Lujo en Canaletes
La vida es un camino. Vivir es caminar, pero la senda no siempre est¨¢ alfombrada de p¨¦talos. Guijarros, espinas y arenas ardientes ponen a prueba nuestros pies. Una vez que empiezas a proteger ese pellejo ya no puedes parar. Si impides que ese cuero se curta, deber¨¢s cuidarlo para siempre. Por otra parte, las personas acostumbradas a caminar descalzas no soportan el calzado.
Los zapatos, entonces, son la base y el sustento del hombre en su camino hacia la civilizaci¨®n y el progreso. ?Uy, qu¨¦ mal que ha sondo eso! Como la patada de un marine en la entrepierna de un civil en Bagdad. ?Ay! Como la puntera met¨¢lica de la bota de los skinheads al linchar a un indigente (negro y gay). ?Ouch!
Resulta que en Barcelona, en la esquina de Tallers con La Rambla, hay una zapater¨ªa que desaf¨ªa la l¨®gica. Ofrece botas a 665 euros
Sin embargo, los zapatos no s¨®lo evocan la marcha de los ej¨¦rcitos y el aplastamiento de las cabezas de los d¨¦biles. Tambi¨¦n son El Gato con Botas, Las Botas de Siete Leguas, los mocasines de Pocahontas, el zapatito de Cenicienta, los borcegu¨ªes de ante verde de Peter Pan, las sandalias de Jesucristo, los escarpines de raso magenta del bardo florentino, las babuchas de Al¨ª Bab¨¢, los bicolores con chapas de Fred Astaire y los blue suede shoes. Los zapatos tambi¨¦n pueden llevarnos por un camino de ensue?o: el que conduce a la fraternidad universal.
A este cronista le molan mazo. Ya lo dijo esa gran pensadora que es Lydia Delgado: "Te puedes poner un vestido de fiesta de Chanel y un collar de esmeraldas de Tiffany's, pero si usas un calzado cutre, ir¨¢s fatal. En cambio, con unos tacones de aguja de Manolo Blahnik, un tejano roto y una camiseta blanca estar¨¢s superelegante". ?Gran verdad! El cronista ha de confesar que -aunque su coraz¨®n palpita junto a los despose¨ªdos- en materia de zapatos est¨¢ m¨¢s cerca de Imelda Marcos que del subcomandante hom¨®nimo.
As¨ª las cosas, resulta que en Barcelona, en la esquina de Tallers con La Rambla hay una zapater¨ªa que es un flagrante desaf¨ªo a la l¨®gica. Entre punkis guarros que soplan flautas desafinadas y los tufos de la comida r¨¢pida, Casas International ofrece botas para hombre puntiagudas y caladas a 665 euros, por ejemplo, y toda una desconcertante variedad de zapatos extremados y salad¨ªsimos.
Intrigado, el cronista pregunta a la encargada por el responsable. "?El artista? Ahora mismo lo llamo". El cronista imagina a un exc¨¦ntrico y caprichoso hijo de pap¨¢ (sabe que Casas es una gran cadena de zapater¨ªas) que sue?a con conocer a Elton John (o, en su defecto, a Boris Izaguirre) en una fiesta de Donatella Versace. Pero no. Oriol Casas es un enfocad¨ªsimo ejecutivo del sector -responsable de producto de todas las zapater¨ªas de la empresa- que llega en bicicleta y cuenta su verdad:
"La primera zapater¨ªa de la familia surgi¨® en Terrassa, en 1924, cuando a mi abuelo le pagaron una deuda en zapatos. La cosa fue a m¨¢s, pas¨® la guerra y mi padre y mi t¨ªo abrieron la primera tienda en Barcelona. Ahora tenemos 24 en Catalu?a y una en Valencia. ?sta, Casas International, es distinta, probablemente la zapater¨ªa m¨¢s elitista de Espa?a. O sea, con la oferta m¨¢s amplia de calzado elitista. Trabajamos con los dise?adores m¨¢s vanguardistas y exclusivos, para ambos sexos. Y la apuesta fuerte es hacerlo aqu¨ª, en La Rambla. Es un desaf¨ªo personal, sustentado en el constante crecimiento del turismo. Sin embargo, cada vez son m¨¢s los espa?oles que se animan".
Mientras tanto, un aceitado equipo de trileros monta el puesto en el bulevar. Incre¨ªblemente, todav¨ªa hay macropanolis que pican. Ser¨ªa una aventura apasionante poder observar el cerebro de una v¨ªctima de la trila: seguro que hay sitio de sobra dentro de esos cr¨¢neos. M¨¢s de una vez Oriol Casas ha visto tirones delante de la tienda. Del interior han volado algunos bolsos. No tiene sentido robar un solo zapato, que si no... En babil¨®nico contraste, puede bajarse rauda de su limusina Whitney Houston, las espaldas guardadas por dos roperos nubios, y hacerse con tres o cuatro modelitos que pondr¨¢n los dientes largos a Mariah Carey, digna heredera del trono de Imelda. Y es que los zapatos de esta tienda no son cl¨¢sicos, ni convencionales, ni sobriamente elegantes. Parecen m¨¢s bien destinados a estrellas de rock, drag queens con amante pastoso o millonarios exc¨¦ntricos. El modelo m¨¢s caro -por si alguien tiene esa curiosidad morbosa- cambia de manos por m¨®dicos 1.100 euritos de nada.
?Le provoca alg¨²n problema de conciencia a Oriol Casas vender art¨ªculos de lujo en un mundo lacerado por la miseria? "No: si no lo hiciera yo lo har¨ªa otro. Hay un segmento del mercado que quiere consumir esta clase de productos. Es una cuesti¨®n de oferta y demanda". Ni m¨¢s ni menos.
Para terminar, marchando una raci¨®n de fetichismo. Hagamos sitio para la vertiente f¨¢lica y l¨²brica de la puntera y el tac¨®n, para el poder afrodisiaco del charol, para las lenguas que lamen, golosas, botines acordonados color azabache. ?Comulga nuestro ejecutivo en bicicleta con esa rama del erotismo? "Soy de los que le ven ese potencial a los zapatos, s¨ª, pero sobre todo porque vivo de esto". ?Y personalmente? "Tambi¨¦n".
Saciada la curiosidad, el cronista se despide deseando que el pr¨®ximo presidente sea Zapatero.
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