consigna que da t¨ªtulo al filme. Sobre todo desde que lee la noticia de la muerte de su amor, mientras descansa en una playa oriental adonde no s¨®lo llega The Jordanian Times, sino tambi¨¦n este peri¨®dico. Una vez cumplidos sus generosos esfuerzos de redentor, recibir¨¢ su premio, en forma de amor previsible con la hermosa resucitada. "Un milagro puede producirse", "hay que tener fe", son palabras que se pronuncian en Hable con ella al sobrevenir las desgracias que sirven de base a la trama. Y el milagro tiene lugar. Igual que en Todo sobre mi madre, cuando la protagonista que tanto ha sufrido y llorado, al desplegar su doliente instinto maternal, encuentra la definitiva satisfacci¨®n cuando, siempre milagrosamente, el ni?o sobre el que volver¨¢ a volcarse, hijo de seropositivos, est¨¢ libre de la enfermedad. Nos encontramos una y otra vez en el terreno de lo real inveros¨ªmil.
La bondad humana se encuentra cercada por la muerte, aunque triunfa de ella. No debe haber exclusiones forzadas por la moral tradicional, pero el infortunio se encarga de poner las cosas en su sitio: Todo sobre mi madre es una larga ceremonia de expiaci¨®n. El flujo de la vida, marcado por los encuadres temporales para reforzar el sentido de cr¨®nica, responde a esa dimensi¨®n teol¨®gica que subraya los valores humanos de que son portadores los m¨¢s fuertes. Y tanta angustia va a parar al happy end. Si a todo esto lo incluimos en una narraci¨®n bien dise?ada y contada, con magn¨ªficas m¨²sica y fotograf¨ªa, ?c¨®mo no va Hollywood a entusiasmarse? Es una variante castiza del estilo Spielberg, en sus aciertos y en sus trucos, aplicado a los sentimientos de una vida humana sacada de contexto y que en sus excesos confirma el orden. La trasgresi¨®n se ha vuelto conservadora. ?Qu¨¦ sentido tiene preocuparse por otros sentimientos, cargados de frustraci¨®n y a veces de violencia, propios de tipos arrojados al margen por la organizaci¨®n social y econ¨®mica en la que viven? Los parados de Los lunes al sol, herederos de aquella tradici¨®n anarcosindicalista de la r¨ªa de Vigo que todav¨ªa en los a?os cincuenta llevaba a organizar boicoteos a esos mismos barquitos de transporte entre orillas que muestra el filme, est¨¢n pura y simplemente reventados. Son feos, gordos y no les visten las grandes firmas. Tampoco se consuelan leyendo a los grandes autores de la literatura contempor¨¢nea. S¨®lo les queda un confuso esp¨ªritu de rebeld¨ªa, mezclado con el ansia de supervivencia. Para ellos, jugarse la vida por un aut¨®grafo, crear mundos de amor y de amistad qu¨ªmicamente puros o hablar de travestidos con sida que dejan pre?adas a monjitas solidarias, tiene el mismo sentido que estudiar el sexo de los ¨¢ngeles. Aunque esta actividad resulte posiblemente hoy en d¨ªa un camino abierto para ser premiado en Hollywood, y por supuesto nada hay que objetar a quien lo sigue con inteligencia y con fortuna, asumiendo por a?adidura compromisos c¨ªvicos tales como el de encabezar la gran manifestaci¨®n contra la guerra del d¨ªa 15.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Pensamiento Pol¨ªtico de la Universidad Complutense de Madrid.
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