El Depor respira de penalti

Desde el primer partido de Liga, al Deportivo no hab¨ªan vuelto a pitarle un penalti. Le cay¨® uno del cielo la semana anterior contra el Villarreal, obra y gracia de un ¨¢rbitro muy imaginativo, y le permiti¨® ganar el choque. Anoche volvi¨® a tener su cita con el lanzamiento desde los once metros -esta vez sin que mediase error arbitral- y gracias a eso abri¨® el camino para llevarse el partido. Un recurso un tanto pobre para un equipo al que se le suponen mayores argumentos ofensivos. Pero suficiente para mantener al Deportivo en la persecuci¨®n del Real Madrid, para aliviar la pena de su eliminaci¨®n europea y para disfrazar un encuentro que fue un atentado al espectador.

Podr¨¢ marcar goles de f¨¢bula, como el que logr¨® recientemente frente al Alav¨¦s, o hacer regates inveros¨ªmiles, como los que desbarataron el mi¨¦rcoles ¨²ltimo a la defensa del Juventus de Tur¨ªn. Pero Diego Trist¨¢n se ha encontrado en A Coru?a con la condena que le persigue desde que empez¨® a jugar al f¨²tbol. Una parte del p¨²blico no le quiere, le aplaude con tibieza cuando protagoniza alguna maravilla y se irrita con ¨¦l cada vez que tiene el d¨ªa tonto. Pocas veces como la de anoche pudo comprobar Diego Trist¨¢n hasta donde llega el desafecto que le profesa un sector de la grada de Riazor. Porque el p¨²blico, literalmente, le impidi¨® lanzar el penalti. Nada m¨¢s se?alar el ¨¢rbitro el ingenuo derribo de Graff a H¨¦ctor, Diego se fue a por el bal¨®n. Pero al momento se inmiscuy¨® Makaay, que para algo es el m¨¢ximo goleador. Aunque Trist¨¢n es que el que lanza habitualmente, el holand¨¦s quer¨ªa imponer su rango actual. Se entabl¨® una especie de debate entre los dos y el p¨²blico dej¨® muy clara su preferencia: silb¨® a Trist¨¢n y ovacion¨® a Makaay, que finalmente se encarg¨® de lanzar y marcar.

El episodio -un ejemplo de eso que Irureta llama jocosamente la "salsa rosa" del f¨²tbol- fue lo ¨²nico entretenido de la primera parte, junto al afecto que mostr¨® el p¨²blico a Molina en el d¨ªa de su regreso. El portero no pod¨ªa haber escogido una fecha m¨¢s tranquila para su reaparici¨®n. En la primera parte, ni le tiraron a puerta. S¨®lo al comienzo de la segundo tuvo que lucirse despejando con el pie un peligroso tiro de Bolic desde muy cerca.

Por lo dem¨¢s, el partido fue un muermo de mucho cuidado. El Rayo rebos¨® voluntarismo, buena organizaci¨®n y una ausencia total de recursos e imaginaci¨®n para hacer da?o en el ataque. El Deportivo anduvo tan espeso que ni siquiera supo sacar provecho de un rival roto en su l¨ªnea de atr¨¢s, donde Quevedo tuvo que situarse como central. Pero, de momento, el Deportivo le basta vivir de penalti para mantenerse entre el pelot¨®n que persigue el t¨ªtulo.