24 horas en Girona, a contracorriente

No es que hayamos confundido Girona con Venecia, pero m¨¢s de un desprevenido visitante forzado a recorrer la ciudad sin bajarse del coche -desquiciado ante la falta de aparcamiento- habr¨¢ fantaseado con la posibilidad de dejarse llevar a trav¨¦s de los cuatro r¨ªos que son se?a de identidad de la ciudad: Ter, Onyar, G¨¹ell y Galligants. ?ste es un modesto y an¨¢rquico cuaderno de bit¨¢cora para futuros navegantes, en el que se da por supuesto que la medida humana de la ciudad provocar¨¢ que el visitante se d¨¦ de bruces, casi sin buscarlos, con los puntos de mayor atracci¨®n tur¨ªstica: la catedral, el Museo del Cine, la muralla... Quienes persistan en la ortodoxia, s¨®lo tienen que dejarse caer por una de las c¨¦ntricas oficinas de turismo, donde ser¨¢n obsequiados con un mapa que marcar¨¢ sus pasos. Los dem¨¢s, que agarren los remos.

1 DESAYUNO CON VISTAS AL R?O TER

El coraz¨®n de las tinieblas verdes

Una hipot¨¦tica embarcaci¨®n que osara adentrarse en Girona siguiendo la sinuosa senda del r¨ªo Ter -el m¨¢s caudaloso- ver¨ªa surgir entre la neblina matinal, como si de una aparici¨®n se tratase, la inconmensurable masa arb¨®rea del parque urbano de la Devesa. Las b¨®vedas vegetales que forman las copas de sus ¨¢rboles, de hasta 60 metros de altura, son incomparables muestras de la arquitectura de la naturaleza. Es recomendable varar la embarcaci¨®n y adentrarse en el inmenso platanar un martes o un s¨¢bado, cuando el gent¨ªo colorista del mercado ambulante invade las avenidas flanqueadas por troncos se?oriales. La improvisada terraza del bar ambulante, a un tiro de piedra de la orilla, es un lugar de ensue?o para tomar un reconstituyente desayuno mientras se observa la diversidad humana que recorre las paradas. En la orilla izquierda luce el esplendor m¨¢s urbano de la hierba del Parc de les Ribes del Ter. Su mullido c¨¦sped atrae a los practicantes de deportes y juegos al aire libre.

2 CONFLUENCIA DEL ONYAR Y EL TER

Un mirador a reivindicar

Nuestra primera visi¨®n sobre la can¨®nica estampa de la ciudad antigua se efectuar¨¢ desde un mirador at¨ªpico, situado en el punto exacto en que el Onyar vac¨ªa sus aguas en el Ter. El aparcamiento que ocupa la lengua de tierra entre ambos r¨ªos esconde el ¨²nico lugar en el que es visible la mezcla de ambas corrientes. Muchos gerundenses han aprendido en los mapas que el modesto r¨ªo que da lustre a la ciudad vierte su caudal en el Ter, pero son bien pocos los que tienen en su retina una visi¨®n clara de este fen¨®meno fluvial. Una escalerilla de piedra permitir¨¢ subir desde el agua hasta este modesto mirador circular, de unos cinco pasos de di¨¢metro y sin barandilla. De nuevo en nuestro ilusorio artefacto flotante, empezaremos a remontar el Onyar. Las carpas, glotonas devoradoras de pedazos de bocadillo de turista, nos saludar¨¢n con destellos de plata, felices de haber sobrevivido a un reciente vertido contaminante que estuvo a punto de exterminarlas. Es probable que nuestras dificultades no provengan de la fuerza de la corriente, sino del irrisorio caudal. Ser¨¢ el momento de echar el ancla e inspeccionar a pie ambas orillas.

3 COMPRAS EN LA CIUDAD ANTIGUA

Tiendas con vistas calidosc¨®picas

La calle de Ballesteries, paralela al r¨ªo Onyar, se ha convertido en el s¨ªmbolo del auge tur¨ªstico y la fiebre rehabilitadora del casco antiguo. Los l¨®bregos y fracasados negocios de anta?o han dado paso a un floreciente enjambre de tiendecitas con esp¨ªritu alternativo. Destaca entre ellas La Carpa (Ballesteries, 37; tel¨¦fono 972 21 20 02), con su colecci¨®n de r¨¦plicas de antiguos juguetes de lata y su inigualable oferta en objetos de papel mach¨¦. Los viajeros de ley tienen su santuario en la librer¨ªa Ulyssus (Ballesteries, 29; 972 21 17 73 y www.ulyssus.com), donde pueden adquirir gu¨ªas, cartograf¨ªa de todo el mundo o literatura de viajes. Adem¨¢s, la librer¨ªa organiza un concurso de fotograf¨ªa trimestral y pone en contacto a viajeros que planean audaces traves¨ªas. Desde los ventanales de estas dos tiendas, y desde otras muchas de los n¨²meros impares de la calle, se pueden contemplar los reflejos calidosc¨®picos -un regalo para los fot¨®grafos- que dibujan las pintorescas fachadas colorista sobre las aguas del Onyar.

4 D?NDE COMER

El arroz de los jueves y jazz los s¨¢bados por la noche

Nuestro empe?o fluvial nos obliga a recalar en el restaurante Can Peret (Sacsimort, 6; 972 21 39 68. Precio medio, de 20 a 30 euros). Su terraza se abre sobre el an¨¦mico Galligants, un bell¨ªsimo riachuelo que cruza paisajes de pesebre. Remont¨¢ndolo se penetra en los buc¨®licos parajes del valle de Sant Daniel. Lamentablemente, alguna de sus hermosas fuentes tiene exceso de nitratos. Tambi¨¦n en la plaza de la Independ¨¨ncia puede hacerse un buen ¨¢gape con vistas al r¨ªo Onyar, aunque antes se impone un verm¨² en alguna de sus soleadas terrazas. Can Lloret (Pla?a Independencia, 14; 972 21 36 71. Entre 12 y 20 euros), con su arroz de los jueves, es uno de los modestos m¨¢s tradicionales. Los amantes del jazz deben atracar frente al Sunset Jazz Club (Jaume Pons i Mart¨ª, 12; 872 08 01 45. Conciertos por unos cuatro euros), una cava con m¨²sica en directo cada s¨¢bado por la noche y algunos domingos.

5 PROPUESTAS NOCTURNAS

Un adi¨®s trepidante

Exhaustos por el esfuerzo de remar r¨ªo arriba en caudales irrisorios y recorrer sin tregua la ciudad, llega el momento de dejarnos arrastrar por la corriente. Aguas abajo, el ne¨®n y el barullo noct¨¢mbulo nos despabilar¨¢ y marcar¨¢ el momento de nuestra ¨²ltima escala. La calle de Pedret, ante la orilla del Ter, a¨²na bares, restaurantes y locales nocturnos. La oferta gastron¨®mica incluye buenas pizzas y suculentos embutidos. El restaurante Lagunak (Pedret, 136; 972 41 22 91. Entre 20 y 30 euros) ofrece carnes asadas en un imponente horno de le?a. La discoteca La Sala de Cel (Pedret, 118; 972 21 46 64) empieza su reinado cuando los pubs languidecen y la noche avanza. El local lleva a?os marcando las nuevas tendencias con vanguardistas conciertos de m¨²sica electr¨®nica. Tras los excesos, quiz¨¢ el primer rayo de sol despierte al navegante entre los m¨ªticos paisajes del Empord¨¤, cual un Mois¨¦s flotando en su canasto.