Semillas para que brote un futuro mejor
16 personas sin hogar aprenden jardiner¨ªa reforestando los alrededores de los albergues para indigentes de la Casa de Campo
Cada d¨ªa, desde hace tres meses, 16 personas sin hogar se afanan en reforestar dos hect¨¢reas de terreno bien conocidas por muchos de ellos, las que rodean los albergues para indigentes de la Casa de Campo, en la avenida de Portugal. Se trata de un taller de jardiner¨ªa y viverismo organizado por el Ayuntamiento, la Comunidad, Cruz Roja y la Fundaci¨®n San Mart¨ªn de Porres para ofrecer una salida laboral a los sintecho. A lo largo de doce meses aprender¨¢n a desbrozar, limpiar la maleza, plantar... Pero, sobre todo, sembrar¨¢n semillas con la esperanza de que brote un futuro mejor para todos ellos.
A Alonso Gim¨¦nez, un manchego de Albacete de 53 a?os no le asusta tirar de pala o de carretilla. "?sto no es m¨¢s duro que las recolecciones de fruta de Zaragoza a las que he ido tantas veces", explica este hombre que, tras separarse de su mujer, dej¨® la isla de Menorca donde hab¨ªa vivido durante treinta a?os. "Volv¨ª a Albacete, trabaj¨¦ a?o y medio y luego cog¨ª la mochila y a tirar. No es que no quisiera trabajar, es que a partir de una edad ya nadie te contrata", asegura.
Comenz¨® una vida de carrilano (los que viven a salto de mata de una ciudad a otra y recurren a albergues y comedores sociales). "Con lo que ganaba en la fruta me tiraba unos meses en una pensi¨®n y luego ten¨ªa que recurrir a los albergues. As¨ª estuve casi ocho a?os en ciudades como Zaragoza o San Sebasti¨¢n", a?ade este hombre que, una vez en Madrid, vivi¨® en el albergue que la Fundaci¨®n San Mart¨ªn de Porres tiene en Latina.
Durante un a?o particip¨® en el taller de encuadernaci¨®n de ese centro de acogida, pero con los 150 euros que ganaba en ¨¦l no pod¨ªa dar el paso y alquilarse una habitaci¨®n. Por eso, cuando se enter¨® de que empezaba este curso de jardiner¨ªa no lo dud¨®. "Tengo la esperanza de que me sirva para encontrar trabajo", explica esperanzado. Mientras, los 730 euros mensuales que gana en este taller, al que acude de 9.00 a 16.00 horas, le sirven para pagarse una pensi¨®n y hacer planes de compartir un piso.
Gladys, una ecuatoriana de 40 a?os que vive con sus tres hijos en el campamento de acogida para inmigrantes de Valdelatas (Fuencarral), tambi¨¦n conf¨ªa en labrarse un futuro con las plantas. En su pa¨ªs ya viv¨ªa de ellas, porque ten¨ªa una florister¨ªa. Pero al emigrar a Espa?a, hace tres a?os, por una mezcla de problemas econ¨®micos y familiares tuvo que trabajar en lo que le sal¨ªa. Estuvo limpiando casas y de empaquetadora en una f¨¢brica. Luego, en noviembre de 2002, justo poco antes de que llegaran sus hijos desde Quito, se qued¨® sin empleo. "La jardiner¨ªa es bonita, se habla con la naturaleza", asegura, pasando por alto las sudadas que se pegan cavando zanjas y acarreando capachos de tierra.
Para Juan, un ex-toxic¨®mano de 41 a?os, recuperar este pedazo de la Casa de Campo es casi como arreglar el jard¨ªn de su casa ya que vive en el albergue Puerta Abierta, situado a dos pasos del lugar donde cada d¨ªa tira de pala. Se trata de un refugio para indigentes con grandes dificultades para remontar el vuelo. Pero ese no es su caso. Hace dos a?os y medio empez¨® a tomar metadona y desde entonces su vida se ha estabilizado.
