Los secretos del dise?o animal
A finales de los a?os sesenta, cuando Gin¨¦s Morata pis¨® un laboratorio por primera vez en su vida, nadie hab¨ªa o¨ªdo hablar de los genes Hox. Pero lo que hoy sabemos de estos genes, que constituye una de las historias m¨¢s extra?as y fascinantes de la biolog¨ªa contempor¨¢nea, debe mucho a este genetista nacido en 1946 en Rioja, un pueblo situado a 14 kil¨®metros de Almer¨ªa.
La biograf¨ªa de Morata no puede entenderse sin estos genes a los que ha dedicado toda su vida profesional, as¨ª que d¨¦jenme resumirles en qu¨¦ consiste este desconcertante enigma. Todas las especies animales que existen en este planeta, sean gusanos, gambas, buitres o seres humanos, tienen una decena de genes Hox, que siempre aparecen dispuestos en fila india a lo largo del cromosoma, uno detr¨¢s de otro con disciplina militar. El orden de los diez genes es siempre el mismo en todas las especies. Cada gen Hox define un trozo de cuerpo, y el orden de los genes en la fila es el mismo que las partes del cuerpo que cada gen define: a la izquierda los genes que especifican la cabeza, en el centro los del tronco y a la derecha los del abdomen. ?Extra?o? Sigan leyendo.
Los genes Hox son intercambiables entre especies. El cuarto gen de la fila define una parte de la cabeza en la mosca, en el sapo, en el rat¨®n o en el ser humano. El ¨²ltimo gen Hox de la fila define la zona anal en todas las especies. Un gen Hox humano es capaz de curar a una mosca que tenga destruido el gen equivalente. Lo que quiere decir todo esto es que toda la deslumbrante diversidad animal de este planeta, desde las pulgas hasta los mejillones y los primates, no son m¨¢s que ajustes finos de un mismo plan de dise?o que la evoluci¨®n invent¨® una sola vez, hace unos 600 millones de a?os.
Nadie en el mundo se hubiera imaginado una cosa semejante hace s¨®lo 25 a?os. Pero, gracias a una peque?a ¨¦lite de genetistas de varios pa¨ªses, entre los que se encuentra Gin¨¦s Morata, hoy sabemos que es as¨ª. Morata es un producto cient¨ªfico de dos tradiciones biol¨®gicas: la de Antonio Garc¨ªa Bellido, su primer mentor y director de tesis, que fue el fundador de la excelente escuela espa?ola de biolog¨ªa del desarrollo; y la de Francis Crick, el codescubridor brit¨¢nico de la doble h¨¦lice del ADN.
Si algo define a estas dos tradiciones cient¨ªficas, que podr¨ªamos denominar el eje Madrid-Cambridge, es la ambici¨®n intelectual de penetrar directamente hasta el mism¨ªsimo n¨²cleo de los enigmas biol¨®gicos, sin perderse por las ramas de lo accesible o lo rentable.
"Ser un genio consiste en cre¨¦rselo y acertar", como dijo Julio Cort¨¢zar, y ¨¦sa es m¨¢s o menos la receta de estas dos escuelas cient¨ªficas. Morata, sin duda uno de los mejores genetistas de Drosophila, la diminuta mosca del vinagre, vivi¨® entre Rioja y Almer¨ªa capital hasta los doce a?os. Recuerda: "Mi padre era polic¨ªa de tr¨¢fico y cuando yo ten¨ªa 12 a?os le destinaron a Ja¨¦n, y all¨ª nos fuimos toda la familia. A los 15 o 16 a?os me fui a Sevilla, a estudiar en la Universidad Laboral". ?Se pod¨ªa estudiar gen¨¦tica all¨ª? "No, me matricul¨¦ en la especialidad de electr¨®nica".
La biolog¨ªa vendr¨ªa luego, en la Complutense de Madrid, pero la relaci¨®n de Morata con su Andaluc¨ªa natal vivir¨ªa a¨²n otro episodio: la mili en C¨®rdoba. "Llegu¨¦ a cabo primera", relata el cient¨ªfico sin mucho orgullo. Su tesis, realizada con Garc¨ªa Bellido y Pedro Ripoll, se convirti¨® en uno de los art¨ªculos cient¨ªficos espa?oles m¨¢s citados de todos los tiempos. Vino a demostrar que el cuerpo de los animales est¨¢ dividido en territorios estancos llamados compartimentos, que no se ven a simple vista, pero que est¨¢n limitados por unas fronteras invisibles que ni una c¨¦lula ni sus hijas violan jam¨¢s durante el desarrollo del organismo.
Los compartimentos son las unidades de acci¨®n de los genes Hox, y ah¨ª empez¨® una relaci¨®n profesional con esos genes que el cient¨ªfico espa?ol no ha roto hasta la fecha. En los a?os setenta, Morata trabaj¨® en el gran Laboratorio de Biolog¨ªa Molecular del Medical Research Council, en Cambridge (Reino Unido), y entabl¨® una relaci¨®n perdurable con el bi¨®logo brit¨¢nico Peter Lawrence, un estrecho colaborador de Francis Crick. Desde los ochenta dirige el Centro de Biolog¨ªa Molecular Severo Ochoa, en Madrid, uno de los laboratorios de gen¨¦tica m¨¢s productivos del pa¨ªs. Con el de ahora, van dos premios cient¨ªficos importantes en menos de un a?o. Pero este almeriense de modestos or¨ªgenes tiene a¨²n toda una vida de ¨¦xitos cient¨ªficos por delante. Recu¨¦rdelo la pr¨®xima vez que espante una mosca.
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