La tragedia de las equivocaciones
LUIS GOYTISOLO
S¨ª, tragedia, ya que no comedia; por lo dem¨¢s, el enredo de los hilos argumentales, la presencia de equ¨ªvocos y malentendidos y de juegos cruzados, son similares a los de la comedia de Shakespeare. S¨®lo que aqu¨ª los protagonistas se llaman Irak y Estados Unidos, Gran Breta?a y Espa?a, Francia y Alemania, el Vaticano, Israel, la Liga ?rabe. Eso s¨ª, la escenificaci¨®n tiene algo de reposici¨®n. Reposici¨®n del clima creado en torno a la guerra del Golfo, r¨¦plica a su vez del rechazo creado en torno a la guerra de Vietnam en los a?os sesenta y setenta. S¨®lo que la guerra de Vietnam gener¨® una moral y hasta una est¨¦tica ahora inexistentes. Y es que Irak no es Vietnam, un pa¨ªs abocado a una larga guerra de liberaci¨®n, primero con Francia y luego con Estados Unidos. Pero, sobre todo, la figura de Sadam, lo m¨¢s opuesto que quepa imaginar de la figura de Ho Chi Min. En estas circunstancias, exigir un no a la guerra es como exigir un no al granizo, ya que decir Sadam es como decir agresi¨®n. Caso de que Estados Unidos no se hubiera propuesto llevar la guerra a Irak, Sadam la hubiera llevado a cualquier otro lugar como ha venido haciendo desde que lleg¨® al poder, ora contra su propio pueblo ora contra la totalidad de sus vecinos. De lo que se puede estar seguro es de que la ca¨ªda de Sadam no va a provocar una sola l¨¢grima en todo el Oriente Pr¨®ximo, me se?al¨® hace poco un exiliado iran¨ª.
El hecho de que las manifestaciones de oposici¨®n a la guerra se hayan extendido por el mundo entero es, en gran medida, responsabilidad del propio Bush, que no ten¨ªa por qu¨¦ haber repetido el esquema aplicado por su padre cuando la guerra del Golfo, ya que en esta ocasi¨®n no se contaba con una agresi¨®n previa comparable a la invasi¨®n de Kuwait. Antes que imitar la actuaci¨®n del padre de hace doce a?os, debiera haber imitado su propia actuaci¨®n en Afganistan hace s¨®lo dos, y, logrado su objetivo, haber acallado las protestas moment¨¢neas mostrando al mundo entero los arsenales de Sadam, su sistema represivo, sus v¨ªctimas. Intentar ganarse de antemano el benepl¨¢cito general es la peor equivocaci¨®n que pod¨ªa haber cometido. Sobre todo pretextando posibles conexiones entre Sadam y Al Qaeda cuando lo que se pretende es una reestructuraci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica de todo el Oriente Pr¨®ximo.
En el caso de Espa?a, las manifestaciones de oposici¨®n a la guerra, fruto de ese error de planteamiento de Bush, han ido muy vinculadas desde el principio a la figura de Aznar, a su empecinado apoyo a Estados Unidos. La verdad es que no s¨¦ exactamente lo que Aznar se propone con ese eje anglo-hispano-americano que se est¨¢ perfilando ni qu¨¦ espera sacar en limpio de tal alianza. Su costo es un distanciamiento moment¨¢neo respecto a Francia y Alemania, muy acorde, por otra parte, con esa volubilidad de actitudes que es ya una constante en el seno de la Uni¨®n Europea. Pero si esa relaci¨®n especial con Estados Unidos e Inglaterra aporta beneficios tangibles, la posici¨®n pol¨ªtica de Aznar puede verse favorecida. Lo mismo puede decirse si la campa?a militar tiene un ¨¦xito fulminante y la siniestra realidad del r¨¦gimen de Sadam puede ser expuesta ante los ojos del mundo entero. De ir as¨ª las cosas, quienes bien pudieran salir trasquilados son los pol¨ªticos de la oposici¨®n.
Un ¨¦xito r¨¢pido en Irak puede volverse tambi¨¦n contra Chirac y su Gobierno. La actitud de Francia, en definitiva, hay que situarla en el cuadro general de sus sordos enfrentamientos con Estados Unidos en diversos puntos, especialmente en ?frica -de Ruanda a Costa de Marfil-, que suelen saldarse de forma poco favorable a los intereses franceses. Algo parecido sucede con el Vaticano, seriamente molesto por los esc¨¢ndalos provocados en los Estados Unidos en torno a los curas ped¨®filos, aireados p¨²blicamente como si la pedofilia fuese un rasgo distintivo de los cat¨®licos al que son ajenos los ministros de las restantes iglesias. No obstante, a diferencia de algunos pol¨ªticos espa?oles que por atacar a Aznar legitiman al pobre Sadam, ni Francia ni el Vaticano han puesto en duda la siniestra realidad del r¨¦gimen iraqu¨ª ni de sus arsenales. Saben, como bien me dijo un amigo, catedr¨¢tico de Teor¨ªa Econ¨®mica, que si los norteamericanos se muestran tan seguros de que Sadam esconde un arsenal es porque a¨²n guardan los albaranes.
Los ¨¦xitos de Sadam -dividir y enfrentar a sus enemigos- no van a salvar a su r¨¦gimen, aunque acaso ¨¦l se salve desapareciendo como Bin Laden, con otra identidad y hasta con otra apariencia. Haber contribuido -aunque sea de forma indirecta- a su permanencia en el poder, dejar¨¢ entonces de ser un m¨¦rito y hasta supondr¨¢ una sensaci¨®n de desenga?o para m¨¢s de uno, incapaz de echar cuentas acerca de un personaje que, al tiempo que asegura haberse desarmado, amenaza a quien ose atacarle con un recibimiento propio del infierno.
Por su parte, los miembros de la Liga ?rabe, de la que ya se ha desmarcado Gadafi, han repetido -como destacaba recientemente un comentarista pol¨ªtico norteamericano- la equivocaci¨®n de siempre: esconder una vez m¨¢s bajo la alfombra la triste realidad de sus pueblos -ricos o pobres, con o sin petr¨®leo- entre declaraciones enfrentadas que en nada cambian, ni en el fondo se desea que cambien, esa triste realidad.
En el resto del mundo tambi¨¦n habr¨¢ que saldar de alguna manera el c¨²mulo de equ¨ªvocos y errores que la crisis de Irak ha creado en el interior de cada pa¨ªs, evaluando, como en el caso de Espa?a, a la vez que los posibles errores cometidos por el Gobierno, los posibles errores cometidos por la oposici¨®n.
Luis Goytisolo es escritor.
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