"Llevaba veinte a?os enganchado, dej¨¢ndolo y volviendo a recaer, nunca hab¨ªa probado con la metadona, pero me ha ido muy bien. Llevo tiempo buscando trabajo, he ido a varias entrevistas y ahora con este taller de jardiner¨ªa estoy bastante ilusionado porque supongo que saldr¨¢ alg¨²n contrato", asegura este hombre que, durante muchos a?os compatibiliz¨® su adicci¨®n con su trabajo de carretillero.
"Despu¨¦s de llevar 13 a?os en la misma empresa me qued¨¦ sin empleo porque cerr¨® y ya me fui hundiendo cada vez m¨¢s. Pas¨¦ siete a?os viviendo en la calle y en albergues y con la ¨²nica obsesi¨®n de pillar drogas; eso s¨ª, nunca he tenido problemas con la justicia", puntualiza. Entre sus planes est¨¢ buscarse una habitaci¨®n de alquiler. "Ahora puedo plante¨¢rmelo con el dinero que gano en este curso, lo que estar¨ªa bien es que en el programa se incluyesen tambi¨¦n pisos de reinserci¨®n", sugiere.
Los alumnos de este taller tienen en com¨²n que, aunque muchos siguen viviendo en albergues, est¨¢n saliendo de la situaci¨®n que les llev¨® a la calle. La mayor¨ªa (11) son hombres y hay cinco inmigrantes. "Se sienten muy motivados y no tenemos problemas de absentismo o falta de puntualidad", asegura Rosa Gallego, coordinadora de esta experiencia, de Cruz Roja, y a?ade que, adem¨¢s de la formaci¨®n en jardiner¨ªa , prevenci¨®n de riesgos y sensibilizaci¨®n medioambiental se ofrece a los alumnos apoyo social en su proceso de despegue.
"Son personas que, adem¨¢s de formarse para un empleo, tienen que normalizar muchos aspectos de su vida, por ejemplo conseguir un alojamiento para poder dejar los albergues y eso no es algo que lo puedan hacer solos y en dos d¨ªas", asegura Gallego. Desde 1999 no se organizaba en la capital ning¨²n curso de jardiner¨ªa para personas sin hogar.
Mientras estos jardineros le dan al azad¨®n, ven pasar, camino de los albergues, a gente con la que han compartido d¨ªas de desesperaci¨®n y noches al raso. "Algunos vienen y ensucian todo sin respetar nuestro trabajo; pero la mayor¨ªa reconoce nuestros esfuerzos y se alegra del aspecto que est¨¢ tomando la zona", explican, ilusionados con la metamorfosis que est¨¢n consiguiendo en este rinc¨®n de la Casa de Campo
Un lavadero de pezu?as
Un estanque en forma de estrella y un lavadero de pezu?as de ganado. ?stos son algunos de los tesoros ocultos hallados por los 16 aprendices de jardinero tras retirar la maleza que cubr¨ªa la zona de la Casa de Campo donde est¨¢n trabajando.
"Aqu¨ª estaba el pabell¨®n de industrias l¨¢cteas de la Feria del Campo. Tra¨ªan a las reses para exhibirlas y les lavaban las pezu?as en esa peque?a hondonada que hemos descubierto al retirar las malas hierbas", explica Rosa Gallego, coordinadora de Cruz Roja del programa, refiri¨¦ndose a una peque?a piscina de poca profundidad y acceso en rampa. "Viene mucha gente cont¨¢ndonos teor¨ªas diversas sobre las cosas que vamos descubriendo, sobre todo gente mayor", explica.
De aquellas industrias l¨¢cteas ya no queda nada. Los edificios de lo que fue la antigua Feria del Campo albergan desde hace a?os una sede de la Cruz Roja y toda una serie de servicios de atenci¨®n social. Hay tres albergues para indigentes (Mayorales, Puerta Abierta y el de inmigrantes de Cruz Roja), un taller de inserci¨®n laboral para trabajadores extranjeros y un programa de dispensaci¨®n de metadona al que cada d¨ªa acuden centenares de drogodependientes de toda la ciudad.
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