Elogio y arte del circunloquio
No se dejan contar las pel¨ªculas de Manoel de Oliveira y El principio de la incertidumbre es suya hasta la m¨¦dula, aunque proceda de un relato ajeno. Es un viaje, o circunloquio, ir¨®nico a los imprecisos alrededores de un infierno de este mundo, que recuerda a Valle Abraham, porque -pero no s¨®lo por eso- ambas proceden de la misma fuente literaria. Nos acerca Oliveira con cautela a los sucesos de la novela de Agustina Bessa-Lu¨ªs, pero no nos deja entrar en ellos, y los representa unas veces y otras simplemente los enuncia, los dice.
Ama las palabras este arist¨®crata de las im¨¢genes, pero las ideas de Oliveira entran sin voz, calladamente, por los ojos. Y por eso no hay respuesta m¨¢s viva a un filme suyo que la hecha a bote pronto, frente a la elocuencia y la luminosidad de la pantalla, desde un rinc¨®n de la mudez y la oscuridad de la sala. He aqu¨ª unos hilos sueltos de esa respuesta a pie de pantalla: "El fondo de este poeta mundano y radical se abre al enigma de quienes logran el milagro dfr arrojar luz sobre los comportamientos nebulosos. Entra Oliveira con pasos de seda en las sutiles selvas de paredes adentro de Bessa-Lu¨ªs; y funde all¨ª teatro, novela, m¨²sica, naturaleza, arquitectura, ensayo, filosof¨ªa".
EL PRINCIPIO DE LA INCERTIDUMBRE
Direcci¨®n y gui¨®n (basado en la novela de Agustina Bessa-Lu¨ªs): Manoel de Oliveira. Int¨¦rpretes: Leonor Baldaque, Leonor Silveira, Isabel Ruth, Ricardo Trepa, Luis Miguel Cintra. G¨¦nero: drama. Portugal, 2002. Duraci¨®n: 132 minutos.
"Y mezcla, sin soluci¨®n de continuidad, acci¨®n representada y acci¨®n dicha; y lo hace en planos largos, de formidable solvencia, que revientan de verbo y de acci¨®n subterr¨¢nea, all¨ª donde la palabra trata de t¨² a t¨² al acto, pues cada r¨¦plica es un acto en s¨ª misma. Despliega, en territorios lim¨ªtrofes con la exquisitez, una estrategia narrativa de alto riesgo, un rescate no modal sino sustancial de lo antiguo en cuanto escenario de lo no perecedero, de las configuraciones del esp¨ªritu que el tiempo no erosiona. Y ah¨ª queda su inimitable empleo coloquial de conceptos de alta elaboraci¨®n literaria, y la alada hondura de ¨¦ste su nuevo viaje sobre la ribera del Duero, y los choques, de desconcertante ligereza, de cuestiones mayores de la existencia, que Oliveira esculpe como respira".
Babelia
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