Por la paz
Son varias las posibles interpretaciones sobre el ¨¦xito de las movilizaciones del 15-F, pero una es que la ciudadan¨ªa ha rechazado los pretextos inconsistentes que se han dado para justificar un ataque a Irak. Espero y deseo que cada vez m¨¢s los poderes pol¨ªticos tengan m¨¢s dificultades para enga?ar a la sociedad con lemas vac¨ªos de contenido y que la ciudadan¨ªa les exija una actuaci¨®n m¨¢s coherente.
En nuestro caso, la marea humana que inund¨® Barcelona en la manifestaci¨®n contra la guerra fue una de las m¨¢s importantes de las que se realizaron en todo el mundo. Para muchos, esto ha sido una sorpresa. Para otros, en absoluto. Ya en anteriores conflictos Catalu?a hab¨ªa registrado un nivel de movilizaci¨®n muy superior a la media europea. Baste recordar, en este sentido, las manifestaciones ante las crisis de los Balcanes o de la regi¨®n de los Grandes Lagos en ?frica. Incluso en conflictos con poco impacto social, como la guerra en Chechenia, Barcelona ha sido escenario de casi las ¨²nicas movilizaciones que se han celebrado en toda Europa. Movilizaciones, por cierto, impulsadas por la Plataforma Aturem la Guerra, que desde una defensa coherente de la paz y los derechos humanos, ha criticado tanto a tiranos locales como a imperialistas globales y ha rechazado la guerra -que siempre se ceba en la poblaci¨®n civil- como forma de dirimir los conflictos. Todas esas movilizaciones, adem¨¢s, han contado con un claro liderazgo ciudadano y social,partiendo del movimiento por la paz y un tejido social muy amplio y enriqueci¨¦ndose con el movimiento por otra globalizaci¨®n, sin negar el di¨¢logo y el trabajo conjunto con partidos pol¨ªticos y sindicatos.
Hace tiempo que se puede advertir que en Barcelona y Catalu?a hay un capital social enorme a favor de la paz, los derechos humanos y la solidaridad. A pesar de que en muchos aspectos debamos aprender mucho de otros, Catalu?a ha registrado una gran actividad en sensibilizaci¨®n y movilizaci¨®n por la paz, en algunos casos con iniciativas que, bien por ser pioneras (la objeci¨®n cient¨ªfica) o bien por conseguir un gran impacto social (insumisi¨®n y objeci¨®n), han sido seguidas con inter¨¦s a escala mundial. Tambi¨¦n en otros ¨¢mbitos, como el de la solidaridad, eso ha sido as¨ª: ah¨ª tenemos el ejemplo de la Consulta Ciudadana contra la Deuda Externa.
Todo ese potencial civil deber¨ªa verse acompa?ado por una actuaci¨®n institucional coherente con estos objetivos. Barcelona podr¨ªa ejercer as¨ª un claro liderazgo en las cuestiones de paz y solidaridad.
El planeta presenta amenazas inquietantes: pobreza, exclusi¨®n, impunidad, conflictos enquistados, vulneraciones de derechos humanos. Un caldo de cultivo perfecto para asegurar un mundo injusto, inestable y conflictivo. Frente a ello, los principales poderes pol¨ªticos suelen responder con indiferencia. S¨®lo en contadas ocasiones, cuando sus intereses est¨¢n en juego, plantean actuaciones decididas, aunque siempre con car¨¢cter reactivo y militar. Sin embargo, est¨¢ claro que lo que necesita el mundo es m¨¢s resoluci¨®n pac¨ªfica de conflictos y no m¨¢s guerras, m¨¢s justicia y no m¨¢s desigualdades, m¨¢s respeto a los derechos humanos y no m¨¢s impunidad, m¨¢s democracia local y planetaria y no m¨¢s autoritarismo global. Y para impulsar este modelo alternativo de seguridad, adem¨¢s de sustanciales cambios pol¨ªticos y estructurales, hace falta una voluntad de transformaci¨®n que se echa en falta en los principales poderes pol¨ªticos, econ¨®micos y medi¨¢ticos. A¨²n m¨¢s despu¨¦s del 11 de septiembre de 2001, en que la perspectiva militarista de la seguridad ha quedado muy reforzada. Por ello, adem¨¢s del trabajo de movimientos y ONG, necesitamos m¨¢s compromisos de otros agentes. Catalu?a y Barcelona pueden hacer mucho. Hasta hoy, desde la Generalitat se han establecido relaciones internacionales en el ¨¢mbito econ¨®mico, comercial y cultural. A pesar de las limitaciones institucionales evidentes, Catalu?a tambi¨¦n podr¨ªa desempe?ar un papel en cuestiones de paz. Varios investigadores han destacado el importante papel que peque?as comunidades (ciudades o naciones sin Estado) pueden ejercer a escala mundial. Catalu?a, un pa¨ªs sin Estado, ej¨¦rcito ni estructuras militares propias ni especiales vinculaciones armament¨ªsticas, podr¨ªa ayudar a fomentar una pol¨ªtica activa en favor de la paz.
En las anteriores elecciones al Parlament, varias ONG del ¨¢mbito de la paz propusieron la creaci¨®n de un centro con financiaci¨®n p¨²blica, pero de direcci¨®n civil e independiente, al estilo del SIPRI sueco, que pudiera desarrollar una tarea en este sentido. La propuesta de creaci¨®n de un Instituto Catal¨¢n Internacional por la Paz se recogi¨® en algunas emmiendas a la Ley de Fomento de la Paz aprobada por el Parlament y est¨¢ en discusi¨®n en la actualidad. Pero el nombre, e incluso el instrumento concreto, es lo de menos. Lo importante es que haya voluntad pol¨ªtica. Una parte significativa de la sociedad estamos apostando por ello. Los poderes pol¨ªticos y econ¨®micos, con contadas excepciones, a¨²n no. Ser¨ªa interesante que se dieran cuenta de ello: por inter¨¦s, por solidaridad, por responsabilidad, porque es necesario.
Jordi Armadans es director de la Fundaci¨® por la Pau Jordi Armadans es director de la Fundaci¨® per la Pau.
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