En conciencia

El pasado 27 de febrero, 122 diputados laboristas decidieron votar en contra de la opini¨®n de su jefe de filas, Tony Blair, sobre la crisis de Irak. El pasado martes, ning¨²n diputado del PP se atrevi¨® a hacer lo mismo. ?Significa esto que los diputados brit¨¢nicos tienen m¨¢s conciencia que los espa?oles? No, simplemente, significa que unos y otros son productos de sistemas electorales muy diferentes. Los brit¨¢nicos son elegidos en circunscripciones muy peque?as, en las que s¨®lo se vota a un candidato, por lo que los partidos ponen mucho cuidado en proponer a alguien que garantice el "tir¨®n". En Espa?a, las circunscripciones son muy grandes -las provincias- y hay una lista cerrada de candidatos propuesta por el partido en la que, con suerte, s¨®lo el primero o el segundo son conocidos.

Probablemente, un diputado brit¨¢nico no llegue a hacer de su voto una cuesti¨®n de conciencia: simplemente, se permite contradecir a Blair porque sabe o intuye qu¨¦ es lo que desean sus electores; es decir, sus votantes. En Espa?a, nuestro sistema electoral convierte a los partidos en aut¨¦nticos electores que act¨²an de intermediarios de los votantes. Por ello, a la hora de votar, es l¨®gico que los diputados piensen m¨¢s en los aparatos de sus partidos -a los que deben sus esca?os- que en sus votantes. Bien pensado, pedir que en un caso como el del martes se vote en secreto es un contrasentido: los votantes deber¨ªan tener derecho a conocer el voto de su diputado.

Las paradojas que provoca el sistema son abundantes. Esta semana, en M¨¢laga, hemos podido conocer una de ellas. Seg¨²n una encuesta que publicaba el diario Sur, el PSOE podr¨ªa obtener la alcald¨ªa de M¨¢laga en las pr¨®ximas elecciones. Bastar¨ªa con que se cumplan los pron¨®sticos: que el actual alcalde del PP, Francisco de la Torre, pierda la mayor¨ªa absoluta y el PSOE establezca una coalici¨®n con IU. Vista la racha que lleva el PP, este pron¨®stico no tiene nada de excepcional. Lo parad¨®jico es que se convertir¨ªa en alcaldesa la candidata menos conocida por los votantes -Marisa Bustinduy, identificada s¨®lo por el 35,5%-, frente a su rival del PP que es reconocido por el 78,5% de los malague?os y es, a la vez, el candidato mejor valorado.

?Es bueno que el peso de los partidos se imponga por completo a sus candidatos? De hecho, no es ¨¦sta la primera paradoja de este tipo a la que se enfrenta Bustinduy: en las primarias, recibi¨® m¨¢s firmas de apoyo -p¨²blicas-, que votos -secretos-. Probablemente, gracias al apoyo de la Junta y del aparato del PSOE, de los que son empleados la mayor parte de los militantes malague?os.

En cualquier caso, tanto en M¨¢laga como en Sevilla -con el inefable Monteseir¨ªn- se puede observar el prodigio de que el PSOE, como marca, no ha sufrido gran deterioro a pesar de los esc¨¢ndalos de los noventa y a¨²n se podr¨ªa repetir lo que se atribu¨ªa por entonces a Guerra: "Si el PSOE presenta una cabra, gana la cabra".

Para el PSOE puede ser bueno, pero no est¨¢ claro que lo sea para los administrados ni para el conjunto de la sociedad. Al fin y al cabo, tampoco debe de ser tan dif¨ªcil conseguir candidatos de cierto nivel, aunque se corra el peligro de que salgan algo respondones.