?De parte de qui¨¦n?
Pongamos que un buen d¨ªa se tropieza usted en plena calle con un locutorio m¨®vil habilitado en una caravana y que alguien le invita a hacer desde all¨ª una llamada telef¨®nica gratuita de 10 minutos a quien le venga en gana, cualquiera que sea el lugar del mundo donde est¨¦ esa persona. ?Qu¨¦ pensar¨ªa usted? ?Mirar¨ªa el asunto con cierto recelo, convencido de que nadie regala nada? ?O tal vez pensar¨ªa que en la sociedad de la comunicaci¨®n total, donde la gente dispone de un sinf¨ªn de medios para difundir sus pensamientos y opiniones y donde, efectivamente, todos se comunican aunque nada tengan que decir, lo m¨¢s coherente con el esp¨ªritu de los tiempos es precisamente invitar a alguien a un chupito de comunicaci¨®n? ?O quiz¨¢ se limitar¨ªa a felicitarse pragm¨¢ticamente ante la posibilidad de ahorrarse una pasta? Porque, comunicarnos, lo que se dice comunicarnos, estamos bastante comunicaditos, pero entre Internet, el tel¨¦fono fijo y el m¨®vil, cada vez es m¨¢s dif¨ªcil no echarse a llorar cuando llega la factura.
Una iniciativa art¨ªstica ofrece llamar por tel¨¦fono gratis a cualquier lugar. Un locutorio m¨®vil para quienes tienen lejos sus afectos
O tal vez reaccionar¨ªa usted como lo hizo un hombre de unos cuarenta a?os originario de Pakist¨¢n, quien, tras entrar en el locutorio y compartir los 10 minutos de comunicaci¨®n telef¨®nica gratuita con su hijo, que vive en Pakist¨¢n, pregunt¨®, convencido de que aquello s¨®lo pod¨ªa ser publicidad: "?Qu¨¦ compa?¨ªa es ¨¦sta?". Mar¨ªa Luc¨ªa Castrill¨®n, que graba la experiencia en v¨ªdeo para perge?ar un documental, lo sacaba as¨ª de su error: "Esto no es una compa?¨ªa telef¨®nica. Por incre¨ªble que parezca, es una obra de arte". ?Y c¨®mo creen que encaj¨® nuestro hombre esta declaraci¨®n cuando menos ins¨®lita? ?Se figuran tal vez que parpade¨® y que la perplejidad se adue?¨® de su rostro? ?Imaginan que crey¨® conveniente pedir ulteriores explicaciones? Nada de eso. Con una impasibilidad que ya la quisiera yo para m¨ª, el tipo se encogi¨® liger¨ªsimamente de hombros, dio las gracias con sencillez, se levant¨® y se fue. Es probable que sus pensamientos fueran parecidos a los de Ast¨¦rix: "Ils sont fous, ces romains" (o sea: est¨¢n locos, estos romanos). Sea como fuere, la naturalidad y el coraje con que aquel hombre parec¨ªa asumir que el mundo y, concretamente, Barcelona, sus habitantes y el asunto de la llamada gratuita eran entidades absolutamente incomprensibles me pareci¨® impresionante: un chupito letal de filosof¨ªa existencialista concentrada. Me estremec¨ª al pensar que si en vez de darle una llamada gratis le hubieran pegado una patada, quiz¨¢ no habr¨ªa reaccionado de un modo muy distinto.
El locutorio m¨®vil, en cualquier caso, es ahora mismo una realidad abierta a todos, aunque s¨®lo durante unos d¨ªas. Si el pasado lunes estuvo, de 9.00 a 20.00 horas, en la Rambla del Raval, el martes se estacionaba en la avenida de Gaud¨ª, el mi¨¦rcoles en los jardines de Joaquim Domingo S¨¢nchez, ayer se hallaba en la plaza del Virrei Amat, hoy en la de la Trinitat, el s¨¢bado se trasladar¨¢ a la plaza de Andr¨¦ Malraux y el domingo se despedir¨¢ del respetable en el Palau de la Virreina (La Rambla, 99). Para disfrutar de la llamada gratuita a cualquier lugar del mundo, basta dejarse caer por el locutorio y pedir hora (as¨ª se evitan colas interminables). Lo ¨²nico que los responsables del asunto piden a cambio es que quien hace la llamada se?ale en un mapamundi el punto exacto del planeta al que se dispone a llamar. Y que, si lo desea, despu¨¦s de efectuar la llamada charle con uno de los escritores que cada d¨ªa seguir¨¢n la experiencia y utilizar¨¢n esas historias reales como punto de partida para una serie de relatos de ficci¨®n que, c¨®mo no, se recoger¨¢n despu¨¦s en forma de libro. Los escritores invitados son Montserrat Mas, Santi Balmes, Juan Abreu, Miquel de Palol, Juan Villoro e Ignacio Vidal-Folch.
"Todos tenemos alguna llamada pendiente, porque la vida est¨¢ hecha de encuentros y de desencuentros", comenta Josep Maria Mart¨ªn, el artista que firma esta curiosa pieza pluridisciplinar titulada ?De parte de qui¨¦n? (organizada por el Ayuntamiento de Barcelona y patrocinada por Telef¨®nica y Moncayo) y de quien ya se exhibi¨® el pasado verano en el Centro de Arte Santa M¨®nica una pieza titulada How difficult is to sleep alone (Qu¨¦ dif¨ªcil es dormir solo) para cuya realizaci¨®n el artista viaj¨® a Finlandia y trabaj¨® en torno a lo que suponen el invierno y la oscuridad para la gente de all¨ª. "Para m¨ª es muy importante construir a partir de la realidad. Creo que ¨²ltimamente el arte contempor¨¢neo est¨¢ haciendo un gran esfuerzo para acercase a la realidad. Si antes el artista se pon¨ªa frente a la tela en blanco y cog¨ªa los colores, ahora hemos cambiado los colores por la realidad. En ese sentido, mi trabajo est¨¢ muy cerca del cine Dogma".
Hablamos entonces de una de las fascinantes realidades que han tomado por asalto el barrio del Raval, donde los locutorios se han multiplicado a la misma velocidad que los conejos y las preguntas, y se han convertido en aut¨¦nticos centros sociales que vertebran a los distintos grupos de inmigrantes por nacionalidades. Muy cerca de mi casa, en la calle de Joaqu¨ªn Costa, uno de los locutorios m¨¢s apreciados por la comunidad rusa re¨²ne a cualquier hora del d¨ªa y hasta bien entrada la noche a nutridos grupos de gente que se entrega a animadas tertulias para entretener la espera. Predominan en esas tertulias los rusos del tama?o de un armario provenzal. Gente que se gana los garbanzos aqu¨ª, pero tiene los afectos en las quimbambas. Gente que exporta historias de aqu¨ª y escucha atentamente, a tantos c¨¦ntimos de euro el minuto, las historias que llegan de remotos lugares.
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