La vida in¨²til
El narrador estadounidense Richard Ford recogi¨® en una antolog¨ªa sus cuentos favoritos de Ant¨®n Ch¨¦jov. Adem¨¢s, otras selecciones completan el universo, discreto pero vivo, de uno de los maestros del relato contempor¨¢neo.
Ant¨®n P¨¢vlovich Ch¨¦jov (1860-1904) es un cl¨¢sico, es decir, uno de esos autores a los que se ha le¨ªdo sin haberlos le¨ªdo. ?ste fue, justamente, el caso de Richard Ford. Sus relatos mostraban una evidente influencia del escritor ruso mucho antes de que el norteamericano hubiera abierto ninguno de sus libros. Eso s¨ª, hab¨ªa abierto los de Sherwood Anderson, Ernest Hemingway, John Cheever y los de su amigo Raymond Carver. Finalmente, Ford ley¨® de corrido los m¨¢s de doscientos cuentos de Ch¨¦jov, y de aquella experiencia surgi¨® su antolog¨ªa de Cuentos imprescindibles, a los que a?adi¨® un pr¨®logo, directo y l¨²cido, que desmonta los t¨®picos sobre la existencia del t¨ªpico relato chejoviano y recupera a un autor que, efectivamente, supo retratar sin darse aires la vida gris en una Rusia gris y de perfil bajo, pero que tambi¨¦n supo ser tr¨¢gico (Enemigos) y burlesco (Fracaso). Seg¨²n Richard Ford, al elegir el relato como forma narrativa, Ch¨¦jov "opt¨® por no representar toda la vida (...) sino dar forma a partes discretas de la vida". En la antolog¨ªa de Ford est¨¢n todos los chejovs que cabe esperar -Vecinos, El pabell¨®n n¨²mero 6, Relato de un desconocido, Campesinos o La dama del perrito-, y los que no, est¨¢n en El viol¨ªn de Rothchild y otros relatos -desde el que da t¨ªtulo al volumen hasta La corista, que recoge uno de los finales m¨¢s crueles de la historia de la literatura-.
"Miraos bien y fijaos en la vida in¨²til y triste que llev¨¢is", dijo el escritor ruso -en unas palabras que se recogen en la introducci¨®n a la novela Mi vida- cuando le reprocharon que no incluyera h¨¦roes en sus relatos. Toda una declaraci¨®n de principios, respecto al contenido, de parte de alguien convencido de que la concisi¨®n es la hermana del talento y que, respecto a la forma, apunt¨® en una de sus cartas: "El arte de escribir es el arte de abreviar". Augusto Monterroso lo habr¨ªa firmado.
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